viernes. 29.03.2024
Isabel Pantoja
Isabel Pantoja

Isabel Pantoja quiere un programa para ella. Pero no un programa del otro jueves. No un programa de tres al cuarto. No un programa de chicha y limón. No un programa de bajo o medio presupuesto. No un programa de toma y daca. No un programa de andar por casa. No un programa insustancial. No un programa al uso. No.

Nones. Ni hablar del peluquín. Lo que quiere Isabel Pantoja es otra cosa, mariposa. Lo que quiere Isabel Pantoja es algo unilateral y unipersonal. Que centre y centralice todos los focos. Toda la expectación nacional. Todas las miradas, todas las atenciones.

La horma de todos sus zapatos

Isabel ha encontrado la horma de todos sus zapatos. La solución que encaja como anillo al dedo a su actual situación de descontrol emocional al respecto de adversarios, entre los que se encuentran no pocos antiguos amigos incondicionales. Y parentela lejana. Y familiares cercanos, tantos como puede ser y de hecho es su hijo Kiko, Kiko Rivera.

Un apellido que precisamente le está retumbando en los oídos de un modo atronador. Rivera es para Isabel Pantoja un apellido que ha proyectado el más inesperado efecto boomerang. Se le ha vuelto en contra pero ya no sólo con mando a distancia. Sino también de manera presencial. Varios miembros de la familia Rivera han salido al paso de cuanto ha denunciado Kiko.

Isabel Pantoja optó por guardar silencio

Los Rivera por descontado tienen su derecho a expresar no sólo sus opiniones sino también su verdad. Isabel Pantoja optó por guardar silencio cuando estalló el escándalo de los programas especiales arracimados bajo el título ‘Cantora: la herencia envenenada’. Escándalo, sí, o escandalera, marimorena o como bien queramos denominar a este jaleo mediático que pone todos los dedos acusadores en dirección a la tonadillera.

Ahora, ya decimos, la cantante quiere un programa para sí. Un programa de tomo y lomo. Un programa que dará mucho que hablar. Y lo dará en orden a unos contenidos que pueden hacer explotar cielo y tierra. Porque Isabel desea para sí un serial, una docuserie, similar, semejante, idéntica o casi a la ofrecida ahora en favor de Rocío Carrasco, la celebérrima hija de la tristemente desaparecida Rocío Jurado.

El precio incalculable

Se podría entonces liar la de San Quintín. ¿Cuánto vale la confesión a todo pulmón, de principio a fin y sin esconder nada de nada, de Isabel Pantoja? ¿Dos millones de euros o algo más? Menos de seguro que no. Las negociaciones no serían fáciles en el pacto económico. Pero el éxito sería idéntico o incluso mayor en repercusión del ya por sí triunfante -en cuanto a índice de audiencia- comparándolo con el de Rociíto.

Rocío Carrasco e Isabel Pantoja

¿Qué contaría Isabel Pantoja entonces? ¿Toda la ilusión que creció en su fuero interno cuando, siendo niña, ya soñaba con ser artista a pesar de todos los pesares, contra viento y marea y además a contracorriente incluso de las propias posibilidades económicas de la familia? ¿La verdad verdadera de sus primeros amores y amoríos, noviazgos o ligues de juventud?

¿Su relación veraz con el resto de las folclóricas más renombradas del país, tales a la sazón Lola Flores o Rocío Jurado? ¿O ídem de su amistad con Encarna Sánchez? ¿O toda su versión de la etapa junto a Julián Muñoz? ¿O su enamoramiento de Paquirri? ¿O su opinión sobre su hermano Agustín y su hijo Kiko? ¿O su paso por la cárcel? A ver, a ver…

¿Qué contaría Isabel Pantoja en una docuserie como la de Rocío Carrasco?