El ser humano se enfrenta a muchos cambios a lo largo de su vida, de hecho, si existe una realidad que acepta toda persona, es que la existencia misma es mutable; por esta razón, cuando algo te sucede y te cuesta asimilarlo, comienzas a evidenciar en tu cuerpo y conducta una serie de cambios bruscos que se conoce como estrés.
¿Quieres saber cómo diferenciarlo del resto de las enfermedades? Entonces tienes que leer este post, ya que la única forma de combatirlo, es determinar que lo estás padeciendo y a qué grado, para poder actuar con anticipación y prever el surgimiento de patologías agudas o crónicas. Aún y cuando no lo han determinado como una patología en sí, son muchos galenos los que consideran que el estrés es factor desencadenante de una gran cantidad de enfermedades, motivo por el cual resulta preponderante identificar sus signos, mismos que te menciono a continuación:
Depresión
El estrés comienza a manifestarse en ti con un sentimiento de tristeza permanente; las situaciones y personas que te rodean suelen dejar de importante, de hecho, puedes perder incluso el interés por los negocios y estudios. Y en los casos graves de estrés, llegas a sentir el deseo de desaparecer, empezando por la necesidad de apartarte de todos, siendo común que te encierres en tu cuarto y no desees salir de él.
Llanto excesivo
No todos los cuadros de estrés presentan depresión, pero cuando llegan a niveles de gravedad, las lágrimas se presentan en tus ojos con continuidad, lloras sin motivo aparente, haciéndolo incluso delante de los demás; muchas veces lloras intempestivamente.
Ansiedad
Reside en sentimientos de preocupación, angustias, una sensación de pérdida, incertidumbre y un estado de agitación continua se presenta en ti, junto a la aparición de pensamientos negativos que te obligan a sentir miedo del futuro.
Pensamientos extremistas
Cuando presentas estrés, los pensamientos positivos no encuentran cabida en ti, sino que por el contrario, tu mente, producto de la misma ansiedad, genera ideas negativas, te autocriticas en exceso, sin dejar de lado el hecho de que tu temor te conduce a desconfiar de tus propias habilidades y destrezas.
Irritabilidad
Junto al nerviosismo y la tristeza, te surge un estado de irritabilidad, que trae como consecuencia tu molestia ante todo. Contradictoriamente, cuando presentas estrés evidencias fluctuaciones del ánimo con rapidez, es así como ante una situación determinada te sientes triste y con posterioridad manifiestas molestia.
La irritabilidad se genera en ti por tu imposibilidad para manejar las situaciones y a las personas, es por ello que ante la dificultad de aceptar las circunstancias, te frustras y procedes con molestia a responder o bien al actuar, tomas las cosas con brusquedad, tiras las puertas, retiras las sillas con rudeza e incluso sales intempestivamente del lugar donde estabas hablando.
Alteraciones en el apetito
Ante las presiones de la vida, tu apetito se muestra fluctuante, es decir, tiendes a comer en exceso o bien pierdes por completo las ganas de comer, e incluso adoptas gustos por platos que antes no despertaban tu interés.
Bruxismo
Como acto reflejo del estrés, por las noches haces presión sobre tus dientes y encías, como si estuvieses apretándolos y rozándolos unos con otros. Probablemente no lo distingas porque estás dormido, pero en las mañanas amaneces con un fuerte dolor en las encías, mandíbulas e incluso en el rostro.
El bruxismo es un trastorno que solo se presenta de noche, cuando se agudiza interfiere en tu sueño, y al paso del tiempo puede generarte sangrado en las encías, dolores localizados y perdida del esmalte dental.
Tensión muscular
Ocurre cuando los músculos comienzan a contraerse paulatinamente, generándote dolor localizado en la zona donde sientes la tensión. En dicho caso, el músculo al tocártelo está caliente, rígido e incluso inflamado.
La tensión muscular suele reflejarse con frecuencia en el cuello, las piernas, la región lumbar, e incluso, en el caso de las mujeres, en la zona pélvica.
Manos frías y sudorosas
Este signo aparece cuando te sientes agitado o con nerviosismo excesivo; como respuesta corporal, tus manos se tornan frías y sudorosas, manifestación que ocasionan graves problemas, en especial si trabajas con el público, pues se te imposibilita tomar los objetos con tu mano y el trato con los demás.
Insomnio
Producto de los pensamientos negativos, del temor al futuro e incluso ante la agitación que puedas sentir por tu imposibilidad de adaptarte a las circunstancias que te rodean, se te dificulta conciliar el sueño.
Comienzas por pensar de más y no hayas tranquilidad en la cama, dando vueltas, levantándote, asumes hábitos inadecuados como el consumo excesivo y sin prescripción médica de calmantes…
Dolores de cabeza
Considerado el primer signo evidente de estrés, el dolor de cabeza sin apariencia patológica es la muestra más fehaciente de que estás presentándolo; este suele ser escalonado, muchas veces comienza con leves molestias localizadas en la sien, y a medida que los factores desencadenantes se van acentuando, el dolor puede generalizarse, haciéndote sentir pesadez.
Alteraciones gastrointestinales
Son diversas las molestias que sientes, pudiendo tratarse de:
- Reflujo
- Nauseas
- Diarrea
- Vómitos
Cualquiera de estos síntomas pueden ser evidencia del estrés; en la mayoría de los casos, estas surgen como parte de tus desórdenes alimenticios: comer en exceso, dejar de comer por muchas horas o bien ingerir comida chatarra.
Respiración agitada
Producto de tu agitación y nerviosismo, se te dificulta la respiración, faltándote con esto el oxígeno en la sangre, ocasionando así desorientación y confusión mental, motivo por el cual te muestras irritable o más nervioso de lo habitual.
Alteraciones en la piel
Siendo la epidermis el órgano externo más superficial y extenso de todos, es evidente que sufra las consecuencias de tu estrés, por lo que es común que presentes sarpullidos, cuya molestia desencadena grave malestar, junto al deseo de fricción desesperante; te aparecen ulceras sangrantes en la piel con intenso dolor.
Pérdida del apetito sexual
Es más que evidente que con las frustraciones que surgen de tu incapacidad para adaptarte a las nuevas circunstancias o exigencias de la vida, las relaciones sexuales dejen de importarte y se te dificulte tener intimidad con otra persona.