Traemos a nuestras páginas la actuación en Francia de dos novilleros con caballos de la provincia de Cádiz. Se trata del novillero de Chiclana Cristian Parejo, que ha debutado recientemente con picadores y luego ha tenido que superar una rotura de tibia y peroné, y del novillero jerezano Cristóbal Reyes, que tomará la alternativa el 21 de agosto en Sanlúcar con toros de Miura.
Cristian Parejo
El 14 de agosto tenía cita Christian Parejo en la plaza de toros de Beziers (Francia). La novillada con picadores matinal reunió a unas mil quinientas personas en los tendidos. Los novillos, de Gran Badon, estuvieron faltos de raza y de empuje.
En su primero, sobrero castaño si fuerzas, saludó con una larga cambiada de rodillas para dibujar luego un buen ramillete de verónicas con media muy lenta. Inició la faena por alto y a pies juntos pero ya en la siguiente tanda el animal mostraba flojera por lo que empezó a aplicarle muletazos suaves en labor reunida y armoniosa, mostrando a lo largo de su labor la clase que atesora; entró a matar por derecho y sufrió una voltereta. Cortó una oreja con fuerte petición de la segunda y bronca al presidente.
Cristian Parejo en Beziers
En su segundo, castaño bien hecho pero brusco y deslucido, no tuvo muchas posibilidades de lucirse con el capote pues embestía recostándose. En el caballo el novillo empujaba con la cara alta.
La faena empezó con dos cambiados por la espalda pero después, cuando bajaba la mano, se encontraba con las protestas; había que hacer un esfuerzo ante la falta de ritmo y de humillación y Christian lo hizo, con valor.
Mató al segundo intento pero eso no le impidió cortar una oreja. Hizo el paseíllo junto a Carlos Olsina, cuyo resultado fue de silencio y oreja, y a Arturo Gilio, que sacó oreja y vuelta.
Christian Parejo ganó el trofeo “Tastevin d’argent” como novillero triunfador de la mañana, a pesar de no salir por la puerta grande, dado que para eso en Beziers hay que cortar dos orejas a un mismo ejemplar.
Cristóbal Reyes
El 15 agosto el novillero jerezano Cristóbal Reyes estaba anunciado en la plaza de Roquefort (Francia), con motivo de las fiestas y celebrando los setenta años de la plaza de Los Pinos, ante novillos de La Quinta, desiguales de juego; si bien al tercero lo premiaron con la vuelta al ruedo, los dos de Reyes no sirvieron.
En su primero, bondadoso y sin grandes problemas pero soso y sin emoción, aplicó un recibo lucido. En el caballo acudió, sin más. La faena fue de las que se dice que son más para el profesional que para los aficionados. A la hora de la espada, necesitó dos pinchazos y estocada, lo que le hizo perder un trofeo y quedó en silencio.
En su segundo, manso y deslucido, a la hora de manejar el capote salió para afuera sobre las piernas. En el caballo no se empleó. Con la muleta Cristóbal afrontó un animal que a mitad de los pases se quedaba mirando al público o bien acudía arrollando, sin clase en la embestida; o sea, todo se tuvo que reducir a lidia y muerte.
Con la espada hubo pinchazo y media; tuvo silencio. Compartió tarde con Carlos Olsina, que sacó silencio y vuelta, y con Yon Lamothe, que cortó oreja y dos orejas.