jueves. 28.03.2024
Felix Moreno
Felix Moreno

“Un buen taller de automoción ha de fusionar la tecnología con el trato personal”

Félix Moreno: “Mi obsesión es dotar a la profesión de la mayor transparencia posible”

El conocido empresario participa en la programación cultural ‘Cultusema’ organizada y coordinada por MAV-Comunicación (Agencia de Comunicación y Gestión Cultural)

No es opinión circunscrita al parecer (acaso subjetivo) de quien suscribe. Sino extensible a todos cuanto conocen de lejos y de cerca a nuestro entrevistado. Por esta razón nos encontramos facultados para aseverar -para asegurar- que Félix Moreno es un empresario modélico. Por innovador, por trabajador, por mantenedor. Siente pasión por su oficio. Delirios por su profesión, a la que -a no dudarlo- dignifica con modernidad y conocimiento de causa. Además optimiza su grupo empresarial a favor de causas solidarias.

de izquierda a derecha: José Manuel Anelo -gerente de Bodegas Álvaro Domecq-, Félix Moreno y Marco A. Velo, coordinador de la programación cultural ‘Cultusema’

En la innata fraternidad Félix Moreno disfruta sobremanera: ayudar al prójimo es una necesidad vital -imprescindible en su modus operandi-. Ha participado en la programación cultural ‘Cultusema’, concretamente en el ciclo ‘Diálogos en Bodegas Álvaro Domecq’, organizada por MAV-Comunicación (Agencia de Comunicación y Gestión Cultural).

Los planes de desarrollo económico que propugna la Unión Europea en materia empresarial especifican a las claras que una empresa no ha de delimitarse al objeto social -a los servicios- de la creación de riqueza propia de su sector y su constitución, sino que asimismo ha de involucrarse de manera altruista en la sociedad que la acoge. Una empresa, siempre, debe ser algo más. El Grupo Félix Moreno -y a continuación abundaremos con mayor detenimiento en las dos últimas o penúltimas acciones- no para en barras, no cesa, no duda en meterse de lleno -de hoz y coz-, no escatima esfuerzos en colaborar con legítimas y plausibles causas solidarias, benéficas, sociales o socioculturales. Hay quien asegura que esta política empresarial, la del Grupo Félix Moreno, parte de la grandeza del corazón de su gerente, en esta caso de su persona -hecha siempre a sí misma desde el sobresfuerzo y la alta capacidad de superación y progreso-… Usted -su empresa- no sólo crea puestos de trabajo -¡y además los mantiene!- sino que abre sus brazos y su logística para ayudar al prójimo siempre sin pedir nada a cambio…

¿Qué motivo mueve a un empresario como usted a implicarse de lleno en iniciativas de necesidad ajena, en la ayuda a quien de veras lo necesita?

La satisfacción propia. Todo ser humano busca la satisfacción Y la mía  personal es el porqué  me he metido a empresario. Y es por conseguir también objetivos para ayudar a quien lo necesita. El que recibe en efecto siempre recibe en una proporción. Pero el que da, siempre recibe mucho más. Es muy importante dar. Darse. Es mi manera de pensar. Y de sentir.

Todo lo que yo pueda allanar el terreno -siempre dentro de mis posibilidades de cada momento- a quien lo necesite, pues esta acción para mí es todo un placer. Y además en tu ciudad. Ayudar a los demás  por tu trabajo o por tus conocimientos o por la gente que conoces y eres capaz de reunir… es siempre lo que busco.

Debemos subrayar con enérgico rotulador fluorescente la acción “¡Fuerza, Manuel!”, que su persona ha ideado, organizado, impulsado… Siempre con la alegría del convencimiento interior. ¿Quién es Manuel, qué necesita de la sociedad este chico y explíquenos cuál ha sido la aportación de Félix Moreno y su gente a la causa de tan jovencísimo aficionado al Real Madrid?

Manuel es un niño de Jerez con una disminución física. Tiene doce años. Y Manuel llega a los corazones de Talleres Félix Moreno precisamente por una necesidad de desplazamiento, de movilidad, para poder ir al colegio. La silla donde se desplaza a diario para ir al colegio se la roban, junto con el coche de su abuelo, quien lo lleva diariamente al colegio. Esto llega a mis oídos y pongo al instante mi imaginación y, sobre todo, a mis compañeros en marcha. Entre todos se nos ocurre coger un coche, restaurarlo, hasta el punto de involucrar también a Ortopedia San Dionisio -que fabricó la silla real que necesitaba el chico-. Y con las manos  de todos  mis compañeros -ya te digo- restauramos un vehículo y se lo regalamos. En ese momento conocemos a Manuel. La sonrisa siempre en su cara ante los impedimentos que le ha puesto la vida ha sido siempre un acicate no solamente para mí, sino para todos mis compañeros.

