El flamenco es la expresión cultural de pueblo de Andalucía a través de los siglos con Triana, en Sevilla y Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz como indiscutibles capitales. Engloba cante, baile y música y es de carácter tan universal, que es apreciado y valorado a lo largo y ancho del planeta, reconocido incluso por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2010.
¿Qué es el flamenco?
El flamenco es una amalgama cultural arraigada en Andalucía y labrada como la tierra siglos tras siglos por sus pueblos. Las influencias del pueblo gitano son cruciales hasta el punto de que es difícil diferenciar el cante flamenco del cante gitano. Pero esta aleación de metales tan racial, pura y espiritual, no es más que la expresión, la queja y la celebración de una región con características muy peculiares que han parido, más que como arte, como estilo de vida, al flamenco.
Orígenes del fenómeno
Los primeros atisbos del flamenco se remontan a la baja Andalucía del siglo XV, cuando a la música medieval, basada en la seguiriya castellana con aires moriscos y bizantinos, se une la ocupación de un pueblo nómada procedente de la India que había recorrido por entonces gran parte de Europa y Asia, y que había llegado a la península para quedarse: El pueblo gitano.
Mestizaje cultural
De esta manera se propicia un caldo de cultivo especial para que una música, antepasada del flamenco, comience a resurgir de un panorama intercultural único, con ingredientes de distinto carácter y ascendencia.nLa unión y confluencia del morisco y el gitano, supuso el congregado idóneo para establecer las molduras del flamenco.
Jerez de la Frontera, capital del flamenco
El valle del Guadalquivir labró y meció los cantes flamencos, desde Sevilla a Cádiz. Concretamente, siguiendo la ruta de cuatro núcleos básicos que suponen los pilares geográficos del género: Triana (Sevilla), Santiago (Jerez de la Frontera), San Miguel (Jerez de la Frontera) y Santa María (Cádiz). Esta senda de Norte a Sur ha dado a luz a las figuras más grandes.
Tierra santa del flamenco
El flamencólogo José María Castaño atribuía en 2004 estas palabras al municipio de Jerez: “Es la tierra santa del flamenco. Casi cada casa de la calle Nueva es un pedazo de historia del cante. En ésta nació Terremoto; en aquella de allá, Tío José de Paula. Y mira, esa señora es la madre de Tomasito".
Los círculos territoriales y sociales del mundo flamenco van cociéndose a fuego lento, y con estos, cada uno de las categorías musicales que lo conforman, lo que hoy se reconoce como los Palos del flamenco. En su conjunto, los Palos asientan la base del cante, y constituyen la bandera a la que se aferran los sectores más ortodoxos, mostrándose reacios a cualquier innovación y mestizaje que escape a dicha clasificación.
Los palos del flamenco
Los Palos flamencos tienen más de un criterio de clasificación, como, por ejemplo, según el número de compases. Pero siendo fiel a la línea que seguimos, vamos a hacer mención de ellos según su entidad evolutiva. Existen tres cantes básicos, que son el punto de partida de todos los demás, por lo que también se denominan matrices: La Toná y Seguiriya, la Soleá y los Tangos.
La Toná y la Seguiriya
La Toná, cuyo origen reside en los romances castellanos, da lugar a la Saeta, la Debla, el Martinete y la Carcelera. Mientras que la Seguiriya, sombría y trágica deriva en la Liviana y la Serrana.
La Soleá
La Soleá de carácter lento y pesado tiene el mismo compás que las alegrías y las bulerías, pero estas últimas son mucho más rápidas, con las que se hibrida para dar lugar a la soleá por bulerías. La Soleá también pare al Polo, a la Caña y a la Cantiña. Los Tangos compuestos por Coplas, desembocan en la Mariana y los Tientos.
Cada una de las ramas de los cantes matrices demuestran el carácter metamórfico de la música flamenca, repleta de aires evolutivos que no cesan. El escritor Fernando Quiñones realizó una curiosa comparación del flamenco con una paella que tarda siglos en hacerse. Cocinada con ingredientes muy distintos, pero que convergen en un solo plato. El gaditano coincidía en que contiene elementos del siglo XVII y otros de antes de ayer y que es un fenómeno en continuo crecimiento.
El fandango
El flamenco va enriqueciéndose e influenciándose desde sus inicios. Hay que esperar al siglo XIX para que se consoliden los “fandangos aflamencados”, adoptado del fandango popular andaluz. Hoy en día pueden distinguirse dentro de este campo, los Verdiales, la Granaina, el Fandango de Lucena, el Taranto, la Taranta, el Fandango de Huelva y los personales. El género flamenco sigue bebiendo de las aguas de la tradición autóctona andaluza, y además del fandango, existen otro tipo de cantes populares como las sevillanas, las nanas o los cantes de trabajo.
Los cantes de ida y vuelta
Pero no sólo se nutre de las influencias del territorio andaluz, el flamenco sigue tejiendo su naturaleza con hilos procedentes de lugares como las colonias españolas en América. Prueba de ello, surgen los llamados cantes de ida y vuelta, con influencias afroamericanas. No son otros que las rumbas, las guajiras, vitalitas, colombianas o milongas.
Los palos del flamenco
- La Toná: la Saeta, la Debla, el Martinete y la Carcelera.
- La Seguiriya: la Liviana y la Serrana.
- La Soleá: Bulerías, Alegrías, Polo, la Caña y la Cantiña.
- Los Tangos: Coplas, Mariana y Tientos.
- Fandango: Los Verdiales, la Granaina, el Fandango de Lucena, el Taranto, la Taranta, el Fandango de Huelva y los personales.
- Cantes de ida y vuelta: la Rumba, la Guajira, la Vitalita, la Colombiana o la Milonga.
Las letras
No sólo la melodía y los ritmos llaman la atención, las letras flamencas son un elemento primordial para entender su música. El flamenco lleva intrínseca en su identidad y sentir la poesía andaluza, por lo que toma prestada sus rimas y formas folclóricas: cuartetas, tercerillas, quintillas, sextetos, décimas, romances y seguidillas.
Literatura y música
El dialecto andaluz es el protagonista por antonomasia. Tanto que altera la forma de los versos, alargando, pero sobre todo acortando las palabras, con el fin de que resulten sonoros, melódicos y cuadrados en la métrica correspondiente.
Así mismo, el flamenco refleja en sus letras el sentir más profundo del ser humano. Sus cantes van de la pena a la alegría, pasando por la tristeza, la incertidumbre o la queja. La denuncia siempre ha sido una de las principales motivaciones del género. No cabe duda que se debe a la naturaleza tanto de la etnia gitana como de la morisca, que encuentran en el flamenco una vía excepcional para el desahogo y el sentimiento producido por la estigmatización y el rechazo.
Federico García Lorca, el poeta del flamenco
García Lorca, uno de los poetas populares españoles más importantes del siglo XX que trabajó por la defensa del flamenco y cuyas letras y rimas forman parte del amplio cancionero de hoy en día, dejaba de manifiesto en una entrevista para el diario El Sol de Madrid: “Yo creo, que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío... del morisco que todos llevamos dentro”.
Y aunque a día de hoy, el origen del flamenco y de sus precursores resulten un enigma, lo único que puede darse por sentado es su desarrollo y evolución posterior, íntimamente ligada a la etnia gitana.