jueves. 28.03.2024

Moreno Arana descubre la autoría de tres imágenes

Ha publicado un artículo en Archivo Hispalense con el fruto de sus investigaciones

Traemos a estas páginas de elMira.es un nuevo hallazgo investigador debido al jerezano José Manuel Monero Arana. Este incansable historiador del Arte es doctor por la Universidad de Sevilla y miembro del Grupo de Investigación de la Universidad hispalense HUM171. Tiene publicado tres libros, la participación en varios más y numerosos artículos de su especialidad. Activo defensor del patrimonio histórico jerezano, ha aportado la autoría de diversas obras tenidas hasta entonces anónimas. Ahora ha publicado en la revista Archivo Hispalense un artículo donde comunica sus hallazgos sobre Gabriel de Astorga en la provincia de Cádiz.

José Manuel Monero Arana

Gabriel de Astorga (1805-1884) fue un escultor que jugó un papel importante en la escultura hispalense del tercer cuarto del siglo XIX. Hijo de Juan de Astorga, su obra gozó de aceptación en Sevilla y en su zona de influencia, como las provincias de Huelva y Cádiz; en ésta intentó conseguir el cargo de Director de Escultura de su Academia Provincial de Bellas Artes en 1837. De él es la imagen de la Virgen del Carmen de la capilla de esta advocación de la calle Capillita de Sanlúcar de Barrameda, que le ha sido atribuida recientemente por el profesor Cruz Isidoro. A ella, de la mano de Moreno Arana, hay que añadir ahora tres piezas, dos firmadas y una atribución.

La primera de ellas es La Casta Susana que pertenece al Museo Provincial de Cádiz. Es una escultura realizada en barro cocido y policromado y de 57 cm de altura. Fue dada a conocer en 1924, en el Boletín del Museo de Cádiz, por el que sabemos que ingresó en el museo el 30 de julio de 1923 a través de un legado testamentario del arqueño Miguel Mancheño y Olivares, legado que informa que, "según el Sr. Mancheño, representa Santa María Magdalena pero tiene una expresión más propia para significar La Casta Susana al salir del baño, que la Santa Penitente de Magdala debido a la edad que representa y las formas exuberantes".

La historia del Libro de Daniel sería plasmada aquí en el momento en el que la mujer es intimidada por dos ancianos mientras se bañaba en el jardín de su casa. El texto bíblico incide en la belleza de Susana, aspecto que ha intentado reflejar Astorga mediante el curvilíneo modelado de la anatomía y un rostro de mayor idealización que el que este escultor ofrece en otras representaciones femeninas. El gesto de sorpresa de la mujer se subraya mediante el acentuado giro de cabeza a su derecha y la inclinación del cuerpo, en actitud de rechazo, hacia el lado contrario, movimiento marcado por la diagonal que crea la pierna diestra. Los manos tapan uno de los senos, sosteniendo un paño que pende hasta ocultar el vientre. La figura se asienta sobre una piedra. Sobre ella ha sido grabada la firma del artista: «Gabriel Astorga / Sevilla 1849». Esta cronología permite situar esta escultura al principio de su producción conocida.

La segunda de las obras se conserva en el convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Representa al Niño Jesús como Buen Pastor. Hasta fechas recientes ha ocupado el remate del retablo-baldaquino de la Virgen de la Consolación, ubicación de la que ha sido bajada para trasladarla a la sacristía. Así, Moreno Arana pudo verificar que estaba firmada por su autor. Se trata de una imagen de madera policromada de unos 45 cm de alto y posee ojos de cristal.  Aparece sentado sobre una pequeña base rocosa, en actitud de acoger con la mano izquierda un alma en forma de oveja, que lo mira desde un nivel algo inferior. Al mismo tiempo, con la mano derecha hace ademán de señalar hacia su pecho, donde se situaría su Sagrado Corazón, hoy perdido. De hecho, existe en el lado izquierdo del pecho, justo al lado de donde el artista escribió su firma, un orificio para insertar dicho Corazón, elaborado en madera o metal.

La escultura se presenta habitualmente vestida con una túnica bordada. No obstante, el escultor modeló un completo desnudo, ligeramente rollizo y algo achaparrado. La disposición del cuerpo y la cabeza es frontal, apenas animada por la ligera colocación de las piernas a distinta altura. La expresión del rostro, de una dulce placidez, muestra el tipo físico usual en su autor para las imágenes infantiles de Cristo: frente despejada, ojos grandes, entrecejo y nariz anchos, boca y barbilla pequeñas... El cabello, policromado en tonos claros, es también muy característico; cae desde una raya central en gruesos tirabuzones, tapando las orejas; este volumen lateral recuerda al del Niño que Gabriel de Astorga hizo en 1871 para la hermandad de Pasión de Sevilla, escultura que ostenta, como originalmente la talla jerezana, un corazón sobre el pecho. Asimismo, es muy acusada la relación estilística con el Niño de la citada Virgen del Carmen de Sanlúcar de Barrameda. La firma en el pecho se sitúa en el lugar que ocuparía el Corazón, al lado izquierdo de la imagen. La erosión ocasionada por este elemento postizo ha provocado que la inscripción esté perdida en parte y, de este modo, se lee fragmentariamente el nombre de «Gabriel», si bien aparecen escritos con total claridad el apellido «Astorga» y la fecha, 1861, información suficiente para identificar a su autor, con el que la talla muestra, como hemos visto, una innegable relación.

La tercera de las esculturas es un Cristo atado a la Columna venerado en la parroquia de la Purísima Concepción de Trebujena, donde recibe el nombre de Nuestro Padre Jesús de la Salud. Es una talla de 144 cm de altura. Moreno Arana la propone como atribución por las claras afinidades con otras obras conocidas de Gabriel de Astorga. Cristo aparece apoyando sus manos sobre la columna, situada a su derecha, mientras levanta su mirada en apesadumbrada súplica. La cabeza, dotada de ojos de cristal, destaca por su expresividad; sus rasgos faciales conectan con el rostro de las dolorosas de su autor, como la Virgen de las Angustias de La Laguna, Tenerife (1866) o la Magdalena de la hermandad del Nazareno de Peñaflor (1861).

Con estas obras comparte también similar tratamiento del cabello, plasmado a base de mechones ondulantes, y la misma postura de la cabeza con la mirada elevada hacia el cielo. La disposición de los brazos y el contraposto que dibujan las piernas aportan movimiento a la figura. Por su parte, el sudario, sostenido por una cuerda, se ha resuelto mediante una composición asimétrica, de gruesos y angulosos pliegues. La obra presenta el interés de ser la única imagen de Cristo que conocemos de Gabriel de Astorga, en cuya producción además escasean las imágenes masculinas, con una sola talla segura, como es el San Juan de la hermandad de Pasión de Sevilla.

Hasta aquí lo descubierto sobre Gabriel de Astorga, pero es seguro que Moreno Arana, un valor de la investigación jerezana y gaditana, seguirá sacando del anonimato la autoría de otras obras que esperan la inquisitiva intuición y el conocimiento de una persona como él, que vive para el estudio de la Historia del Arte y el enriquecimiento de nuestro patrimonio.

Moreno Arana descubre la autoría de tres imágenes