miércoles. 24.04.2024
Sanitarios abatidos durante la pandemia del Covid-19 | Imagen de Archivo
Sanitarios abatidos durante la pandemia del Covid-19 | Imagen de Archivo

La pandemia sigue causando estragos en la sociedad. No conviene en absoluto que nadie se relaje. El bichito no ha pasado. Ni siquiera desapercibido para según qué países. La cosa no está superada. Ni mucho menos. Ni de lejos. Hay que seguir siendo precavidos Guillermo Javier Migliorini Izurieta es un profesor de 27 años. Muy querido por todos. Ha muerto, sí, por covid.

Migliorini Izurieta, fallecido con Covid-19

Llevaba un mes hospitalizado. Un mes completo. Con todos sus días y sus noches. Un mes que le ha parecido un siglo. Un mes que se le ha hecho una eternidad. Un mes hospitalizado en Mar de Plata, Argentina. Se trata de un caso muy trágico. Algunos días antes de fallecer compartió un texto.

Un texto en redes

Días antes de morir compartió un texto en redes desde la cama del hospital que se ha viralizado tras su fallecimiento. Hay que constatar que Guillermo Javier Migliorini Izurieta había recibido la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus el 10 de marzo. Todo entonces llamaba a la normalidad. Pero no obstante no pudo evitar contagiarse.

No lo pudo evitar. Algunos medios aseguran que el joven tenía las patologías previas. Su escrito dice literalmente: “Desde el martes sé que estoy con COVID, los síntomas: fiebre muy alta que no se baja y dificultad para respirar. Lamentablemente, mi hermano mayor también presentó síntomas y, por lo tanto, continúa aislado en su pieza. A pesar de todo, se ocupó siempre de cuidarme y llevarme a la guardia cuando los síntomas arreciaban”.

Fe en los profesionales sanitarios

Estaba comenzando a redactar una especie de testamento confesional: “Anoche entré en internación porque no saturaba bien. Tengo mucha fe en los profesionales que me cuidan, y en las personas que me quieren y están tirando rezos, oraciones y buenas energías.

Ojalá, a muchos de mis contactos que creen en la estúpida ficción de la nueva presencialidad, montada para aplacar a los medios -que no paran porque son criminales de la peor calaña-, se les caiga esa fachada y puedan ver la realidad”.

Sus frases parecen escritas de manera preventiva. Como un ángel de la guarda que anticipa la protección de los seres más desprotegidos. “Si tus hijos van a escuelas privadas, pensá que los que vamos a las públicas... Algunas, sin siquiera aulas ventiladas según el protocolo. Si viajás al cole en auto, pensá en quienes usan colectivo, con las ventanas totalmente cerradas”.

Los docentes siempre expuestos

Los docentes han tenido que cuidarse muy mucho. Son profesionales muy expuestos al contagio. En todos los países del mundo. La enseñanza ha sido un suma y sigue a pesar de la pandemia. Al costadillo de la pandemia. Si vas al colegio en Mar del Plata, pensá en cuanto falta para que lleguen los fríos, las heladas y nos obliguen a tener que mantener las clases muertos de frío (nosotros y los chicos). La peor pandemia es el egoísmo, y de esa creo que no hay salvación”.

Sus compañeros del Instituto no lo olvidan. Cómo hacerlo. Recuerdan su persona como “un ejemplo de profesor; comprometido profundamente con la sociedad de su tiempo y con todos sus alumnos. Un trabajador de la educación entusiasta y siempre alegre”. La pandemia es un mal que sigue omnipresente. La relajación es la peor e las respuestas. La relajación es como un enemigo interior de la voluntad que todos podemos llevar dentro. La disciplina ante las medidas sanitarias siempre ha de prevalecer.

"La peor pandemia es el egoísmo, y de esa no hay salvación”