Al cabo de los dos años, se plantea una operación en Sevilla, en la que van intervenir su columna vertebral y mejorarle la calidad de vida del día a día,  y se idea -no por parte de la familia, porque la familia jamás ha pedido nada, y porque la Seguridad Social se lo tenía ya todo preparado-, se idea, ya digo, por parte de Félix Moreno y de todos sus compañeros preparar una recogida de fondos para afrontar los gastos que pueda acarrear esta operación  y ese mes y pico que debía estar ingresado. Y se nos ocurrió -por nuestra manera de ser y porque el ochenta por ciento de nuestros clientes son amigos- pues involucrarlo en un almuerzo solidario. Junto con mis compañeros -que ejercieron ese día de camareros, cocineros y de toda función que se necesitara- le organizamos un almuerzo -aquí en Jerez-, recaudamos fondos y, sin duda, vivimos todos un día grandioso.

¿Cómo podríamos ayudar a Manuel quienes a partir de ahora conozcan su caso?

Esta familia ha sido siempre muy reservada. Muy humilde. Muy discreta. Nunca ha pedido dinero. Pero sí agradecen mucho las muestras de cariño. Ellos tienen un problema de movilidad ahora: viven en una tercera planta, en la Granja, sin ascensor y están procurando cambiar la tercera planta por un piso en la planta baja. Es difícil, ¿verdad? Pero necesidades tienen, lógicamente. Lo que mejor se le puede dar a Manuel es el apoyo de todos los jerezanos. La alegría de todos los jerezanos. Porque de eso él es rico.

Usted, su grupo empresarial, igualmente ha colaborado con otro causa benéfica: la coedición y copatrocinio de libro ‘El sentir de un peregrino de a pie’, del incombustible -y siempre inasequible al desaliento- Genaro Benítez Gil. Una aventura maravillosa cuyos beneficios económicos se han destinado a favor de la Bolsa de Caridad ‘El Pastorcito Divino’ de la Hermandad del Rocío de Jerez. ¿No es así, Félix?

Yo tuve la suerte de conocer las pinturas del Camino del Rocío que Genaro había realizado por las fotografías que el propio Genaro hizo de dichas pinturas con la cámara fotográfica de su teléfono móvil. Yo jamás había hecho el Camino. Yo llevo yendo al Rocío dos años. Voy un día y me vengo. Regreso de inmediato. Justo antes de conocer la idea que Genaro tenía para recoger fondos, se me dio la oportunidad de ir al Camino y tuve la suerte de reconocer -de ir reconociendo a cada paso- el Camino entero por las pinturas de cada tramo, de cada paisaje de manera cronológica, que yo había visto fotografiadas en el móvil de Genaro. Algo absolutamente impresionante.

A medida que iba entrando en el Coto, iba reconociendo todas las pinturas de Genaro. Genaro nunca ha querido vender un cuadro. Genaro, ya sabemos cómo es: toda entrega por los más desfavorecidos. Un alma grande. Además de un artista como la copa de un pino. Con una sensibilidad para pintar, para el dibujo, para el color, fuera de lo común. Yo, y junto a mí muchísima gente, lo animamos a que esa colección la viera -tenía que verla- muchos jerezanos. Y cuando nace la idea de compartirla con mayor público y además recaudar fondos para la Bolsa de Caridad de la Hermandad del Rocío pues lógicamente Félix Moreno tiene que estar ahí. Tenía que estar ahí. Pero vuelvo a repetirme: para colaborar con algo grande de cara a los demás.

Adentrémonos un tanto en su grupo empresarial… ¿Cuál es el secreto del éxito de los talleres Grupo Félix Moreno? Una empresa, insistimos, hecha a sí misma que prácticamente nació de la nada y a día de hoy goza de una salud potentísima…

El éxito, entre comillas… Bueno. Nace de mi amor a la automoción. Mi amor al motor. Mi amor al motor nace yendo en el camión de mi padre, de niño, durante muchos años. Y a la vez creo que también hay una parte en la que yo comienzo a estudiar Formación Profesional y comparto mis días de estudio con ir a un taller, que era un taller de barrio. Así como tal suena: un taller de barrio. Que es el concepto que siempre he defendido y cuanto me ha gustado por encima de todo.

Un taller de barrio que era el de la calle Córdoba. Esto nunca nadie me lo ha preguntado y quiero aprovechar la ocasión. El taller de barrio, del que yo aprendí, desprendía una cercanía formidable con las personas -los clientes habituales o potenciales- que se acercaban por sus instalaciones. La cercanía del taller de barrio me parece importantísima. Y hablo del señor Ortega, de quien yo aprendía. Una cercanía muy especial con todos. Fundamental. Lógicamente, a la par que yo estudiaba, me percataba que ese taller -desde el punto de vista tecnológico- no era capaz de seguir los pasos de la evolución que estaba adquiriendo el mundo de la automoción.

