viernes. 19.04.2024

Los 7 consejos de Paul Auster para convertirte en un buen escritor

El libro ‘Una vida en palabras’ radiografía la vida secreta de su obra

Hay escritores y escritores. Adeptos y adictos a las entrevistas nos referimos. Y otros refractarios a las mismas. Los hay que se pegan como lapas a los cuestionarios periodísticos por razones de prurito personal -la autocomplacencia mal gestionada- y otros que huyen -poniendo pies en polvorosa- del ringorrango de una cierta quizá también erróneamente fallida comercialización del yo. En el término medio estriba la virtud cuya constante siempre ha de dictaminar -en todo caso- los responsables editoriales (si se tratase de la campaña divulgadora de una nueva obra).

En principio parecía que Paul Auster desconfiaba de las interviús. No hay más que centrarse en su personaje Morris Heller y cuanto éste escribía en el diario de la novela ‘Sunset Park’: “Los escritores nunca deberían hablar con los periodistas. La entrevista es una forma literaria degradada que no sirve de nada salvo para simplificar lo que jamás debe simplificarse”.

Sin embargo el autor de masas parece contradecirse, solo aparentemente, en el contenido de su libro penúltimo, que lleva por título ‘Una vida en palabras’ (Seix Barral). Porque ha accedido a charlar por largo sobre sí mismo, sobre el arte de escribir, sobre el oficio. Sometiéndose a un vis a vis con I. B. Siegumfeldt.

Se trata de un diálogo a fondo, serio y reposado. Su personaje Heller “se refería a esas entrevistas breves y superficiales a que se someten los escritores para complacer a sus editores (…) Tales conversaciones están inevitablemente relacionadas con el comercio, la promoción de libros”, subraya el escritor. De esta obra se entresacan varias claves propuestas -o esbozadas- por el propio Auster para convertirnos en un buen escritor.

Veamos algunas. Por ejemplo: No existe el estilo. Rotunda y controvertida afirmación. Según Paul “cada libro tiene una música distinta a los demás”. No debe preocupar tanto el estilo como una forma concreta -la adecuada- de contar una historia determinada. Porque “el sonido depende de los elementos del relato”. Dos, esencial: escribir sin ego. Sobran las palabras. Hay que escribir desde la incertidumbre.

Tercero: olvidarse o al menos no echar mucha cuenta de los estudios literarios. “Había llegado a tal grado de contención que en cierto modo creía que toda novela tiene que estar completamente resuelta de antemano, que hasta la última sílaba debía producir una especie de eco filosófico o literario, que una novela era una gran máquina de pensamiento y emoción que podía analizarse hasta el último fonema de cada frase”. Era demasiado, señala. “No había comprendido que el inconsciente desempeña un papel tan amplio en la construcción de historias. Aún no había percibido la importancia de la espontaneidad y la inspiración súbita”.

El cuarto consejo se entrecomilla a contracorriente: no obsesionarse con la identidad de los personajes. Auster cree que no existe la identidad porque “todo ser humano es un espectro”. Interesante apreciación: “Una buena parte de nuestra vida la vivimos en el centro, pero hay momentos en que fluctuamos hacia los extremos, y recorremos ese espectro de matices de un color a otro en diferentes momentos, en función del estado de ánimo, de la edad y las circunstancias”. No, identidad no, pero sí “conciencia de uno mismo”.

El quinto presenta un verbo de sonoridad literaria: vagabundear. El truco es confinamiento y, después, vagabundaje. “Estar fuera y en movimiento por el espacio, o estar confinado en un espacio circunscrito. Y también, estar sentado en una habitación, escribiendo. O pintando. Escribir y pintar sustituyen al movimiento por el espacio. Entonces se convierte en un viaje mental (…) Si te pasas todos los días de tu vida sentado en una habitación frente a una mesa con una hoja de papel delante, al final tiene que afectarte. Empiezas a pensar en el entorno y el mecanismo que utilizas para explorar el mundo interior y el exterior. Así es como puede florecer la imaginación, sobre todo en esas condiciones tan austeras: mesa, sillón, página, pluma y una persona sentada a esa mesa”.

Citar a otros, tan desaconsejado por algunos autores, es consejo en boca de Auster. “No me refiero exclusivamente a la familia y los amigos. Me refiero también a las personas cuyas obras has leído. Forman parte de quién eres. En determinado momento, comprendí que un libro sobre la soledad tiene que ser, en cierto sentido, una obra colectiva”. Y séptimo: la forma no precede al contenido. “Todo viene de dentro y sale afuera. El material mismo encontrará su propia forma a medida que lo vayas trabajando”.

Los 7 consejos de Paul Auster para convertirte en un buen escritor