La cosa sigue alterada. Cantoralandia es un territorio comanche sin indios. Más bien un poblado desértico de vida. No es que allí vivan cuatro gatos porque quizá de felinos sí exista un grupillo de acá para allá. Isabel Pantoja sabrá quiénes pululan Cantora intramuros.
El asunto es que la cuestión familiar está hecha añicos. Pero por días más se desestructura, que ya es complicado. Los mensajes de reproche se envían por los rayos catódicos de la televisión. Y por el directo hilo conductor de las redes sociales. Aún resta mucha tela que cortar.
La delgadez de Isabel Pantoja
Se aproximan curvas en esta carretera secundaria del colorín. La prensa del corazón ha encontrado acomodo en el derredor de la tonadillera. Ella adelgaza por tramos y este embebido estado físico ya preocupa a sus allegados. Lejos quedan los halagüeños tiempos del marinero de luces y los récords de venta discográfica.
No cabíamos en casa y parió declaraciones la Esteban. La guinda para esta zapatiesta que inició Kiko Rivera con sus incendiarias confesiones versus mamá. Belén Esteban ha hablado en su programa de cabecera -que es más bien de siesta o siestorra, según se mire-: ‘Sálvame’.
El servicio social del programa
Por cierto: el servicio social de acompañamiento a personas en soledad que realiza ‘Sálvame’ también ha de ser tenido muy en cuenta a la hora de analizar sus contenidos. De nada sirve analizar contenidos programáticos si los desgajamos de la demanda, de la repercusión, del índice de audiencia.
Belén esteban ha entrado a saco. Asegura que Bernardo Pantoja, hermano de Isabel, ha querido entrar en Cantora, siempre por las buenas, claro está, para visitar a “doña Ana”, su madre. Pero ha visto frustrada su intención. Agustín -léase tito Agustín- al perecer se lo ha impedido.
Belén fue prolija en detalles. La princesa del pueblo ha ejercido de reportera bien informada. Su noticia estaba caliente. “Hay un amigo de toda la vida que le debe dinero a Isabel Pantoja. Que el hombre sabe que se lo va a pagar, pero va la finca para recordarle lo del dinero. Va a la finca y lleva a una persona que quiere ver a su madre que se llama Bernardo (Pantoja)”, ha contado.
“Bernardo Pantoja quiere ir a ver a su madre. Llegan a Cantora. Y allí hay dos puertas, entran por una y cuando llegan arriba, no hay nadie. De repente detrás de la puerta se oye a Agustín Pantoja diciendo que no le iba a abrir la puerta a ninguno de los dos. Bernardo dice ‘ábreme, que quiero ver a mamá’. Agustín les dice desde detrás de la puerta que no les va a abrir la puerta”, añadía Belén.
Media Vuelta
Ante la negativa de quien se supone ejerce de mánager de Isabel “se tienen que dar la vuelta porque Agustín se niega a que vea a su madre. Entonces el amigo de la familia llama a Kiko Rivera”. Un nuevo aliño a la ensalada agria de esta polémica que se agranda a pasos agigantados.
Cantora se va convirtiendo en un polvorín. No es la casa de los horrores pero sí parece un castillo cerrado a cal y canto. ¿Qué se cuece entre sus paredes? Sin duda un halo de misterio late en su interior. Cantora ya no es aquello que en su día fue: pasto de ilusiones, de amor en chispa y de un futuro feliz que se dibujaba en lontananza.