En el año 1992 la automoción cambia radicalmente. La tecnología, la informática. Y yo me voy a hacer las prácticas a Mercedes Benz. A su concesionario. En Mercedes Benz crezco mucho tecnológicamente pero veo que luego tiene carencias con respecto al taller de barrio. Cuando finalmente decido montar mi taller, por cuenta propia, creo que he sabido fusionar la tecnología con el trato personal.

He ahí, por ende, la clave.

Así es. Cuando, en repetidas ocasiones, me reúno con Acoauto -que es la Asociación de Concesionarios de la Provincia de Cádiz- comento mucho este aspecto. Lo primero que hice, al abrir mi primer taller, es montar cámaras. Para que cuando alguien dejara su vehículo, pidiera las claves y siguiera siempre su coche. Supiera dónde está y qué se está haciendo. Ha sido siempre mi empeño, siempre, desde que yo estudiaba, transparentar mi profesión. La automoción ha estado, de antiguo, señalada con la manera de hacer de aquellos entonces. Hablamos de engaño, de oscuridad…

Cuando entro a formar parte de Eurotaller y salgo de presidente… todas mis campañas han sido dirigidas a la transparencia, a transparentar… Llevo a niños, en número de cincuenta, al taller para que conozcan una jornada completa, íntegra, en el mismo, reuniones con Autoescuelas para -levantando un coche- los alumnos conozcan qué van a llevar entre manos, hacer campañas solidarias -recogiendo 16.000 kilos de alimentos en una y 4.000 en otra- y así quitarnos de alguna manera el estigma o el sambenito de una profesión antes no del todo transparente. Y acercar al público al taller. Sin miedos. Sin desconfianzas. Ésa ha sido siempre mi obsesión. Y sigue siendo en la actualidad. El taller es tu amigo y aquí estamos para ayudarte. Me puedo equivocar porque soy humano. Pero yo estoy aquí para ayudarte. Y nunca para engañarte. Y toda la vida de Dios la automoción, los talleres, ha tenido ese estigma… ¡y con razón!. Con mucha razón además.

Félix Moreno lo tiene meridianamente claro…

Te voy a contar una anécdota. De toda la vida nos han dicho que tengamos mucho cuidado con los taxistas cuando vayamos a Madrid. A mi hijo mayor yo tuve que operarlo en Madrid cuando contaba siete años de edad. Gracias a Dios tuve recursos y lo operé en Madrid. Y a día de hoy está fantástico. Tenía entonces que ir a revisiones constantemente. Íbamos los dos solos. No con el resto de la familia. Una vez perdí el tren de vuelta y me quedé allí. Y el niño, claro, estaba encantado. Ese día se cumplía veinte años del 23-F y se estrenaba la película en la Gran Vía. Y el niño tenía la curiosidad de ver la película. Así que cogimos un taxi y nos fuimos para la Gran Vía. Siempre yo con el runrún de las informaciones contrarias a los taxistas de Madrid. Salimos cerca de la una de la madrugada de la Gran Vía y pillamos otro taxi para volver al hotel. En el trayecto mi hijo me iba comentando las localizaciones del 23-F. Iba entusiasmado.

El taxista, que iba escuchando, me dijo: “Oiga, ¿a usted le importa que yo lleve a su hijo al Congreso de los Diputados?”. Cómo me iba a importar. Todo lo contrario. Pues lo llevó el taxista, lo bajó y le explicó perfectamente cómo fue aquello aquel día, aquella noche, le enseñó por las ventanas por las que salieron los guardias civiles… A partir de ahí no me pueden hablar mal de un taxista. Además no quiso cobrarme. No quiso, de verdad, cobrarme. Yo insistí en pagarle. Y no quiso cobrarme nada. Porque me decía que, en pureza, se sentía taxista para todo lo que le restaba de mes. Había cumplido la ilusión de un niño a la una de la madrugada. Hay gente que realiza su profesión porque realmente le apasiona. A mí me apasiona que alguien me venga con las manos en la cabeza, muy preocupado, por algo que le pasa en el coche y yo enseguida detecte la facilidad de la solución.

Mi obsesión es que cuando la gente llegue a un mecánico… sepa que va a tener a un amigo. Además la sociedad ha cambiado, ha evolucionado. Hay gente ya preparada en todos los sectores. En los talleres tenemos auténticos profesionales, expertos en la materia. Hoy día hay que prepararse. Mecánico o técnico en automoción no puede ser cualquiera. Hoy un coche lleva una tecnología impresionante. Y si además eres bueno pues miel sobre hojuelas. Mi obsesión es dignificar mi profesión lo máximo posible. También ayudo a dignificarla impulsando a mi empresa a la participación social. Que Cáritas nos haya denominado ‘Empresa con corazón’ nos ha gratificado muchísimo. Si yo ayudo a recoger alientos y los cambio por filtros… pues imagínate.

“Un buen taller de automoción ha de fusionar la tecnología con el trato personal”