jueves. 25.04.2024

Nochebuena a golpe de melancolía

La televisiones apuestan por refritos musicales de antaño

El lenguaje de la comunicación nos proyecta, de manera inmanente, un estado de ánimo. La programación de televisión, en su impacto sucesivo, también contiene una inyección anímica. El telespectador puede ser consciente de esta conculcación. O no serlo, por mera distracción o puro despiste. Las cadenas televisivas contienen no sólo una línea editorial sino también un discurso programático.

Las sumas de un mismo tono derivan en el mensaje más o menos encubierto. Es cuanto, grosso modo, ha sucedido este pasado 24 de diciembre. El lunes noche. Mensaje del Rey aparte. Extraña sobremanera que la 1 de TVE apueste por un postulado antónimo al espíritu aperturista y, por ende, futurista y, por consiguiente, progresista de la cúpula que direcciona el ente público…

Y nos explicamos sin mayores rodeos. La concepción de progresía de la Navidad no tiene por qué ligarse a sentimientos escrupulosamente nostálgicos. La Navidad, desde una óptica posmoderna que además conserve los valores genuinos y primigenios de la conmemoración religiosa, no necesariamente ha de echar la mirada atrás. Pese a que sea inevitable la recordación de los seres queridos que ya no habitan en este mundo de los vivos…

E incluso aunque las Pascuas también nos retrotraigan a la patria de nuestra infancia, por expresarlo con términos incluso literarios tan de Rilke. La Navidad es una celebración. La trascendente del nacimiento del Niño Dios. Pero no ortodoxamente la fiestas del entronque con el pasado. La Navidad también es un fulgor a tiempo presente. Y una tradición con proyección de futuro. ¿Quién osa dudarlo?

Por esta razón no terminamos de concebir el porqué las programaciones especiales de Nochebuena -al margen de propuestas aisladas como el fabuloso concierto intimista de Manuel Carrasco- al cabo confluyen y concluyen en refritos de actuaciones musicales de emisiones navideñas de antaño. Una selección de remembranzas que, lejos de alegrarnos la velada, sólo nos recuerda cuán inexorable es el paso y el peso del tiempo…

Y que, sin apenas darnos cuenta, nos vamos haciendo un tanto mayores. La dichosa pequeña pantalla del salón de casa así nos lo ratifica en estos programas enlatados cuya escaleta únicamente rescata canciones e intérpretes que ya habían encontrado posada en la recámara de nuestros olvidos más o menos inmediatos, más o menos pretéritos.

Si la época navideña ya , de por sí, posee capacidad retrospectiva, las programaciones televisivas de marras se encargan de apostillar su añoranza al alza. Ignoramos por qué no se opta por una película de largo alcance. O por otra suerte de propuestas punto menos que culturales. O espectáculos de fresca originalidad. La caja tonta aún lo es más en estas fechas tan señaladas: en lugar de reinventarse hacia adelante se empecina en ligarse con la hemeroteca de la melancolía.

Nochebuena a golpe de melancolía