sábado. 20.04.2024

Hay quien se extraña de la evidente precocidad artística de Billie Eilish. No suele ser habitual casos semejantes. Más bien todo lo contrario. Los aristas se consagran con los años. Andando el tiempo. Madurando el calendario. Cuajando el ritmo natural de las cosas.

Hay quien se extraña, sí, de un éxito tan pronto. De este rayo de ovación nacional. De esta metáfora de la agilidad triunfante. De este punto y seguido que no conoce paréntesis. De esta cascada de admiraciones. De esta velocidad de relámpago. De este determinismo hacia más allá del estrellato.

Las manos a la cabeza con Billie Eilish

Hay quien se echa las manos a la cabeza en una sonrisa cómplice. Y es que los pasos de siete leguas de la vocalista, que apenas mira atrás en su carrera de fondo, están más que justificados. Más que orientados. Más que predeterminados. Y por lo demás fundamentados: su éxito no se debe a un golpe de suerte.

La prontitud con la que suceden las cosas a menudo está explicada en su natural desarrollo. En un mundo donde la gratuidad y la ley del mínimo esfuerzo imperan, llega Billie Eilish y demuestra que trabajo y talento, talento y trabajo, no están ni mucho menos reñidos…

Indispensables entre sí

Talento y trabajo son complementarios. Son indispensables en su maridaje. Se alimentan entre sí, se retroalimentan. Son vasos comunicantes de una misma obra, de una creación artística, de un producto, de una marca, de un sonido, de un estilo, de un lenguaje, de una estética, de un todo.

Billie Eilish Billie Eilish

Pues ésta ha sido la ecuación que por ahora ajusta la matemática del jubiloso derrotero que ha tomado la carrera musical de Billie Eilish. El esfuerzo, sí, porque Billie es una artista total desde el punto de vista de su versatilidad. No se conforma con tener una voz que guste a sus millones se seguidores…

Billie Eilish dice 'no' al conformismo

No se conforma, no. La voz no es la única virtud que la artista potencia. Eso sí: la educa, la perfecciona, la estudia, la engrandece, la modula, la modela. La voz es el timbre de su lenguaje y por esta razón concede una importancia capital a su cuido. La voz es la sonoridad de una forma de ser y actuar. El colorido de sus mensajes.

Además de la voz, Billie se esfuerza en la composición musical. La música parte de la creatividad. Y del énfasis por una gramática de ritmo y confesión. Ni gótica ni barroca, sino la estilización de una armonía de diferente diapasón. Billie labra la composición, su hermano es vital en este sentido, en pro de resultados que ya están marcando historia.

Literatura confesional

Pero Billie, no contenta con eso, toma bolígrafo en mano para construir una literatura del yo que enseguida es literatura para todos. De ahí el respaldo y, sobre todo, la identificación de tantísimos millones de fans con sus letras. Su narración es mayormente autobiográfica. De modo que la veracidad es palpable.

Las letras de las canciones de Billie son como un confesional diario de multitudes que definen a millones de ciudadanos del mundo. Nada hay guardado en la recámara de la intromisión. O del pudor. La verdad de Billie es la verdad de una legión de seguidores que sigue creciendo a cada paso.

Ley del mínimo esfuerzo

En un mundo donde reina la ley del mínimo esfuerzo, donde los enchufes laborales están a la orden del día, donde los estómagos agradecidos campan y acampan a sus anchas, llega esta chica persistente en la laboriosidad de una obra, en el ora et labora sin descanso, para demostrar que el talento queda en nada si se combina con la vagancia.

Los artistas de veras son los que exprimen hasta la extenuación el jugo de sus cualidades. Otros prefieren alcanzar el tirón de la fama para vivir a la bartola de los créditos y de los réditos de la misma. Estos son los vividores del cuento de un triunfo más o menos efímero. No así Billie Eilish, ese genio que no para de hacer cosas grandes con el sudor de su frente.

¿Sabes cuál es el mejor ejemplo profesional de Billie Eilish?