jueves. 28.03.2024

¡Vivamos la Semana Santa desde lo interior!

De lo prescindible y lo imprescindible de la Semana Mayor

Nuestra condición cofradiera gusta de interiorizarse -por veces- cuando la Santa Cuaresma llama a la médula del calendario litúrgico. ¿Somos más selectivos a medida que cumplimos años en la transustanciación de la vivencia del tiempo de vísperas? Los albores de primavera es la refinación del descarte conforme a la transversalidad vivencial de antaño. Cuando entonces aspirabas al don de la ubicuidad. Te desvivías por  experimentar todo lo experimentable a golpe de la apretada agenda de cultos y actos de las cofradías. Acá y acullá.

Con sana avaricia que jamás rompía el saco de nuestra juvenil energía incombustible. Esponja a jornada completa. Ahora ya no: hoy sin embargo aspiramos al don de la mismidad. Esto es: a la lindera pureza del disfrute -hacia adentro- que rebaña e interpreta y reinterpreta todos los significantes de lo esencial (para desechar los significados de lo accidental, de lo accesorio, de la cáscara, de la hojarasca).

Por esta deductiva razón tantísimo nos hemos identificado con la reflexión -timbrada- que ‘El Fiscal’ escribió en ABC de Sevilla: “Interior. No es el Ministerio que lidera un nazareno de San Isidoro, sino el espacio donde mejor se vive la Cuaresma y la Semana Santa. La ventaja del paso de los años es que cada vez te sobran más cosas, necesitas menos, prescindes hasta del programa de mano doblado en el bolsillo de la chaqueta. De la Cuaresma, dos cosas. De la Semana Santa, acaso cuatro. Y en ese hermoso interior, una selección de ritos personales e intransferibles”.

Pues eso: la Semana Santa es la interioridad de cada cofrade. Siempre lo interior. Lo que gravita dentro de nosotros. Aquello que nadie ve. Aquello que nadie debe ver. Porque nos pertenece por entero. Porque pertenece a cada cual y a Dios. Eso es la Semana Santa. Y no otra suerte de espectáculo impostado. Que no nos engañen. Y vivamos la Semana Santa desde el interior. Con la intensidad de lo rotundamente eterno.

¡Vivamos la Semana Santa desde lo interior!