viernes. 19.04.2024

"Democracia y demagogia"

En España hace ya tiempo que nuestra democracia ha degenerado en demagogia, nuestros actuales gobernantes nos mienten de manera sistemática

En el año 384 A.C., (Antes de Cristo) venía al mundo Aristóteles, uno de los pensadores que más influencia ha ejercido a lo largo de los siglos en el pensamiento occidental durante más de dos milenios.

La democracia, como uno de los tres sistemas políticos reconocidos por Aristóteles, se definía como una forma de gobierno cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de los miembros que conforman una comunidad o un grupo, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva de dichos miembros del grupo.

También fue Aristóteles quien definió por primera vez la demagogia como una derivación corrupta o degenerada de la democracia. El filósofo macedonio consideraba a los demagogos como “aduladores del pueblo” y concluía que la demagogia no era más que una estrategia para alcanzar el poder, estrategia que se lleva a cabo mediante apelaciones a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.

Casi 2.500 años han transcurrido y comprobamos que nada ha cambiado desde entonces

En España hace ya tiempo que nuestra democracia ha degenerado en demagogia, nuestros actuales gobernantes nos mienten de manera sistemática, una y otra vez, utilizando los modernos medios de comunicación, sin el menor atisbo de rubor ni remordimiento, los discursos políticos cambian de la noche al día en función de los intereses de cada momento y siempre con un único objetivo, mantenerse en el poder cueste lo que cueste. Nuestros políticos están más atentos a las encuestas y los sondeos de opinión que a las verdaderas necesidades del pueblo al que dicen representar.

La demagogia, los demagogos mejor dicho, utilizan una serie de herramientas básicas para conseguir sus fines, a saber: las falacias, la manipulación del lenguaje, las omisiones, las medias verdades cuando no la mentira, la ocultación y/o manipulación de los datos, tácticas de despiste y cortinas de humo, demonización de colectivos y, por último, los falsos dilemas (como, por ejemplo, hablar de Monarquía o República en plena pandemia global).

Reconoceremos fácilmente a los demagogos porque estarán siempre apelando a los sentimientos y emociones de la población con el único objetivo de conseguir su apoyo, porque estarán siempre incentivando los deseos, los miedos, las pasiones de la gente con el único objetivo de conseguir su voto y sin importarles las terribles consecuencias que se pueden derivar posteriormente.

Campañas, frases, eslóganes, como “España nos roba”, la demonización de los empresarios contraponiéndolos y enfrentándolos a los trabajadores (como si la mayoría de empresarios en España no fuesen trabajadores), los falsamente llamados “impuestos a los ricos” que al final se traducen en un empobrecimiento global de la población para seguir alimentando a ese enorme Leviatán, ese gigantesco monstruo insaciable en que se ha convertido nuestro Estado autonómico, no son más que algunos ejemplos de los muchos que demuestran que nuestro sistema de gobierno se transmutó, hace tiempo, desde una incipiente democracia hasta una preocupante demagogia en una sociedad que parece anestesiada y resignada a su suerte.

Y es más preocupante aún porque el siguiente paso, en esta degradación de nuestro actual sistema de gobierno, es la tiranía. Desde hace 2.500 años, avisados estamos.

"Democracia y demagogia"