A la hora de acudir a los Juegos Olímpicos, que no deja de ser un escaparate al mundo, tengo siempre la sensación de que a nuestros dirigentes políticos les importa más la cantidad que la calidad. En esta ocasión no iba a ser diferente, intentaré razonar el porqué.
Muchos políticos afirmaron sin rubor que este año íbamos a pulverizar el registro de Barcelona 92: Veintidós medallas en total. La cruda realidad, una vez más, se ha mostrado bien distinta.
Hemos acudido con una representación super numerosa, casi 400 deportistas, 382 para ser exactos, y hemos obtenido 18 medallas, la ratio de conversión es muy bajo: 4,7 %.
Por buscar ejemplos de países que han quedado por delante en el ranking del medallero:
- Australia, un país con sólo 26 M. de habitantes, casi la mitad que España, ha llevado una delegación con 460 atletas en 33 deportes, pero es la cuarta en el medallero con 50 medallas, eso hace una ratio de conversión de casi un 11%.
- Canadá. Un país con 39 millones de habitantes ha presentado una delegación con 316 deportistas, más pequeña que la española, pero sin embargo ha obtenido 27 medallas, una ratio de conversión del 8,5%, prácticamente el doble que el español.
- Por no hablar de los Estados Unidos que con una delegación conformada por 592 deportistas ha obtenido 123 medallas, una ratio de conversión de casi un 21%.
Está claro que el nivel de exigencia de cada país no es el mismo y seguramente lo que cada país invierte en el deporte de base tampoco lo sea y así nos va en el deporte y como país en general. Vamos como un cohete dice...sí, hacia la mediocridad y la intrascendencia.
¿Recuerdan en qué año se inauguró el último polideportivo público en Jerez? Pues yo tampoco. Y lo mismo se podría decir de muchas otras ciudades españolas.
Para mí la conclusión no es de falta de respeto de los deportistas que no dan la talla, aunque parece que algunos, bastantes, van de turismo a París, no es culpa suya.
La conclusión que yo obtengo es de falta de respeto de los políticos gobernantes hacia los ciudadanos porque nos engañan con expectativas irreales que sólo tienen cabida en su mundo de Matrix, porque están denostando cualidades como la capacidad, el sacrificio, el mérito y el esfuerzo en aras de recolectar votos que les aúpen y mantengan en el poder, cualidades que tanto en el deporte como en la vida son imprescindibles, y a veces no suficientes, para alcanzar el éxito y porque dilapidan y malgastan el dinero público como si de verdad no fuese de nadie (Carmen Calvo dixit).
Ya verán como todos esos políticos que vaticinaban que este año pulverizaríamos el récord de Barcelona 92 desaparecerán de los medios por arte de magia o encontrarán justificaciones peregrinas y es que, ya se sabe, el éxito tiene mil padres pero el fracaso es huérfano