viernes. 19.04.2024

En los noventa era la guapita risueña de la pequeña pantalla. Léase: la televisión doméstica que entonces no adoptaba forma de pantalla plana. Era, sí, ella, la muchacha risueña. Con su sonrisa blanca, con su pelo tan planchado, con su delgadez de joven en plena forma física. El timbre de voz empatizaba con las grandes masas de audiencia. Se puso de moda porque la chica evidenció entonces cuanto luego, andando los años, ha demostrado que en efecto valía. Como presentadora, como copresentadora, como actriz de televisión, como actriz de cine. Halamos de Lydia, de Lydia Bosch. ¿A quién caía mal Lydia? ¿A quién le parecía antipática Lydia? A ningún hijo de convecino de todo el suelo patrio.

Era imposible sentir rechazo por quien encarnaba la alegría de vivir. Dicharachera, muy despierta, sin necesidad jamás de engolarse la voz ni de impostarse el temperamento. La naturalidad era/es su gran virtud. Sin las medias tintas de la ufanía. Sin el redoble de tambor de la altanería. Sencillez de formas, apuesta por la belleza natural, rechazo de las intervenciones quirúrgicas en pro de ningún retoque.

Pronto alcanzó la fama, la popularidad, el candelero. Codeándose con grandes profesionales consolidados en la materia. Desde copresentar con Emilio Aragón hasta coprotagonizar un filme con el gran actor Iñaki Miramón -con quien por cierto mantuvo una prudente y ejemplar relación sentimental-.

Una actriz de casta

A la memoria se nos viene, por ejemplo, la película del cine español ‘El disputado voto del señor Cayo’ basada en la homónima obra del escrito, novelista y periodista Miguel Delibes. En sus primeras incursiones cinematográficas ya asomaba una actriz/actriz de casta y porvenir.

Nada de extrañar porque ya, siendo muy jovencita, se fijó en ella el mismísimo Narciso Ibáñez Serrador para el mítico e icónico programa televisivo ‘Un, dos, tres… responda otra vez’ -que fue una fábrica de actrices en ciernes: léase Victoria Abril o Silvia Marsó, por significar dos referencias a bote pronto-.

¡Quién la iba a decir que, años más tarde, bastantes años más tarde, se convertiría en la co-presentadora del concurso ‘El Gran Juego de la Oca’ junto al mismísimo Emilio Aragón (un concurso que, por cierto, no sólo cosechó un rotundo éxito en España sino también en Estados Unidos y Latinoamérica, donde este espacio logró monumentales niveles de audiencia.

Una novedad que pone en alerta

Cuando disfrutaba de una serena madurez, después de algún tenso episodio sentimental antaño, Lydia Bosch ha recibido ahora el impacto de una inesperada noticia. Unan noticia que de entrada le produjo un susto de órdago. Una noticia que pone en alerta. Una noticia que hace recapacitar. Una noticia que ella misma, tan cristalina, ha querido compartir con todos sus fans, con todos sus seguidores, con todos sus allegados.

En su cuenta de Instagram ha publicado literalmente lo siguiente: “Hola querida familia, hoy es mi cumpleaños y quiero compartir con vosotros que hace dos semanas, a través de una biopsia en una lesión de la piel de mi barbilla que nunca terminaba de curar (llevaba más de un año sin darle importancia), me diagnosticaron un carcinoma basal o epitelioma baso celular de tipo expansivo”.

La actriz continúa diciendo: “Es un tipo de cáncer de piel pero aunque la palabra en un principio asuste mucho, no es un cáncer peligroso (no afecta a ningún órgano vital) como puede ser el melanoma. Se origina en las células basales más profundas de la epidermis y crecen muy lentamente, pero debe ser tratado para evitar que continúe creciendo”.

Exposición al sol

“El principal factor de riesgo -añade- para desarrollar epiteliomas es la exposición al sol. Y yo desde mi adolescencia he comprado todas las papeletas para tenerlo. He hecho verdaderas burradas para broncearme. Y el efecto acumulativo del sol en mi piel me ha provocado esto”.

Lydia Bosch, vitalista, remata: “Tenemos que tomar conciencia y hacernos revisiones también de la piel anualmente para evitar males mayores, y coger el hábito de ponernos protección solar diariamente. Yo voy a empezar a cuidarme en serio y os compartiré por aquí mis avances y descubrimientos. Ahora en nada soplaré las velas, pediré mi deseo y empezaré a leer y a escuchar cada uno de vuestros mensajes. Gracias, gracias, gracias, por vuestro incondicional cariño”. Ella, tan ejemplar como siempre, sigue dando lecciones de camino y de vida.

Lydia Bosch recibe el impacto de una inesperada noticia