jueves. 28.03.2024

Pablo Casado, razones y emociones

Tribuna libre de José Loaiza, vicepresidente provincial del PP y portavoz del PP en la Diputación de Cádiz

Por José Loaiza

Andamos enfrascados en un debate interno sin precedentes en el Partido Popular. Intenso y apasionante. Y también precipitado, reconozcámoslo, por la moción de censura que ha llevado a la Presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez, con los apoyos de independentistas e izquierda radical. Pero afiliados y militantes estamos encarando las primarias con responsabilidad, pese a lo imprevisible de la situación. Entra, por lo tanto, dentro de la normalidad que expresemos (o no) públicamente nuestras simpatías por una candidatura u otra. Con absoluta e inapelable libertad. En mi caso particular, decidí comunicar por medio de mis perfiles en redes sociales mi apoyo a Pablo Casado.

Lo hice desde el más sincero respeto a la ex vicepresidenta del Gobierno de España, cuyo papel en la recuperación económica ha sido fundamental, y lo hice con la absoluta certeza de que, gane quien gane, por encima de los nombres propios, está el proyecto colectivo que tantísimos hombres y mujeres, tanto en el ayer como en la actualidad, defendemos y defenderemos juntos, no cabe duda, a partir del día 22 con el objetivo de ser la mejor opción de Gobierno en España, comunidades, diputaciones y ayuntamientos.

Mi apoyo a Pablo Casado es una cuestión de razones y emociones. No quiero despachar el capítulo de los argumentos ideológicos a la ligera, aunque se haya dicho casi todo al respecto, pero me resulta fascinante la capacidad para ilusionar del hasta ahora vicesecretario de Comunicación del PP.

Con respecto a las razones, Casado ha reiterado que es importante recuperar los valores que nos llevaron al gobierno entre 1996-2004 y a partir de 2011. Y lo hace sin complejos, sin que la palabra, va-lo-res, se le atragante. Pablo habla de la familia, de bajar impuestos para crear más y mejor empleo, de liderar la revolución industrial que viene, de la irrenunciable unidad de España y de la defensa de los derechos ante el extremismo. En Cádiz, cuna de la libertad, el discurso de Pablo Casado tiene reminiscencias doceañistas, las mismas sobre las que el PP de Cádiz ha construido su razón de ser. El rearme ideológico es fundamental, por otra parte, en estos convulsos tiempos políticos. Frente a la superioridad moral de la izquierda radical que patrocina a Pedro Sánchez y trata de imponer el pensamiento único y el mercadeo de Ciudadanos con apoyos y principios intercambiables, los valores del PP, a los que se refiere el candidato. No hay otra opción en el centro y la derecha.

En el capítulo de las emociones, Pablo Casado consigue despertar la ilusión original de cuando decidimos afiliarnos o acudimos a la primera reunión en la sede de nuestro pueblo o participamos por primera vez en una campaña electoral y participamos como interventor en una mesa o incluimos nuestro nombre en una lista municipal. La seguridad con la que se expresa y la valentía para abordar cualquier cuestión política (e incluso personal) son encomiables. Es imposible no reconocerse en sus modos y en sus ganas. En Casado encontramos el entusiasmo del joven de Nuevas Generaciones, el aplomo y la sabiduría del militante veterano que enseña orgulloso su carné de Alianza Popular, la elocuencia del diputado curtido en sesiones parlamentarias y la entrega del alcalde que atiende a un vecino personalmente en cualquier momento.

El proyecto que plantea Pablo descansa, además, en dos importantes certezas. El PP sólo puede ser partido de buen gobierno si se apunta a la renovación, no sólo de mensajes, sino también, por adición, de personas. Ha hecho referencia a captar talento, entre nuestras filas y también en la sociedad. Es importante. Y, por otro lado, la integración. Con Casado, todos ganamos. Ha conseguido que los otros cuatro candidatos trabajen codo con codo con él, Cospedal, Margallo, Cabanes y Joserra. Hay espacio para la sexta candidatura. Sin duda. Porque el proyecto de Pablo Casado es, en definitiva, el del PP.

Pablo Casado, razones y emociones