martes. 16.04.2024

Marc Gil, técnico sanitario de emergencias, es un joven de 34 años que ejercía su profesión feliz y entregado a la causa. Gozaba de una salud luminosa. Gran defensor de la ética. Y del fiel cumplimiento de la deontología de su vocación. Trabajador sin descanso. Todo le iba viento en popa en su vida personal y profesional hasta que…

Hasta que llegó la pandemia. Como una torrentera de desconciertos. Se entregó de lleno. Aunque no se sintió protegido. Porque no iba con todo el material necesario. Pero aún así desempeñó su trabajo con entereza. Con valentía. Con heroicidad. Dio el cien por cien. Con servicios de veinticuatro horas. Fue testigo de muchísimas desgracias personales…

Porque lo llamaban urgentemente de domicilios: allí, en cada casa particular, había un enfermo de coronavirus que se asfixiaba, y cuando llegaba a toda prisa, ya había fallecido la persona presa de esta maldita pandemia. Le pasó infinidad de veces. Ante sí observó in extremis a cientos de muertos. Como una escena repetida con diferentes protagonistas.

Marc Gil Iker Jimenez

Llegaba a su casa afectado. Muy afectado. Porque Marc Gil, además de un profesional de una vez, de un profesional de cuerpo entero, es muy buena persona. Con una sensibilidad especial para el ejercicio de su profesión. Salvar vidas figura en su divisa diaria, en su horizonte presente, en su deber, en su obligación, en su felicidad. Dar y curar vidas, siempre como lema, como objetivo de un momento a otro.

Un superviviente plagado de secuelas

Este jueves 18 de noviembre ocupó silla en la mesa del programa ‘Horizonte’ (Telecinco) de Iker Jiménez. Puso el nudo en la garganta a todos los presentes en el estudio televisivo y a los miles de espectadores que siguieron el espacio. Porque intervino, sí, un superviviente del coronavirus plagado de secuelas. No coordinaba el habla, había perdido 32 kilos, apenas podía sostenerse en pie porque sentía vértigos, debe reaprender a masticar…

“El 3 de abril -cuenta Marc- comienzo a encontrarme mal con fiebre, tos, malestar general y opto por ir al medico. Soy sanitario y estoy en riesgo. Voy a urgencias y me dicen que tengo el virus. La cosa se fue complicando. Primero una neumonía, luego la neumonía bilateral, hubo un momento en que estaba muy mal y decidieron pasarme  a la UCI para iniciar el tratamiento, estuve en la UCI 60 días entubado”.

Iker insiste en que “esto no es para asustar. Esto es para tomar medidas”. Marc Gil prosigue: “Soñaba con mi padre, que íbamos de paseo. Mi padre había fallecido dos meses antes. Y charlábamos. Me aconsejaba. Nos cogíamos de la mano. Hacíamos como en vida. Sentía mucha tranquilidad. Cuando me despertaron lo pasé mal”.

Dos paradas cardiacas

Tan mal que estaba desconcertado: “Y pregunté qué había pasado. Había tenido dos paradas cardiacas, una de diez minutos y otra de seis. Me sacaron el tubo y no podía respirar y entonces me quedé sin respiración y el corazón se paró. A los siete días de estar en UCI no podía hablar ni moverme. No podían verme. Nadie de los míos. Llamaba a los médicos y tardaban mucho en llegar y a lo mejor era, en mi caso, una urgencia, porque se me salía el tubo. No puedes hablar, no puedes comer”.

Iker apunta: “Dicen que los jóvenes lo llevamos bien si no hay patologías previas”. Y aclara Marc Gil: “No. Eso no es así, porque yo no tenía ninguna. Estaba, eso sí, hermosete. Con algún kilo de más. Pero eso no tiene nada que ver. Mi madre lo pasó fatal porque me tenía a 200 metros y no me podía ver. Sentía impotencia. Ahora estoy peleando contra las secuencias, que son muchas”.

Marc Gil Iker Jimenez

Interviene el doctor Tomás Segura, que es una eminencia en el ámbito de la neurociencia: “Cualquier médico ha visto cosas que el resto no. Pero ya lo interiorizamos. Eso que cuenta Marc de pasear con su padre es algo increíble. El virus ha mutado en esta segunda ola y ahora los que dan más positivos son entre 18 y 29 años. Porque no cumplen las medidas de prevención. Porque tienen más interacción. Hay que tener esto en cuenta porque hay persistencia de los síntomas”.

Hablé el doctor César Carballo: “Ha sido brutal la confesión de Marc. Hay que romper una lanza por los técnicos, por los celadores, porque no se les consideraban como parte de un sistema, que es crítico y estaban desasistidos, no tenían nada. Imaginaros en la casa de un paciente, en la calle con lluvia, que son ambientes hostiles, porque eran casas a modo de auténticas ratoneras que tenían cargas virales de varios días de personas allí tosiendo sin parar. ¿Un mensaje? Que los jóvenes se protejan. Que se protejan mucho”.

Cambiar la vida

Marc subraya que las secuelas le han cambiado la vida. En todo: “Tengo que aprender a hablar de nuevo. A andar. A comer. Yo jamás pensé que el Covid me podía hacer esto. Los jóvenes creen que a ellos no les pasará nada por el simple hecho de ser joven. Esta enfermedad no tiene edad y los jóvenes aún no son conscientes. No, no son conscientes de que esta enfermedad no tiene edad”.

Yo les pediría a todos lo jóvenes -prosigue Marc- que hagan el favor de hacer caso. Porque esto no es ninguna broma, es una realidad. Yo vi a otros jóvenes que tenían Covid, muy pocos, pero fue aumentando. Se excusan algunos que empezaban a toser porque fumaban pero yo enseguida les recomendaba que se hicieran una prueba”.

Marc finalizó su intervención con una petición: “Me gustaría que le pusieran medidas adecuadas a mis compañeros para que hagan su trabajo seguros. No somos transportistas. Somos técnicos. Y debemos estar protegidos. Y lo digo porque aún a día de hoy hay problemas”.

"Los jóvenes no son conscientes de que esta enfermedad no tiene edad"