Hace más de cuarenta años, en el año 1975, se llevó a cabo un acontecimiento histórico en Marruecos conocido como La Marcha Verde. Este movimiento consistió en la movilización de decenas de miles de ciudadanos marroquíes para reclamar la soberanía sobre el Sáhara Occidental. A través de esta manifestación pacífica, se logró el traspaso del territorio a Marruecos y Mauritania, lo que marcó un hito en la historia del norte de África.
En la actualidad, tanto La Marcha Verde como la situación de la inmigración comparten similitudes en cuanto a la lucha por un futuro mejor y la búsqueda de oportunidades para las personas que se aventuran a cruzar el estrecho en pateras o cualquier artilugio que flote unas horas hasta llegar a las costas españolas.
La Marcha Verde se caracterizó por ser una movilización masiva de la población marroquí instada por los gobernantes de este país. A través de la movilización de miles de personas, se logró un cambio positivo que benefició a la nación en su conjunto y que aún hoy sigue coleteando en un conflicto, el saharaui, sin atisbos de solución. Este ejemplo de movilización por un objetivo común es relevante en el contexto actual de la inmigración, donde miles de personas buscan un futuro mejor en un lugar diferente al suyo, esto es utilizado como presión en las fronteras por gobiernos y mafias para sacar suculentas tajadas de la Unión Europea y de los propios migrantes que endeudan familias enteras en busca del sueño Europeo, muchas veces con final en el fondo del mar.
La inmigración en la actualidad representa la búsqueda de oportunidades, seguridad y esperanza para muchas personas que se ven obligadas a abandonar sus países de origen por diversas circunstancias. Ya sea por conflictos armados, crisis económicas o falta de oportunidades laborales, la inmigración es un fenómeno global que requiere de soluciones coordinadas y humanitarias, pero también requiere de respuestas contundentes contra señores de la guerra, la avaricia de reyes y mafias sin escrúpulos. Los nuevos negreros de este siglo con la connivencia de gobiernos corruptos e intereses de subvenciones que beneficia en poco o en nada a la población de origen
En un mundo cada vez más interconectado, es fundamental reflexionar sobre la importancia de la solidaridad y la empatía hacia los migrantes y refugiados pero sin permitir que este fenómeno social se convierta en un problema para el país acogedor, otra cuestión que revolotea a este tema es el vaciado de cárceles y "expulsión" de delincuentes a través de este flujo migratorio sin precedentes. La política de ayuda en países de origen no ha dado los resultados esperados, la integración de migrantes en los países acogedoras es una asignatura pendiente cuando las segundas generaciones son mucho más conflictivas que sus padres, solo recordar las revueltas de Francia.
La recepción de migrantes es necesaria en muchos países europeos para suplir la baja natalidad y el relevo intergeneracional de trabajadores, pero se necesita una migración controlada que principalmente beneficien a los migrantes ofreciendo un prospero futuro no lleno de miserias y a los países receptores, y sobre todo, que esta oleada de intereses más allá del migrante no se convierta en una nueva Marcha Verde 2024 manipulada por gobiernos corruptos, señores de la guerra y mafias en búsqueda de subvenciones europeas.