Hoy puede considerarse como la reina de la copla en España. Es famosa por méritos propios. Tiene bien ganada su carrera como cantante. Es Isabel por antonomasia. Es la Pantoja como apellido exclusivista. Un apellido que siempre está a la orden del día. Que concita todos los intereses mediáticos. Que no decae de los titulares de los teletipos de la actualidad.
Ella es Isabel con sus pros y sus contras. Ella es la mujer que a veces silencia cuanto de ella se dice. Cuanto de ella se habla. Cuanto de ella se inventa. Cuanto de ella se debate. Su fe mueve montañas y su pasado, al parecer, un torbellino de problemas internos que desembocan en la marimorena de tertulianos y en la escandalera de lenguas de vecindonas.
Tormento biográfico
Parece que lo cañí encierra mucho de tormento biográfico. Que el argumento de las letras se imanta a la garganta que las interpreta. Y que existe como una especie de unción casi sacramental entre lo cantado y lo vivido. La tonadillera, como el beso de la española, cuando canta lo hace de verdad. Y de tanta pasión como inyecta en cada actuación, algo de lo expresado queda ya habitando en la realidad, en la carnalidad, en la identidad de la artista.
La vida -los contentos y las desgracias- de Isabel Pantoja tiene visos de letra de Rafael de León. Es un decir nunca al voleo. Últimamente, de un tiempo a esta parte, está siendo centro de la diana de las críticas. Vapuleada o no tanto, según se mire. Su hijo codirige los proyectiles verbales hacia su madre. La relación materno-filial es ahora harto belicosa.
Conforme a su profesión
Sin embargo cabe esperar que todo este bullicio televisivo con invasiones de lo privado no sea sino un jaleo temporal. Porque cada cual debe seguir brillando conforme a su profesión. En orden a sus talentos artísticos. Y no al margen de la virtud. A veces el morbo puede con la obra creativa. Es lo que tiene ciertos descontroles de la Era Digital en la que andamos inmersos.
Isabel Pantoja es cantante de tronío. Lleva años, décadas, triunfando en escenarios españoles e internacionales. De modo que el arte debe regresar a su cauce natural. A su contexto de evidencia y aplauso. Todo fluye en los parámetros de la fama. Isabel domina la canción española. Y su renombre se escribe con letras de consagración.
Comienzos no fáciles
Sin embargo los comienzos no fueron fáciles. A ella nadie le regaló nada. Por esta razón principió también alternando, coqueteando, ejerciendo de actriz igualmente en el inicio de su carrera. Pero… ¿cuál fue su primer papel como actriz en televisión? ¿Es conocido este dato por los muchísimos fans de la Pantoja? ¿Le sirvió para ser más conocida en España?
Para precisar este dato debemos remontarnos a mediados de los años 70. De la década de los 70. Una década que nos trajo el tardofranquismo, la Santa Transición y el aperturismo. Una década fecunda en cine. Y una década en la que la televisión comenzaba a cambiar…
Aire fresco para las pantallas españolas
Se puso al frente de Televisión Española durante un tiempo a Adolfo Suárez. Y un viento de aire fresco ya se colaba por las pantallas de los hogares españoles. Fueron años de series de televisión excepcionales . ¿Quién no recuerda ‘Los camioneros’, ‘La barraca’ o ‘Cañas y barro’? Eran series más de aquí. No menos profesionales de las rodadas cuarenta años después en nuestro país.
Entre las que destacaron sobremanera en los años setenta podemos y debemos mencionar la mítica de ‘Curro Jiménez’. Los entrañables personajes del propio Curro Jiménez junto a sus inseparables Estudiante y Algarrobo hicieron furor en los españoles. Tanto en mayores como en pequeños. Fue, a no dudarlo, un fenómeno social.
Pues bien, una jovencísima Isabel Pantoja hizo un cameo, intervino, en uno de los capítulos de esta inolvidable serie. Encarnó a Araceli, una joven zalamera que además cantaba divinamente. Una Isabel muchacha que aún ni siquiera imaginaba el alcance que pronto tomaría su gran carrera artística.
