jueves. 18.04.2024
Dani Rovira
Dani Rovira

Dani Rovira es un referente actual. Lo es por una buena causa. O por una doble buena causa. A veces la fama no asume su también función social. La fama no ha de usarse como instrumento de potenciación del prurito personal. Ni como altavoz de un ego que crece directamente proporcional al nivel de la propia celebridad.

La fama a veces juega malas pasadas. Por lo común así es. Porque es una situación engañosa. Un ente irreal. Una percepción traicionera. Fama no quiere decir renombre. Es más: a día de hoy incluso coinciden en su antonimia. Suelen ir por caminos distintos. No siempre.

Mérito y virtud

La fama ha de ir adherida al mérito. A la virtud. A la ejemplaridad. Incluso la ejemplaridad en la tenacidad del trabajo. La fama ha de ser una consecuencia y no un objetivo. Ha de ser un hecho natural y no un propósito enlatado. La fama tiene algo de ave desplumada después de una ventolera: puede alcanzar el cielo pero sin certeza de nada.

Dani Rovira está sabiendo usar la fama para compartir lo mejor de sí con los demás. Sin ufanía. Sin altanería. Sin melindres y sin fanfarronerías. Sino como confesión. Como unción fraternal. Como equidad del ser. Como camarada. Como colega del vivir cotidiano. Como aliado sin banderías. Como ciudadano de oxígeno y franqueza. Como ciudadano, sí, del mundo.

Dani Rovira y Antonio BanderasDani Rovira y Antonio Banderas

Instrumento útil

Siempre se ha dicho que las redes sociales pueden llegar a ser un instrumento útil, un instrumento muy válido, para según qué cuestiones. Una herramienta para acercar a personas, para retroalimentar enseñanzas. Para ejercer de vasos comunicantes, de ayuda recíproca. Para participar informaciones necesarias, instructivas, veraces, inmediatas.

Dani Rovira ha usado la fama que le ha otorgado la excelencia de su profesión -un cómico por antonomasia, un actor por ende- para hacer más extensible si cabe el efecto multiplicador de sus redes sociales. Y si las visitamos por lo común y de continuo hallamos un mensaje de paz. Una defensa hacia la Madre Tierra. Una reivindicación del cuido para con el mundo animal.

Cuidar nuestro hogar

De hecho, en una de sus últimas publicaciones inserta literalmente el siguiente texto: “Hoy es el Día de la Tierra, nuestro imprescindible e insustituible hogar. Me uno a @Natgeo para compartir uno de los atardeceres más inolvidables que recuerdo, hace ya un par de años en los Montes Cárpatos. Ojalá el sol siga teniendo siempre sitios tan bellos donde posarse. Cuidemos nuestro hogar y el de todas las generaciones que están por llegar”.

Siempre Instagram aportando enseñanzas de un activista. De un pacifista. De un animalista. De un luchador a brazo partido. A brazo partido y no abrazo partido. Y esta posición en la vida, esta filosofía vital, esta manera de guerrear desde la fraternidad, la ha demostrado con creces, la ha demostrado sobre todo, durante la travesía de una enfermedad a la que ha vencido con ímpetu, con tesón, con simpatía, con afán de superación, con frontalidad, con valentía.

Tentativas de humildad

A diario observamos como muchos famosos de pacotilla convierten la fama -su fama- en su pudridero de ocasiones desperdiciadas. En un escaparate de megalomanía. En una ridícula exhibición narcisista del yo (al margen de cualquier tentativa de humildad).

El mal uso de las redes sociales y el mal uso de la presencia televisiva están a la constante del día. La fama distingue a las primeras de cambio a la personalidad del personaje. Al personaje del personajillo. Al contenido del vacío. A la aportación de la poquedad. A la suma de la resta. Al valor del demérito. A la permanencia de los días contados.

Dani Rovira es un ejemplo del pragmatismo y del servicio social que debe comportar la fama. El famoso, cualquier famoso, abraza una responsabilidad enorme. Es espejo para bien o para mal de todo cuanto haga y todo cuanto diga. Hay famosos que, en efecto, como en el caso de Rovira, sí saben diferenciar lo esencial de lo accidental.

Te sorprenderá en qué es Dani Rovira un ejemplo social