sábado. 20.04.2024

El bulevar de los sueños rotos (en defensa de los autónomos)

En España hay 3 millones 200.000 autónomos en números redondos, si consideramos que el tamaño medio del hogar español es de 2,5 personas, según el INE, estaríamos hablando de que 8 millones de españoles son autónomos o dependen de ellos de manera directa, casi nada.

Otro dato importante, más de 14 millones de personas en España perciben rentas públicas, cantidad que ya está por encima de las personas que las perciben en el sector privado y que están en torno a los 13,5 millones de trabajadores.

El primero de los datos expuestos nos habla de la importancia numérica de un colectivo que aporta fundamentalmente dos grandes ventajas a nuestro país:

  1. La primera es que son personas que, en lugar de pasar a engrosar la insoportable lista del paro y a depender de subsidios estatales pagados con dinero público, el dinero de todos, para poder sobrevivir, han decidido emprender, auto-emplearse y formar parte de los que tiran del carro y no de los que suponen una carga.
  2. La segunda, derivada de la primera, es que, no sólo no consumen recursos públicos sino, por el contrario, aportan a las arcas públicas recursos en forma de cotizaciones, impuestos, IRPF, gestión del IVA, sin tener en cuenta el valor añadido que generan con su actividad profesional.

Pues aún así, a pesar de ser más de tres millones, a pesar de sostener de manera directa a ocho millones de personas, a pesar de no ser una carga, seguramente es uno de los colectivos más injustamente tratados, cuando no olvidados directamente, de este país.

Las razones las ignoro pero intuyo que al actual gobierno no le placen los autónomos, no le gustan las personas libres, independientes, con proyectos propios y prefieren a una ciudadanía sumisa y dependiente de “papá Estado” como fórmula infalible que les garantice su permanencia en el poder por un tiempo indefinido: como dependes de mi para tu subsistencia o me votas o te pones en peligro…así de sencillo y así de maquiavélico.

Por si esto fuera poco la propia figura del autónomo no contribuye a facilitar su organización como “lobby”, como grupo de presión capaz de influir en las decisiones de nuestro gobierno, como está poniendo de manifiesto esta pandemia en que muchos de los denominados negocios “no esenciales” (díganle a las familias cuyo sustento depende de ellos que sus negocios no son esenciales) se ven obligados a disminuir su capacidad cuando no a cerrar sin ningún tipo de ayuda ni contraprestación por parte del propio gobierno que les obliga.

Por todo ello la protesta de autónomos que se celebrará el próximo domingo en Jerez, y que creo que se va a reproducir en muchas otras partes de España, me parece un hecho relevante y fundamental, ya va siendo hora de hacernos visibles y de levantar la voz, nos están machacando, nos están masacrando mientras la clase política, esa que dice servir al pueblo, esa a la que se le llena la boca de hermosas palabras vacías como “solidaridad” o “empatía”, no es capaz de renunciar a ninguno de sus privilegios y prebendas y, no conformes con esto, incrementa aún más su presión sobre el colectivo de autónomos, como ha venido sucediendo últimamente con la subida de las cuotas en plena pandemia.

Mientras esto sucede y si la situación se prolonga en el tiempo y no cambian las políticas actuales muchos autónomos no volverán a abrir las persianas de sus negocios, echarán el cierre definitivamente y con ello verán desvanecerse sus sueños, sus ilusiones, sus esperanzas y su patrimonio, si es que les quedase algo, deambulando a la deriva por ese “bulevar de los sueños rotos”, como en la canción que compusiera el gran Enrique Urquijo junto con el no menos grande Joaquín Sabina.

¿Cuándo se darán cuenta nuestros gobernantes de que el sector público será insostenible sin un sector privado fuerte? Supongo que pasará como con la pandemia, demasiado tarde. Espero equivocarme.

El bulevar de los sueños rotos (en defensa de los autónomos)