sábado. 20.04.2024

Padilla se despide de Sanlúcar saliendo a hombros con Morante y Chacón

Crónica de la corrida de la Exaltación del Guadalquivir

Plaza de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), sábado, 25 de agosto de 2018. Corrida de la Exaltación del Guadalquivir. Buen tiempo. Lleno de “No hay billetes”. Ameniza la banda de música “Julián Cerdán”, dirigida por Justo Jiménez.

Se lidiaron seis toros de la ganadería de El Torero (que pasta en El Bosque), con pesos entre 501 y 540 kilos, de buena morfología y no sobrados de fuerza aunque de buen juego en general. En el arrastre, el primero, el segundo y el quinto fueron aplaudidos; el tercero, ovacionado; el cuarto recibió la vuelta al ruedo.

Juan José Padilla, estocada honda traserilla; dos orejas. Recibiendo entera algo contraria y delantera; dos orejas y rabo.

José Antonio Morante de La Puebla, tres pinchazos sin soltar, un pinchazo hondo y dos descabellos; pitos. Gran estocada; dos orejas.

Octavio Chacón, pinchazo en su sitio; dos orejas. Media estocada; una oreja.

Incidencias: Padilla se despedía de la afición de Sanlúcar de Barrameda, su localidad de residencia, y recibió, al terminar el paseíllo, una sonora ovación rematada con la entrega, por parte de la empresa, de una placa de recuerdo y un cuadro al óleo con su retrato. Entre las cuadrillas, fueron aplaudidos los dos picadores de Chacón (Santiago Pérez y Juan Melgar). Los tres espadas salieron a hombros por la puerta grande de la plaza del Pino.

Llegó el momento de despedirse. Padilla se anunciaba en Sanlúcar por última vez de luces; era su actuación número trece en la ciudad manzanillera, donde destaca su encierro en solitario allá por 2010. La presencia de Octavio Chacón era un aliciente para los aficionados, vista su trayectoria de los últimos años; era su presentación como matador, aunque ya estuvo aquí cuando novillero. Morante, ya se sabe, está en este rincón como en su casa. El lleno estaba garantizado. De la antigua exaltación del Río Guadalquivir no sabemos si queda algún acto más aparte de esta tradicional corrida. Pasaron los juegos florales, las reinas y las damas, los concursos… pero los toros siguen (como también sigue la costumbre de los fotógrafos de hacer el paseíllo delante de los toreros).

Padilla, de burdeos y oro, a su primero, castaño con pitones destrozados, lo recibió con una larga cambiada de rodillas, lances al paso y media en el tercio. No comprendemos la presentación de los pitones del toro ni de quién es la culpa (¿del ganadero, del torero, del empresario o del presidente?) pero sí sabemos que quien pierde, aparte de la Fiesta, es el propio Padilla, que no necesita estas cosas y más en una despedida de los suyos, que desean premiarles sin reservas; ¿alguien habrá presentado denuncia contra el presidente por permitirlo? ¡Qué diferencia con el victorino de 2010! Después de un puyazo fuerte hizo un quite por chicuelinas y media; pareó el maestro, primero al cuarteo con un par trasero, luego desde el estribo colocando mejor y finalmente al violín dejando arriba. Brindó al público e inició la faena por buenos doblones, en tanda de las tablas al tercio; en una tanda en redondo se le partió la ayuda y reanudó para dos nuevas tandas que llevaron molinetes y martinetes de salpimienta, aunque el animal había dado muestras de flojera; por el izquierdo bajó la mano y reaparecieron esas mismas muestras; de nuevo a diestras llegamos a la fase de los circulares, de enroscarse el toro, de los molinetes, más circulares y el desplante; las manoletinas finales acabaron en un abaniqueo y un desplante de rodillas; el Mangui, antiguo subalterno, fue invitado a hacer una parte de la vuelta triunfal.

En su segundo, bonito, recibió por bajo y con lances avanzando para rematar con media en los medios; la puya fue larga, y barrenando, y el quite por faroles, característicos en Padilla, y revolera; las banderillas las puso al cuarteo, esta vez en lo alto, desde el estribo y al violín, levantando aplausos entregados. Brindó a su apoderado Diego Robles e inició faena como torbellino, con cinco derechazos seguidos de rodillas y el de pecho de pie; siguieron dos tandas, una en redondo y otra enroscándose el toro a su cuerpo, ésta entre aplausos continuos; por el pitón derecho el toro humillaba todo lo que le pedían; con la derecha otra vez, vinieron los recursos padillistas, martinetes, rodillazos y desplantes, el último de ellos sin muleta y ofreciendo el pecho; antes de entrar a matar, Carlos el Bocho le dedicó un cante por bulerías desde el callejón. Después de la vuelta al ruedo hubo otra ovación de despedida cálida que respondió Padilla besando la arena echado en el centro del ruedo.

