jueves. 28.03.2024

La fiesta del pueblo

"La misión de la Iglesia es una pasión por Jesús, pero también una pasión por su pueblo"

Por Juan Jacinto del Castillo Espinosa

Podría parecer una tontería repetir que nuestra Semana Santa jerezana tiene dos características: Una que es religiosa y otra que es popular. Es la manera como nuestro pueblo manifiesta su religión. Los jerezanos no son sólo habitantes de una localidad gaditana, sino que en gran medida y eso es lo que manifestamos en nuestras hermandades y cofradías, somos Pueblo de Dios. La Palabra de Dios también nos invita a reconocer esto mismo: "Vosotros, que en otro tiempo no eráis pueblo, ahora sois pueblo de Dios" (1Pe 2,10).

Los que queremos estar cerca del pueblo religiosamente hablando no podemos despreciar esta valiosa realidad. La misión de la Iglesia es una pasión por Jesús, pero también una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús, en cualquiera de sus advocaciones, nos detenemos ante Jesús sufriente, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene, pero allí mismo, si no somos ciegos, empezamos a percibir que esa mirada de Jesús se amplía y se dirige llena de cariño hacia todo su pueblo. Jesús mismo es el modelo de esta opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo. La entrega de Jesús en la cruz no es más que la culminación de ese estilo que marcó toda su existencia.

A veces algunos sienten la tentación de ser cristianos elitistas, que como príncipes miran despectivamente al pueblo sencillo. Queda claro que Jesús no nos quiere así; y tampoco es la opinión del actual Papa ni una opción pastoral entre otras posibles; son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas y contundentes que no necesitan interpretaciones que le quiten fuerza interpelante. Vivamos todos los cristianos el gozo misionero de compartir la vida con el pueblo fiel a Dios tratando de encender el fuego en el corazón del mundo.

En este contexto de crisis económica y moral quiero especialmente destacar la acción caritativa de nuestras hermandades jerezanas. A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que no convirtamos nuestras parroquias y hermandades en cobertizos comunitarios que nos permitan mantenernos a distancia de las tormentas que atormentan a los hombres, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la experiencia de ser pueblo, de ser pueblo de Dios.

La fiesta del pueblo