sábado. 20.04.2024
Raimundo Amador y Antonio Banderas
Raimundo Amador y Antonio Banderas

Puede que para una inmensa mayoría de españoles los inicios cinematográficos de Antonio Banderas se pierdan -entronquen- en las colorista películas de Pedro Almodóvar de los años ochenta. Pongamos que hablamos de la época saltarina/libertina de la movida madrileña. Pongamos que hablamos de una España ahíta de libertad y libertinaje.

Pongamos que hablamos de una eclosión creativa donde cabía todo tanto en el género literario como sobre todo en las artes escénicas. El cine y el teatro descorrieron cortinas de damasco para descubrir un forillo de botones abiertos, carne en el asador, lápiz de labios como huella en el cuello del otro y cuerpos desprovistos de ropajes.

Café para todos

Pongamos que hablamos de una etapa inmediatamente ulterior a la Santa Transición. Algo así como la sociológica consecuencia directa no ya del tardofranquismo sino más bien el cordón umbilical resultante de la Constitución. Café para todos, en efecto. Y cultura de trasero respingón. De divertimento y no mires con quién.

Pongamos que hablamos, sí, de filmes como ‘Laberinto de pasiones’, ‘Matador’ o, más entrada la década ochentera, ‘La ley del deseo’. Sin embargo el año 1988 es el puramente Banderas. Con dos triunfazos de campanada. Por un lado ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, que alcanzó una repercusión contundente y que incluso fue nominada al Óscar como mejor película de habla no inglesa.

Chispa y desparpajo

Aún no se había producido el salto a la fama -a la profesionalidad al alza- internacional. Pero estaría a punto de hacerlo. No obstante en aquel mismo año de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ protagonizó o, por mejor decir, coprotagonizó una película que pronto se convertiría en obra de culto para muchísimos de los cinéfilos y críticos cinematográfico del país.

Una película que adoba estéticos elementos de aquellos finales ochenta y sin embargo no pierde la vitalidad, la chispa, el desparpajo tanto de sus diálogos como del perfil emocional, sensiblero, de cada uno de sus bien definidos personajes. Nos referimos a ‘Bajarse al moro’, que estuvo dirigida en el año 1988 por Fernando Colomo.

Antonio Banderas

Una expresión popular

Baste decir que su nombre proviene de una expresión popular. Sí, de una expresión popular muy usada, muy a la usanza, en España. Y que se refiere a la iniciativa, al acto, al hecho de desplazarse hasta Marruecos a comprar hachís con el propósito de regresar por lo oculto a España afín de su tráfico. ‘Bajarse al moro’ es una versión adaptada de la obra homónima de José Luis Alonso de Santos.

Uno de los aciertos de la película fue la elección del elenco actoral. Todos los intérpretes estuvieron en estado de gracia, incluso la debutante Aitana Sánchez-Gijón quien además tuvo que enfrentarse a su pudoroso primer desnudo integral. Cosas del guion. Actores como Verónica Forqué, Juan Echanove y Antonio Banderas brillaron con luz propia.

Secundarios de lujo

Además de unos secundarios de lujo como Chus Lampreave o Carmelo Gómez. Con todo y con eso, una de las particularidades más emblemáticas para recuerdo y gozo de propios y extraños fue la pegadiza banda sonora de la película. Un acierto luminoso. Un regalo con todos su ingredientes. Un placer para oídos educados.

La banda sonora original fue precisamente ídem. Es decir: muy original en su forma de expresión y en su forma de presentación y en su forma de exposición. Porque corrió a cargo del grupo Pata negra. Es decir: calidad al cuadrado. Y es que algunos de sus miembros, como es el caso del mismo Raimundo Amador, aparecen a lo largo de la película en una azotea como si estuvieran ensayando…

Ensayando temas vitalistas, temas únicos. Temas que eran el lenguaje musical de la historia doméstica de aquellos personajes tan lenguaraces y sinceros a la misma vez. Un banda, unos ensayos, que en la película molestaba a algunos vecinos pero a otros no. Entre estos últimos hallamos al propio Juan Echanove que disfrutaba de los temas en directo como un hilo musical por todo el morro…

¿Qué unió a finales de los ochenta a Antonio Banderas y Raimundo Amador?