jueves. 28.03.2024
Antonio Banderas
Antonio Banderas vuelve a ponerse de moda tras la presentación de los Premios Goya

Esta siendo, de nuevo, el momento Banderas. Y lo está siendo en toda su amplitud. En toda su anchura. En todo su dictamen. En toda su envergadura. Como un soplo de aire fresco que sin embargo suena a inicios en la década de los ochenta. Sí, es el momento Antonio Banderas.

Todos, propios y extraños, sirios y troyanos, los de la izquierda y los de la derecha, los del centro y los apolíticos, los patriotas y los apátridas. Los del Real Madrid y los del FC Barcelona. Los del Sevilla y los del Real Betis. Los de la Macarena y los de la Esperanza de Triana

A flor de boca

Los malagueños y los murcianos. Los madrileños y los gallegos. Los independentistas y los españoles de raza. Los ateos y los creyentes. Los amantes del cine y los melómanos. Todos con Antonio Banderas en los labios, a flor de boca, en los comentarios.

Antonio ha recuperado el lado castizo de lo ibérico pero con un tipín y un tilín que ya quedó evidenciado en la noche archicomentada de la gala de los Premios Goya. También ha rescatado el glamour de la nueva era, la que coloca los sesenta años de edad en veinte menos.

El concepto de vejez

Antonio ha retrasado el concepto de vejez, lo ha empujado hacia adelante, en tanto en cuanto sesenta años es fuente de atracción y excelente estado de forma. Ante él sí nos creemos que ha aumentado las merecidas prórrogas de la juventud.

Antonio no es solo modernidad en atención a su salud y a su físico. Sino también a otras variantes de su propio ser. Por ejemplo, la forma de vestir. Tan de cadete, tan italiano, tan global. Con perfiles ajustados, con finura, con figura.

Con todos los merecimientos

¿Ha vuelto a poner de moda Antonio Banderas? Parece que sí. Y con todos los merecimientos y con todos los honores. Nuca dejó de estar en el candelero. Pero ahora ha protagonizado una especie de impretendido renacimiento. La suerte también depende del arrojo profesional.

Y la gala de los Goya conllevaba mucho de riesgo. Era como la cuerda floja para un equilibrista mareado. O sea, un descenso asegurado al fracaso. Una caída al abismo del tropezón que nadie podía evitar. La patata caliente encima del propio cogote. El marrón sobre la coronilla.

Sólo una táctica posible

Sólo  había una táctica posible para este partido. Sólo una estrella que conduciría a la salvación y a la permanencia. Y ese nombre era Antonio. Un actor de bandera. De banderas. Y un presentador como la copa alta de un pino. Su calidad como presentador ya ha quedado demostrado. Más que demostrado con creces…

Después de visto lo visto, Antonio vuelve a la pomada. A la zona VIP de las críticas positivas. A la admiración de las masas. A la satisfacción de las multitudes. Expertos en la materia aseguran que Antonio debería hacer ahora más tele. Porque a su vez puede ser animal televisivo.

Un hecho palpable

¿Vuelve a estar de moda nuestro actor por excelencia? La respuesta es un hecho palpable, a la vista de todos, como una afirmación de Perogrullo. Ojalá se prodigue más en la pequeña pantalla. Sus enseñanzas mejorarán ciertas programaciones televisivas.

En España hay muchos representantes que son un contraejemplo. No así nuestro actor Antonio Banderas. Tan a contracorriente de la mediocridad imperante. Tan a contracorriente de la vagancia. Tan a contracorriente del engaño, de la mentira, del embuste. Quedémonos con la cúspide de su verdad.

¿Ha vuelto a ponerse de moda Antonio Banderas?