viernes. 26.04.2024
Pepe Murillo, a la derecha de la imagen, junto a José Ruiz e Ignacio Moreno.
Pepe Murillo, a la derecha de la imagen, junto a José Ruiz e Ignacio Moreno.

Descanse en paz Pepe Murillo, el dermatólogo de medio Cádiz

Se marcha un ilustre gaditano que representaba a esa antigua generación de profesionales sanitarios 

Con su bata blanca y su sonrisa de oreja a oreja te recibía en su consulta privada familiar de la calle Torre en pleno centro de Cádiz. Y para los que padecemos algún problema de piel resultaba igual o más reconfortante todavía el trato amable regalado que la propia atención por tu problema.

Pepe Murillo, a la derecha de la imagen, junto a José Ruiz e Ignacio Moreno.

José Antonio Rodríguez Murillo, Pepe Murillo para los que fuimos sus amigos, no era un dermatólogo al uso. Era muchas cosas más. De hecho, durante los 20 minutos que te atendía te hablaba de casi todo menos de lo que realmente te ocurría y te preocupaba. Era una de sus virtudes. Decía que la psoriasis era una cuestión de imagen más que otra cosa. "Tu de esto no te vas a morir pero está feo verse y que te vean así".

Ya luego cogía su olivetti (jamás vi un ordenador en su consulta) y te deba las directrices oportunas a la antigua usanza. O sea, el diagnóstico en una ficha y a mano y la receta en papel y escrita a máquina.

Y es que Pepe simbolizaba y representaba a las mil maravillas a esa antigua generación de profesionales sanitarios, esos que te curan, te animan y te hacen salir de su consulta con una sonrisa. Minimizaba tu posible desazón y te hablaba muy a las claras. No eras su paciente, eras su amigo.

Además impregnado de ese humor gaditano tan elegante y chisposo que, desgraciadamente, parece que está perdiendo. Las tenía detrás de la oreja como nos gusta decir por aquí. "Picha, no veas como tienes las transaminasas en la analítica. Ya sabes si vas al fútbol la cerveza te la tomas antes del partido, ya me entiendes 0-0".

Así que de allí te ibas con la misma alegría con la que te recibía. Y la mitad de las veces sin pagar. "Charo a este no le cobres". Y Charo con el gesto y el movimiento de cabeza evidenciaba que yo no era el único. Medio Cádiz pasaba por sus manos sin pagar.

En eso sin duda se parecía a sus antepasados porque Pepe forma parte de una generación de médicos que establecían una sinergía con sus pacientes que hoy ya no se estila. No digo con esto que fuera mejor ni peor que los actuales pero los tiempos han cambiado tanto.

A los 71 años, la lucha que mantenía desde hace unos meses con su terrible enfermedad ha llegado a su fin. Se marcha con muchas satisfacciones como el Premio Gaditano Ilustre, en el ámbito científico, que concede el Ateneo Gaditano por su labor en Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología.

O la gran ilusión que en el año 1996 significó encarnar a uno de los Reyes Magos en la Cabalgata de Cádiz, privilegio que compartió junto a Juan Carlos Romero Abreu y Salvador Navarro Villegas.

Pero sobre todo, y más allá de reconocimientos, se marcha un gaditano enamorado de su tierra, de su gente, de su Carnaval y, especialmente, de su Cádiz Club de Fútbol. Antonio Muñoz, pese a sus dotes persuasivos, nunca logró convencerle para que se hiciese cargo de la presidencia de la entidad. Y mira que lo intentó veces. "Eso no está hecho para mí, prefiero ayudar en la sombra".

Ahora toca esperar el posible ascenso del Cádiz y seguir disfrutando de su Messi (era un culé reconocido) de otra manera. Pero con la satisfacción de ser recordado en su tierra, algo que tiene un valor incalculable y que está casi en desuso en estos tiempos. Descansa en paz, Pepe.

Descanse en paz Pepe Murillo, el dermatólogo de medio Cádiz