Les recomiendo que escuchen el podcast de mis admirados Domingo Soriano y Nuria Richart, en el que, desde una perspectiva liberal, abordan semanalmente cuestiones de actualidad, con propuestas en algunos casos muy provocadoras. No es por casualidad que el nombre del podcast sea "Economía para quedarse sin amigos"...
Viene esta introducción a cuento de que en mi "pensación liberal" de hoy sé que asumo el riesgo de perder algunos amigos, porque, yo sí estoy a favor del concierto económico, que forma parte de la negociación/extorsión entre el PSOE y ERC para la elección de Salvador Illa como Presidente de la Generalitat, pero no así...
Yo sí estoy a favor del concierto, en el que el responsable de gastar sea el mismo que le mete la mano a sus vecinos en la cartera. La experiencia demuestra que cuando el político le ve las caras y convive con aquellos a los que "parasita", tiende a controlarse un poco más. Pero no así, porque lo que es bueno para tres (País Vasco, Navarra y Cataluña), también debe aplicarse a todos, para ser iguales ante la ley. Y por qué no ir más allá, y tener conciertos de nivel provincial, o incluso municipal (en línea con la defensa del municipalismo de mi amigo Antonio Conde). A quien crea que alucino, le recomiendo que se informe acerca de la organización política de Suiza.
Yo sí estoy a favor del concierto, en el que las comunidades compitan entre ellas para prestar mejores servicios y/o menores impuestos (mismas bases imponibles para todos, competencia en tipos), beneficiando en el largo plazo a unos ciudadanos que podrán "votar con los pies", y aplicando un estricto límite de endeudamiento, que nos defienda de los "yonkis" de la deuda pública. Pero no así, atando a las comunidades de salida con absurdos impuestos mínimos (como en el de patrimonio...), que parece mentira que sean defendidos por aquellos que se declaran independentistas o federalistas, y permitiendo indecentes endeudamientos que acabamos pagando los residentes de otras comunidades.
Yo sí estoy a favor del concierto, en el que el Gobierno Central cobra (llamémoslo "Cupo") por los servicios que presta a todas las comunidades (defensa, política exterior, justicia, carreteras nacionales...), mediante un sistema de cálculo objetivo, transparente y verificable. Pero no así, convirtiendo el Cupo en un indecente instrumento de extorsión política periódica, que la gente del PNV ha elevado a la categoría de arte...
Yo sí estoy a favor del concierto, en el que se incluya un componente de solidaridad entre comunidades. Pero no así, porque la solidaridad debe tener (1) un sistema de cálculo transparente y no sometido a nuevas extorsiones políticas; (2) un límite máximo, que permita a las comunidades exitosas beneficiar más a sus ciudadanos, a la vez que enseña al resto el camino a seguir y; (3) finalidades concretas (no vaya a ser que el dinero se gaste en "embajadas", televisiones y chiringuitos varios...) y condicionalidad, en el que las comunidades receptoras deban cumplir con condiciones si no quieren perder las ayudas (si las aceptamos para las ayudas de la Unión Europea, por qué no lo vamos a hacer entre comunidades).
Por último, yo sí estoy a favor del concierto, en el que se respeten las leyes y el procedimiento. Pero no así, porque, por mucho que lo diga un órgano político y no judicial (Tribunal Constitucional), difícilmente se puede aceptar que nuestra Constitución ampare este chantaje de una comunidad al conjunto, y por tanto procedería un cambio previo de la norma, al tiempo que se aprobara un concierto igual para todos.
En fin, espero que, tras esta "pensación liberal" de hoy, todavía me quede algún amigo con el que disfrutar de una copa de oloroso, al grito de ¡Viva la Libertad, Carajo!