El verano es la época del año en la que muchos de nosotros, tras un agotador año laboral, disfrutamos de un periodo relativamente largo de descanso.
Es momento para dedicar tiempo a todas esas tareas que nuestras obligaciones cotidianas no nos han permitido atender. Entre ellas, la lectura.
Aunque a veces su comportamiento nos haga dudar de ello, los políticos también son seres humanos, y ellos también tienen vacaciones (en algunos casos sorprendentemente largas...).
Por eso en mi “pensación liberal” de hoy me voy a permitir recomendarles a nuestros políticos al menos un libro para estos días, con la esperanza (¿vana?) de que reflexionen sobre aquello que hacen y lo que dejan de hacer.
El libro no puede ser otro que "La fatal arrogancia", última obra de mi admirado profesor austriaco, Friedrich Hayek.
Ojalá que la lectura de este libro permitiera a nuestros "socialistas de todos los partidos", recordar esta simple lista de conceptos e ideas:
- Que las instituciones sobre las que se ha asentado el desarrollo de nuestra especie, como la familia, el lenguaje, la escritura, la moral, la contabilidad, el dinero, la banca, los mercados financieros, los contratos privados, el derecho, la justicia y tantas otras, ¡nacieron de forma espontánea! Ningún planificador central diseñó estas instituciones, pero a pesar de ello (quizás gracias a ello...), han demostrado ser un éxito, y los pilares sobre los que descansa nuestro actual bienestar.
- Que las variables que determinan la riqueza de las personas son infinitas, y que nadie, por muy listo que sea, puede conocerlas todas ellas. Por eso las anteriores instituciones se han desarrollado a través del método de prueba y error.
- Que la "fatal arrogancia" es una enfermedad traicionera, que nos puede afectar a todos, llevándonos a creer que disponemos del conocimiento necesario para diseñar una sociedad perfecta. En palabras del propio Hayek: "la curiosa labor de la Economía es enseñarle a la gente lo poco que en realidad sabe sobre aquello que cree poder planificar".
- Y, por último, que la "fatal arrogancia" nos ataca con más fiereza cuanto más sabemos. Porque hay que tener mucha "humildad intelectual" para asumir que, cuanto más aprendemos, más evidente se nos hace lo poco que en realidad sabemos del total del conocimiento...
Les confieso que no me hago ilusiones de que siquiera uno de nuestros políticos lea este libro, y menos de que reflexione sobre las ideas anteriores. Lo triste es que, al no hacerlo, cada vez nos dirigimos más deprisa hacia esta nueva reformulación del socialismo sobre la que nos alertó Javier Milei en su magistral discurso en Davos: "Esta definición de socialismo debería ser actualizada a las circunstancias presentes. Hoy los Estados no necesitan controlar directamente los medios de producción para controlar cada aspecto de la vida de los individuos. Con herramientas como la emisión monetaria, el endeudamiento, los subsidios, el control de la tasa de interés, los controles de precios y las regulaciones para corregir los supuestos fallos del mercado, pueden controlar los destinos de millones de seres humanos."
Mientras llega el momento en el que nuestra sociedad despierte, me despido desde esta maravillosa playa gaditana, disfrutando de una copa helada de vino fino, y al grito de ¡Viva la Libertad, Carajo!