martes. 23.04.2024

En Villamartín, Luque se lleva el festival

El Fandi, Daniel Luque, López Simón, Alfonso Cadaval, Darío Cañas y El Melli lidiaron novillos de El Torero

Villamartín (Cádiz), viernes, 28 de febrero. Festival taurino mixto organizado por Carmelo García, por el Día de Andalucía. Cielo enmarañado y algo de viento. Tres cuartos de público. Ameniza la Banda Municipal de Música de Villamartín.

Se lidiaron cuatro novillos y dos erales de la ganadería de El Torero (que pasta en El Bosque), aceptablemente presentados y de buen juego en general; en el arrastre, al segundo y al sexto se les dio la vuelta al ruedo.

  • David Fandila El Fandi, estocada desprendida, tendida y atravesada con tres golpes de descabello; una oreja sin petición.
  • Daniel Luque, estocada fulminante; dos orejas  y rabo.
  • Alberto López Simón, estocada trasera y caída; una oreja.
  • Alfonso Cadaval, honda tendida y un golpe de descabello; una oreja.
  • Darío Cañas, media trasera y atravesada; una oreja.
  • Germán Vidal El Melli, entera contraria y cuatro golpes de descabello; una oreja.

Incidencias: El presidente ejerció su cargo como un turista. Los banderilleros de Daniel Luque se lucieron al parear. Las vueltas al ruedo se hicieron interminables, con la fea (y poco torera) costumbre de ir firmando autógrafos. Luque renunció a salir a hombros, pese a que él fue el que se llevó el festival.

Era Día de Andalucía y no parecía mala forma de celebrarlo asistiendo a un festejo taurino. No era el único que se celebraba en la región por su fiesta, desde luego, pero sí es de notar que no hace mucho tal Día merecía una corrida con cartel de fuste en una plaza de historia, pongamos la Plaza Real de El Puerto. Hemos llegado a festival. Pues a festival vamos, aunque sea, eso sí, afrontando uno precios un poco subiditos. Puede ser fiesta pero las economías familiares no están para mucha fiesta y menos para derroche. Ahí andaba la clave de no lograrse el lleno.

El Fandi, a su novillo, algo montado, lo lanceó en tablas mezclando verónicas y chicuelinas; en el caballo le tapan la salida mientras barrenean y el quite fue por navarras y serpentina; con los palos brilló especialmente en el segundo. Con la muleta, anduvo superficial, toreando para afuera, recurriendo continuamente a molinetes, circulares, martinetes y todos los inetes que el lector quiera. Pidieron la oreja cincuenta pañuelos, cincuenta contados uno a uno y el presidente sacó el suyo sin saber nadie por qué; si era porque se trataba de un festival habría que decir que no era un festival benéfico y, además, un torero que ha sido número uno del escalafón varias veces no necesita ningún empujoncito de un presidente de pueblo.

El propio diestro tendría que haber renunciado al trofeo. ¿Cuántas veces vemos que un torero tira ostentosamente una oreja concedida cuando cree que merece dos? Tampoco olvidemos que abogado ha habido que ha llevado a los tribunales a un presidente por negar una oreja pedida mayoritariamente. A sensu contrario, ¿se podría hacer lo mismo con el que la concede con petición tan insignificante?

Daniel Luque, a su novillo, bizco del izquierdo, lo lanceó muy recogidamente desde tablas a rayas; lo lleva con una simple tijerilla al caballo, donde fue mal cogido y picado con correcciones (que no picado correctamente) para ser quitado por tafalleras y larga cambiada de pie. La faena fue de mano baja y de trazo largo, basada en el toreo en redondo y aplaudida en diferentes momentos; por la izquierda nos ofreció unas luquinas de rodillas, antes de unos ayudados finales. Tras la estocada, fulminante, el toro tardó en caer redondo cinco segundos, cinco. Anoten esta marca por si algún día tienen que discutir con algún antitaurino.

López Simón, en su novillo, playero, quedó inédito en el saludo y el quite consistió sólo en una media, después de que el animal brindara una buena pelea en el caballo. Los doblones iniciales de la faena, llegando hasta el tercio, fue lo mejor de la muleta, ya que después vimos toreo con tiralíneas, dubitaciones, enganchones y apresuramientos, todo ello en una labor de continuo perder pasos y pases de uno en uno.

Alfonso Cadaval, con su novillo, castaño y gacho, hizo el mejor toreo de capote de la tarde con lances avanzando hasta los medios y larga natural para saludar y con verónicas y media para quitar, esto después de una buena pelea y una buena puya. La faena principió gustosa avanzando a los medios y bajando la mano pero a partir de ahí todo fue a menos, con tandas trastabilladas y de uno en uno a un animal que, aunque tenía buena condición, flojeaba de manos. El desplante final de rodillas indicaba que al torero no le faltaba voluntad.

Darío Cañas, a su novillo, colorado y corniabierto, recibió en tablas sin salir de ahí; El Melli salió al quite por caleserinas y respondió el titular con chicuelinas poco asentadas. La faena de muleta navegó entre el mismo poco asiento y el deshilache, salvo alguna tanda ligada; con muchos cambios de mano, no cuajó en nada a pesar de que el bicho no hizo ningún extraño.

El Melli, en su novillo, burraco, bizco del derecho y bravísimo, recibió de rodillas y terminó el saludo con larga y revolera; Cañas salió al quite, repitiendo las chicuelinas, a lo que el ahora titular contestó con ganas por el mismo palo rematando con media y larga natural. Tras brindar al público, el inicio fue vibrante, de rodillas y citando de largo para rematar la serie ya de pie con trinchera; toreó con mucha ligazón y aplomo por ambas manos, incluso con gusto pero estando en novillero; luego comenzó a abusar de los circulares (vicio que las escuelas no corrigen, más bien creo que alientan) y alargó la faena, que terminó con manoletinas y una trincherilla. La espada le privó de mayor trofeo a su demostración de capacidad y preparación.

El festejo fue largo, siguiendo una tendencia que no sabemos dónde va a acabar. Tantas vueltas al ruedo y tanta parsimonia pueden conseguir que el público se incomode. Hay que salir con ganas de volver, no con ganas de salir. El festival taurino fue un festival de orejas y eso parece gustarle a la gente. Por ahí se escapa la cosa. El esfuerzo empresarial hay que valorarlo y bueno está lo bueno. Además, se dio oportunidad de ver que algún torero quiere decir este año cosas importantes y también, frescura es fundamental, oportunidad de ver que en el taurino campo de siembra gaditano están surgiendo plantas que pueden llegar a árboles con fruto, que se pueden ver cuajar muy pronto.

En Villamartín, Luque se lleva el festival