Hay reflexiones que no van más allá de dos segundos deambulando, por lo que en Jerez llamamos mollera. En un país serio, en un país con unos estándares democráticos en su alta escala, es inconcebible, es de pegarse chocazos contra la pared, y que sea de perlita "pa que duela más" el asumir que dos escoltas o miembros de seguridad de Podemos, vayan a pegar a la policía y a reventar el acto electoral de otro partido.
¡Qué Podemos, forma parte del Gobierno, oigan!
Es esto asumible para cualquier persona, vote lo que vote, pero objetiva, sensata y sobre todo, ¿demócrata? Que miren, que todo el mundo sabe lo que es Podemos. Todos, menos ciertas editoriales subvencionadas que callan ante lo evidente.
Es Extrema Izquierda con tics, muy totalitarios, pero miren, tápense una mijita, que ya están en el Gobierno. Decoro, cuiden las formas y gobiernen para todos, que los ultras son poquitos. Y aquí estamos cuarenta millones de personas con paro, virus, vivienda, y educación en la cabeza y no pensando en radicalidades y en chorradas estilo "todos, todas y todes" que no alimentan tantas necesidades en las familias.
Pero lo curioso, es que Pablo Iglesias sabía del suceso, y perfecto conocedor de que se iba a ocultar, dio al botón y siguió profundizando en su campaña de victimismo para sacar partido electoral, y procurar un vuelco que no va a suceder porque los madrileños ya le han pillado la matrícula.
A día de hoy, no ha condenado la ya confirmada participación delictiva de su gente. Y qué me dicen del Ministerio del Interior y de su discutido Marlaska? Catorce días, echando tierra al suceso y "aquí no ha pasado nada ". ¿Se imaginan que los agresores fueran los de la otra parte del tablero político?
Díganme. Con sinceridad. ¿Quién narices vota a esta gente y de qué madera están hechos?