jueves. 25.04.2024

¡Chatina, la leche: ha muerto Arturo Fernández!

El célebre actor ha fallecido, con las botas puestas, a los 90 años de edad

Ha muerto como vivió durante 90 años: hecho un galán. Impecable de hechuras. Impoluto de formas educacionales. Alto pero nunca altivo. Queriéndose a través de los demás. Un seductor de su propia existencia. Eternamente bien planchado de ropajes, que era una elegancia siempre intachable elevada a la enésima potencia de su estilismo. Esas corbatas tan milimétricamente medidas. El pañuelo que asomaba como un guiño a la chatina, al guayabo, a la señorita de buen ver que merecía el más pulcro piropo y el más excelso tratamiento. Con la delicadeza de un caballero que las enamoraba. Se negó a envejecer y jamás lo hizo en espíritu y en verdad. Sin traicionarse. A ojos vistas fue feliz sin treguas.

Arturo Fernández (Gijón, 1929) ha fallecido con las botas puestas. Con las botas encima del escenario. Con una carrera muy dilatada y muy fecunda a sus espaldas. Sin ninguna parada. Sin ninguna crisis profesional. Recto y seguido, como los animales escénicos que necesitan voracidad interpretativa. Fue el pasado 2 de abril cuando, a causa de una dolencia estomacal, tuvo que apearse de su constante disciplina profesional. Suspendió entonces las exitosas representaciones de ‘Alta seducción’, comedia con la que estaba realizando gira por toda España.

De bastantes años a esta parte había quedado prendado y prendido en un personaje tipo que le venía como anillo  al dedo. El del galán que, sin ser guaperas, y entrado en años que jamás aparentaba, y que a su vez se mostraba divertido, elegante al cien por cien e implacablemente seductor. Últimamente además jamás escondió su defensa de las políticas conservadoras. Verbigracia: lanzó exabruptos a quienes se movilizaron contra la gestión de Mariano Rajoy o, por ejemplo, negarse a llevar ‘Alta seducción’ a Cádiz precisamente por ser una ciudad gobernada por Podemos.

Con todo y con eso la carrera de Arturo Fernández traspasa esta mera anécdota e incluso la acuñación de su celebérrima “chatina". Y es que, antes de convertirse en una figura popularísima del teatro y la televisión, participó en más de 70 películas desde su debut a los 24 años en ‘El beso de Judas’ (1954), de Rafael Gil, con quien trabajaría en otros seis filmes más.

Enseguida se hizo un habitual. Cayó de pie en la profesión. De modo que el  actor se convirtió muy pronto en una presencia constante en el cine español: solo en la década de los sesenta interpretó 30 películas, algunas de ellas convertidas en éxitos tan potentes como ‘María, matrícula de Bilbao’ (1960), ‘El último verano’ (1962), ‘Escala en Hi-Fi’ (1963), ‘Currito de la Cruz’ (1965), ‘Camino del Rocío’ (1966), estas dos últimas también a las órdenes de Gil, y ‘No desearás la mujer de tu prójimo’ (1968), una de las nueve películas en las que fue dirigido por Pedro Lazaga.

Pero no se quedó en el registro de la comedia. Ni hablar del peluquín. Es más, en su momento se reveló como un sólido intérprete dramático y, entre finales de los años cincuenta y la mitad de los sesenta, participó en más de 10 películas de género negro, en la mayoría de ellas dirigida por Julio Coll, responsable del auge en Barcelona de este género. Obras como ‘Distrito quinto’ (1958) y ‘Un vaso de whisky’ (1959) revelaban a un actor más que solvente, aunque no fuera poseedor de un amplio registro.

Su trabajo le hizo obtener dos TP de Oro y un Premio Iris, que entrega la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión de España. Fue ahí donde Arturo Fernández consiguió incorporar el “¡chatina!” y el “¡la leche!” al vocabulario de los españoles. Solía autoparodiarse. Y en este papel se movía cono Pedro por su casa. Se sentía a gusto ejerciendo de sí mismo. En el teatro apostaba una y otra vez por su personaje -cuasi él mismo- prototípico.

Cabe reseñar que sus galardones son interminables: hijo predilecto de su Gijón natal e hijo adoptivo de Oviedo, consiguió, entre otros, el Premio del Sindicato del Espectáculo al mejor actor en 1961 y 1968, la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor actor por Truhanes en 1983 y la Medalla de Honor en 2015, la Medalla del Ministerio de Cultura al Mérito en Bellas Artes en 2004... ¡Chatina,  qué triste noticia: ha muerto Arturo Fernández! ¡La leche!

¡Chatina, la leche: ha muerto Arturo Fernández!