Morante, de nazareno y oro, a su primero, castaño gacho sin ningún mal ademán, de saludo le quitó las moscas; el tercio de varas fue un desorden, picó primero el de puerta y luego el titular, entre protestas del respetable; Chacón aprovechó para dejar un quite, por chicuelinas y media campera, que fue toda una declaración de intenciones, aplaudidísimo, lo mejor hasta entonces; en banderillas Lili cumplió. La faena empezó por bajo entre aplausos (a Morante se le aplaude hasta cuando tose) y siguió con pases de aliño para irse por la espada entre las protestas más que justificadas.

En su segundo, jirón y axilado, con el capote volvió a quitarle las moscas por alto; el tercio de varas vuelve a ser como el anterior, un desorden, y los palos se redujeron a dos pares. Cuando el personal estaba a punto de definitivo enfado, cogió la muleta e inició en tablas con ayudados por alto y espaldina, siguiendo en redondo entre aplausos; en los medios con la izquierda vino lo bueno, con trazo largo; volvió a derecha para templar y otra serie en redondo con algún pase muy lento para luego otra, buena, larga y rematada de pecho a lo grande; salió con sonrisa para sí; tras tomar el estoque se obsequió con nueva serie para recrearse; la tarde estaba arreglada.

Octavio Chacón, de rosa y oro, en su primero, burraco y tocado del derecho, dio un recibo largo por delantales rematado en los medios con larga cambiada de rodillas; en el callo dejó lejos al toro para que se luciera y se lució, como el picador; hizo primero un quite, por tafalleras y dos medias, y luego otro, por verónicas y dos medias (tiene hambre de torear este Octavio); al segundo par pidió cambio para no desgastar al toro. Brindó a Padilla en los medios y en los medios citó de rodillas dando así cinco derechazos y de pie el de pecho de pitón a rabo; siguieron tres tandas, en redondo, por circulares y la mejor la tercera, incluyendo otros pectorales de marca; por la izquierda bajó la mano y toreó despacio, como el sueña de hace tiempo (ahí sí tenía toro para torear despacio)  y se sintió traspuesto; con la derecha llegó a las cercanías, con desplante, y a los circulares y cunado estaba en los cuernos tiró la muleta poniendo a la plaza en pie; para finalizar las manoletinas fueron firmes y a pie quieto; la espada quedó en tan buen sitio que el animal se la fue tragando solito. En la vuelta al ruedo se pone a firmar autógrafos; no, Octavio, no firmes autógrafos en la vuelta triunfal, que es tuya y de nadie más; los autógrafos, fuera de la plaza.

A su segundo, bien presentado, lo saludó con lances de lidia y lo dejó en el centro del ruedo; hubo buena pelea pero al salir del caballo el toro dio una vuelta de campana; los palos fueron dos pares y el maestro tiene que salir a hacer un quite a cuerpo limpio; Miguel Ángel Sánchez corrió bien llevando a punta de capote. El inicio de muleta se realizó por bajo pero con planta vertical; en los medios vimos trazo largo y mano baja con el toro siguiendo; por la izquierda hubo dos tanda bajando también la mano; a diestra hubo una serie larga y a izquierda de nuevo el toro ya se iba yendo poco a poco a tablas; la preparación para la estoca se hizo con ayudados.

La fiesta acabó tarde. Nadie se movía de sus asientos mientras los tres matadores paseaban lentamente a hombros el ruedo de la coqueta plaza. Salieron en olor de multitud y después de llegar a sus furgones la gente se apiñó alrededor para continuar el disfrute de los ídolos, con firmas de autógrafos, repartos de afiches, fotos de selfies, felicitaciones. Nosotros, por nuestra parte, pudimos felicitar al mayoral de la ganadería por el envío, felicitación que mandamos desde aquí a la ganadera Lola Domecq. Octavio Chacón, por su parte, no tenía prisa en dejar de degustar lo bueno; y eso que al día siguiente tenía cita en Bilbao con los miuras.

Padilla se despide de Sanlúcar saliendo a hombros con Morante y Chacón