viernes. 19.04.2024

Una primavera atípica para los alérgicos al polen

La reducción de la contaminación producida por la expulsión de diésel, así como la disminución de otros humos industriales pueden aliviar los síntomas de la alergia

La llegada de la primavera conlleva la aparición de alergias, especialmente al polen. Hay ciudades donde, a pesar de no concentrar importantes fuentes de polen, sí presentan numerosos casos de alergia y a esto contribuye principalmente la contaminación.

Hay que partir de la idea de que no cuenta esta primavera para este argumento, ya que la situación es totalmente diferente de lo habitual, dado el estado de confinamiento por la pandemia de COVID-19, aparte de que las personas llevan mascarillas, que pueden ayudar a evitar ese contacto con el polen, cuando por ejemplo van al súper o salen a echar la basura.

Así, y dado que las personas van a salir menos a la calle, se verán menos expuestas al polen que tanta alergia les produce, y presentarán menos síntomas estos días.

En esto también influye que se están registrando menos niveles de contaminación, estos se han visto súper reducidos debido al parón que ha sufrido todo el país. No hay más que ver la boina típica de contaminación de la ciudad de Madrid, hoy día desaparecida, cuando era, por desgracia, lo habitual.

En concreto, en España hay 8 millones de alérgicos al polen, de los que 7 a las gramíneas, un tipo de polen, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

Partiendo entonces de la idea de que esta primavera no es lo normal en cuanto a alergia se refiere, por regla general se puede afirmar que la contaminación producida por la expulsión de diésel de los vehículos y la disminución de otros humos industriales pueden agravar los síntomas en las grandes ciudades.

"La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen haciendo que éste genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa, y aumente su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles", explica a Infosalus el miembro de la SEAIC, el doctor Ángel del Moral.

El también presidente del Comité de Aerobiología de la SEAIC subraya que estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas, en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación.

"Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo", defiende.

Mientras, el presidente de la SEAIC, Antonio Valero, explica en este sentido, durante una entrevista con Infosalus, que el polen es microscópico y tiene diferentes proteínas con sus respectivas actividades biológicas, siendo las de defensa y las de estrés las que curiosamente dan alergia. "La contaminación hace que las plantas tengan más alérgenos", asegura el especialista.

Por otra parte, el doctor Valero subraya que el polen interactúa con las mucosas. "Cuando el cuerpo humano es expuesto a la contaminación se produce un proceso inflamatorio importante de forma que cuando llega el polen, éste puede penetrar en la mucosa con más facilidad. Por esto también es más frecuente la alergia al polen en aquellas zonas con más contaminación", resalta.

Además, el doctor Del Moral apunta que los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera, e incrementa el tiempo de exposición a ellos.

Una primavera atípica para los alérgicos al polen