miércoles. 24.04.2024
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Y el azahar llegó a Jerez

Signo y seña del mejor anuncio de la próxima Semana Santa

Suele ocurrir en el tiempo de vísperas. En el tiempo de vísperas que antecede a la Semana Santa. En la franja del almanaque que dicta presagios de primavera. Preludios del incienso. Prólogo a los memoriales del gozo. Anticipo al himno de la corneta. Aviso de cuanto ha de llegar. Como un largo suspiro del costillar de los cofrades. Como una sorpresa del reloj de la cuenta atrás… para la luz del Domingo de Ramos.

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Sí, suele suceder en el tiempo de vísperas. Brota como por arte de ensueño. Como un milagro que se repite año a año a una hora incierta y en un lugar no fijo. Es el florecimiento del azahar, la visita del azahar, la señal del azahar. Que es olor a realidad de terciopelo y es fragancia de inminencia de emociones unánimes. Es anuncio callado y es blancor de cartel que pregona sin versos ni prosa detenida.

El azahar ya ha renacido en Jerez. Con una frondosidad que ilumina las estancias del patrimonio inmaterial de la vida. La Semana Santa llega porque el azahar así lo advierte. Dulcemente como suelen susurrarse los piropos a los oídos metafóricos de la ciudad. El azahar también nos alecciona sobre el carpe diem de la vivencia in situ. La Cuaresma nos declara el amor de su fidelidad. Y lo hace regalándonos la flor del sentimiento cofradiero, como un beso de elegancia alta, como la rama también fértil del árbol de la vida.

Y el azahar llegó a Jerez