El pasado domingo se produjo un accidente aéreo por parte de un avión privado que salió desde Jerez de la Frontera y se estrelló en el mar Báltico, cerca de Letonia cuando se dirigía hacia Colonia (Alemania).
En su interior viajaban cuatro personas, todas ellas pertenecientes a una misma familia y que fallecieron en el siniestro. El jet privado Cessna era propiedad de Karl-Peter Griesemann, dueño de la empresa Quick Air, una compañía de vuelos chárter con sede en Colonia.
El empresario, de 72 años, se encontraba de vacaciones en la provincia de Cádiz, donde tenía una casa en Zahara de los Atunes, muy próxima a la playa de los Alemanes. En un momento del viaje, el avión comenzó a experimentar problemas por la presión en cabina hasta adentrarse en el mar Báltico, cerca de Ventspils (Letonia) donde terminó estrellándose.
El contacto se perdió tras superar las costas de Polonia, el enclave ruso de Kaliningrado y las costas de Lituania hasta entrar en la zona marítima más cercana a Letonia.
Durante varios días no se han producido hallazgos significativos hasta que hace unas horas, los equipos de rescate han encontrado restos que podrían pertenecer a los viajeros del jet privado, aunque los cuerpos todavía no han sido localizados y se mantienen en estudio.
Continúan las labores de búsqueda en la zona del accidente
Mientras tanto, las labores de búsqueda continúan durante estas horas tras los problemas de iluminación registrados durante la noche. "El área de seis por seis kilómetros y se dice que la profundidad del mar es de alrededor de 60 metros", indica el diario sueco Aftonbladet.
"Tenemos tres barcos en la zona donde se estrelló el avión. Dos de la Armada de Letonia y uno de la Guardia Costera. También estamos preparando helicópteros de la guardia costera para tener ojos en el cielo", indican fuentes oficiales.
