miércoles. 24.04.2024

Qué errores no debes cometer al vestirte de flamenca para la Feria

Consejos prácticos sobre esta bendita tradición de la gran fiesta jerezana

Las cosas hay que hacerlas como Dios manda. No cabe resquicio para la equivocación. Ni para fallar de plano. Tenemos la Feria a la vuelta de la esquina. Jerez eleva durante una semana su más fascinante ciudad efímera. Porque la Feria del Caballo no es sino eso: una luminosa ciudad efímera. La alegría se proyecta hacia la zona de la Rosaleda. Otro año los jerezanos y las jerezanas sabrán adecuarse a las normas y al estilo también estético de una fiesta conocida y reconocida internacionalmente. Y nadie como los propios anfitriones para mantener las tradiciones y para asimismo asumir las nuevas tendencias.

Las guapas mujeres del lugar se vestirán de flamenca. Manteniendo así una colorista y muy femenina costumbre de antaño. Que viene de antiguo y que por ediciones se regenera siempre para bien. Algunas ciudadanas volverán a enfundarse el traje de flamenca -posiblemente renovándolo- después de algunos años sin hacerlo. Otras afrontarán la experiencia por vez primera. La mayoría seguirán siendo fieles a sí mismas y a su traje -o sus trajes-. Siempre a mayor gloria de una Feria del Caballo que es santo y seña del espíritu idiosincrásico de esta bendita capital del vino.

Por esta noble razón no deben cometerse errores de bulto a la hora de vestirse de flamenca. Y aunque también en este sentido doctores tiene la Iglesia, nos permitimos al menos recordar algunas máximas a modo de sencillos consejos. No ya como recomendaciones a las guapas jerezanas, sabias en esta asignatura troncal del volante al revuelo y la flor en el pelo, sino incluso para que todos aleccionemos a quienes, siendo foráneas o extranjeras o desconocedoras de reglas básicas, decidan trasladarse -incorporarse- al albero de Jerez.

Una nueva Feria de mayo –“con olor a primavera”- ya asoma por el ribete del calendario. Por tanto son no pocos los elementos a tener en cuenta si decides vestirte de flamenca -que en pureza es también todo un rito-. E, insistimos, un rito sujeto a tendencias. Porque si algo define y diferencia al traje de flamenca del resto de trajes típicos regionales es su evolución conforme a los dictados de la moda. Su evolución y/o su adaptación. Vestir correctamente el traje de flamenca depende de un código tácito, esto es: no escrito pero aceptado por la práctica totalidad.

Cuidado con el mantoncillo. Prestemos mucha atención al mantoncillo. Jamás ha de ponerse en la cadera. Ni por asomo. Sí, siempre, de forma clásica: cruzado mejor por delante. O a veces por detrás. Hay que encajarlo bien -incluso apoyados por imperdibles- para que no esté constantemente cayéndose. Sin faltar nunca el toque de distinción de un buen broche.

Es absolutamente erróneo ponerse gafas de sol. Hay que combatir el sol con la belleza de la retina propia. Las gafas de sol es sinónimo de fealdad en la entereza de un traje de “gitana”. Otro desatino es la flor pegada a la oreja. Y peor aún con el pelo suelto. Siempre mejor recogido. Es confusión propia de una guiri. O de una flamenca del año catapúm. Tanto como otros de los más graves lapsus -ya afortunadamente en proceso de extinción-: pintarse un lunar acá o acuyá. O incluso provocarse el caracolillo en el peinado de ocasión. Dejemos el look Estrellita Castro para su dorada época.

Sin duda alguna la piel, si bronceada, miel sobre hojuelas. Productos de larga duración para el maquillaje. Nada ostentoso. Hacíamos referencia con anterioridad a la colocación de la flor: siempre es recomendable llevar una sola en el centro de la cabeza o bien varias a un lado. Como complementos es denunciable la utilización de collares de bolas de plástico -sólo ya para niñas pequeñas-. Y de pendientes la tendencia los marca grandes en tonos dorados o colores llamativos.

Una de las claves radica en el calzado. Que sí, que se ven. Y tanto que se ven. Sobre todo a la hora de bailar. Directamente a la comisaría más cercana si llevas chanclas. O sandalias a pie descubierto. La regla tácita marca las cuñas de esparto -o esparteras-. Sobre todo si apelamos a la fusión de la comodidad y la elegancia. El bolso está altamente prohibido. Además es de todas a todas inseguro. Para ello la alternativa es el mágico bolsillo escondido en alguna parte del traje de gitana. De proporciones exactas para el teléfono móvil -jamás dejarlo encima de ninguna mesa de caseta-, las llaves -preferiblemente las indispensables-, monedero con las menos tarjetas posibles y la socorrida barra de labios.

Pues sí: la Feria se aproxima a pasos agigantados. Su esplendor perdería todos los enteros si no fuera por la aportación de verdad y de beldad -es decir: de autenticidad y de guapura- de la mujer que la habita. Feria es femenina singular. Su género y su nombre así lo dictan. La uniformidad y la adecuación al modo de vestir sus trajes confirman y conforman un universo coqueto y repleto de poderío. La mujer conquista la Feria con su espectacular esencia. Y siempre hay que mirarla cara a cara, que es la primera…

Qué errores no debes cometer al vestirte de flamenca para la Feria