
Al fin la sociedad puede volver al reclamo de su mejor suerte. De su buena suerte. Al rito de su llamada. A la tradición de algo maravilloso que, a favor de nuestro destino, siempre ha venido sucediendo antaño durante la noche del 23 de junio y que sin embargo la pandemia paralizó como por orden dictatorial. No se trata de superstición, aunque en algunos casos así pudiera ser, sino de magia, de verdad, de conexión inmaterial. De tradición que transciende lo tangible.
Y es que no se equivocan ni por asomo -¡les asiste más razón que a un santo!- quienes consideran la noche del 23 de junio como una de las más mágicas del año, por no decir la que más. Todo sucede, como por arte de ensalmo, a las doce de la noche. En muchas ciudades, en pueblos, pero sobre todo en las playas, sobre las arenas de la madrugada. Se festeja entonces tanto la llegada del verano como teóricamente el nacimiento de San Juan Bautista.
Todo se llena de ensueño
Entonces la noche se llena de ensueño. De esperanza. De luz, de una luz muy intensa. De color, de un cromatismo muy diverso. Se supone y se presupone -y de hecho lo es- que se trata de la noche más corta del año. ¿Quiénes son las protagonistas de la noche? Pues claramente las hogueras. Las hogueras y los rituales. Sí, los rituales que lo son de la buena suerte. La buena suerte relacionada con el solsticio de verano.
Fogata en la playa en la Noche de San Juan
La buena suerte llega en forma de energía que proviene del universo. Hay que traer ya atraer la energía positiva, la energía cósmica. Es la noche de las peticiones de salud sobre todo. De dinero, de amor. Uno de los rituales no más conocidos es el que consiste en cascar un huevo y echar la clara en un vaso de agua por ejemplo. Para colocar dicho vaso en la ventana del dormitorio y acto seguido pedir un deseo. Hay que dejar toda la noche la clara en la ventana. A la mañana siguiente se entierran en un jardín o maceta.
Los tres deseos
Luego está el celebérrimo ritual de los tres deseos. Se debe encender una vela de cera y una barrita de incienso con una cerilla de madera para a su vez escribir tres deseos en tres papelitos -un deseo en cada papel-. Se doblan los papeles y se queman con la llama de la vela. Los restos, las cenizas, hay que echarlas al mar, a un río, o al agua corriente. Este mismo ritual tiene otra versión en la orilla del mar: las olas deben darte tres veces en las piernas o bien saltar tres olas y seguidamente echar los papelitos al mar. Algunas personas lo hacen trizas antes y otras no.
Alejar todo lo malo
El ritual para alejar todo lo malo de ti: hay que tener una vela de cera negra natural. Se debe frotar la mecha por la parte de abajo. Escarbando, eso sí, en la cera. Hay que poner el nombre y apellidos de cada cual, de arriba abajo, con un bolígrafo. A continuación se enciende la vela con cerillas de madera a las 12 de la noche y, sin mayor dilación, cuando llegue a la mitad coge la vela, dale de inmediato la vuelta y enciéndela por la mecha que sacaste al inicio diciendo: "Que todo el mal que tenga se marche por donde ha venido". Dejar que se consuma y tirar los restos por una corriente de agua.
Otro de los ritos más populares y más repetidos es darse un baño (preferiblemente en el mar), en tanto en cuanto es un símbolo de salud y de eliminación de energías negativas. En el supuesto de que no estés cerca del mar, también puede valer lavarse la cara. Así las cosas, en Andalucía hay un ritual sencillo pero muy práctico: lavarse la cara a medianoche para conseguir salud todo el año. Ahora bien, recuerda en todo caso no mirarte al espejo después del baño. Si lo haces, el hechizo no tendrá efecto jamás de los jamases. ¡Suerte… y al lío!