jueves. 28.03.2024

Quédate con nosotros, Señor

Artículo de Opinión de Ángel Heredia Barea, cofrade de Jerez

Quédate con nosotros, Señor

Artículo de Opinión de Ángel Heredia Barea, cofrade de Jerez

El término «Hermandad» está relacionado con el de «Fraternidad». Somos cristianos por vocación, no porque nosotros hemos elegido a Cristo sino porque él nos ha elegido a nosotros. Él se ha fijado en nosotros, nos ha llamado y nosotros le hemos seguido. Las Hermandades y Cofradías son una manera peculiar de vivir esta hermandad del Reino de Dios.

Ser hermanos, comportarnos como hermanos pertenece a la esencia del ser cristiano, es propio de la identidad cristiana. Somos  cristianos con el hermano, no somos cristianos aislados, sino hermanos integrados en una comunidad. A una Hermandad o Cofradía se le van añadiendo hermanos, no son los que uno elige sino los que Dios les confía a la hermandad.

La hermandad es comunión, es preciso recordar lo que San Juan Pablo II exhorta en el cuarto capítulo de la carta apostólica Novo Millennio Ineunte sobre la comunión,  destaco  que esta comunión plena y visible de todos los cristianos se apoya en la plegaria de Jesús y no en nuestras capacidades: «Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jn 17,21)

¿Son nuestras corporaciones en los últimos tiempos comunidades en las que se pone de manifiesto el talante de la fraternidad apostólica o el estilo de vida en las relaciones humanas que nos pide Cristo?:

«Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jn 17,21)

Nuestra falta de entendimiento nos ha hecho cometer muchos errores, por ignorancia o por conveniencia produciendo escándalo en el pueblo creyente, en nuestros hermanos. Si asumimos funciones que son de otros miembros, estamos incurriendo en algo grave. Primero, porque un solo miembro no puede tener de parte del Señor todos los dones, ministerios y funciones. Si estamos actuando así, estamos atropellando la función de otros miembros del Cuerpo, de nuestra hermandad. Con esto, será imposible hacer bien aquello para lo cual no fuimos capacitados por Cristo, y con certeza no estaremos cumpliendo con diligencia y esmero nuestra verdadera función.

Estos últimos días estamos viviendo, una vez más, acontecimientos y hechos que reflejan fielmente nuestra falta de confraternidad, de trascendencia, el barro se nos ha pegado en nuestros cuerpos. Cada miembro en la hermandad tiene su función y todos somos necesarios y formamos el cuerpo de esta iglesia diocesana, cada miembro es fundamental desde la humildad del servicio. En humildad y en sencillez, en pobreza y reconociendo nuestra pequeñez, el Señor nos quiere sirviendo más allá de lo que dan nuestras fuerzas, sólo guiados por su inmenso amor y voluntad de servicio que Él nos da.

Amor, servicio y humildad deberían ser signos distintivos de nuestras hermandades, "El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos." (Mc 10, 42-45). Los hermanos confían el gobierno de nuestras corporaciones a las juntas de Gobierno que deben ser los mayores servidores de la corporación, la Junta de Gobierno confía en numerosos hermanos para el desarrollo de esta fraternidad y vida de santificación, y estos desde la humildad y el servicio son servidores de todos sus hermanos, el hermano mayor es el mayor de los siervos de sus hermanos, el delegado de hermandades y cofradías el mayor de los siervos de todos los cofrades y  el Pastor siervo de los siervos de la comunidad Diocesana. Servir, servir y servir para el bien de nuestros hermanos y por el bien de nuestra Madre la Iglesia. Probablemente sea el instinto humano, deformado por el pecado original, el que nos lleva a pensar que el grande es el que manda y que el que sirve es inferior, es, de alguna manera, un pobre desgraciado. Como diría Santa Ángela de la Cruz, “No ser, no querer ser, pisotear el Yo”.

Los problemas acaecidos últimamente no son solo la fiel reproducción del mal que aqueja nuestras corporaciones sino el mal general está inmerso en nuestra sociedad, las mismas han dejado que la mundanización reinante se instale también en el alma de nuestras corporaciones.

Cada uno en su sitio, y Dios en el de todos,  cada uno en su servicio con el único propósito de servir, desde la humildad y para el bien de toda la comunidad a la salvación de las almas y a la evangelización de este nuestro Jerez. Asistimos a un trampantojo de cargos y funciones en nuestras corporaciones e instituciones que hacen que hayamos llegado a esta situación, ¿era necesario cesar de manera fulminante a un hermano en ese momento?, ¿era necesario promover una recogida de firmas fomentado la división y rompiendo la unión con tal de agarrarse al cargo?, ¿ayuda a calmar la situación el hecho de que el vicario judicial diga que él solo ha firmado lo que le han puesto por delante? ¿era necesario por parte del delegado diocesano de hermandades y cofradías poner en la picota a nuestro Pastor dado los lazos familiares existentes?  ¿era necesario que cinco hermanos mayores realizaran una carta a espaldas del actual hermano mayor, donde está la corrección fraterna? ¿era necesario cesar fulminantemente a la Junta de Gobierno sin aparentemente otra causa que el cese del capataz?...entiendo que nuestro Pastor contará con más información, ¿Es necesario indicar por parte del director espiritual que hay más temas detrás y fomentar la carnaza con el hermano dando lugar a la creatividad malintencionada?

Servicio, humildad y amor; los hermanos para el bien de las almas de sus hermanos, desde la entrega y sin la búsqueda de poder  tras la masa,  el hermano mayor que sea hermano mayor al servicio de sus hermanos, el capataz que sea capataz al servicio de su junta de gobierno, el delegado al servicio de sus hermanos cofrades y juntos todos en comunión con Nuestro Obispo, sucesor de los apóstoles y cuidador de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo derrama sus dones.

He estado meditando el escribir estas líneas dada mi condición de hermano mayor actualmente, pero sabe Dios que solo lo hago con el ánimo que  todos reflexionemos y replanteemos el camino que nuestras corporaciones están tomando en estos últimos años. Abramos un camino de discernimiento porque toda unidad entre hermanos, si se obtiene a expensas de la verdad, no es sólo una pseudo-unidad, es en su esencia más profunda una traición a Dios. Se coloca la fraternidad social, el vivir bien juntos y el no molestar a nadie por encima de la fidelidad a Dios Nuestro Señor.

Miremos a Cristo con ojos de niños y buscando siempre esa “confraternidad” pidamos al Señor en esta tarde oscura de nuestras Cofradías, como hicieron los discípulos de Emaús cuando no veían al Señor:

Quédate con nosotros, Señor, porque nuestro camino está lleno de trampas y tropiezos; porque es difícil alcanzar la paz y la felicidad tras las que corremos; porque el pan de cada día se torna amargo y duro de masticar.

Quédate con nosotros, Señor