viernes. 29.03.2024

Isabel Pantoja sigue estando, como un volcán cíclico, en el centro de la disputa, en el epicentro de la polémica. A la chita callando es como un efecto que no necesita causa. Su realidad, como la leña que ella canta, también arde. Porque ella sigue siendo ésa. La que calla más que canta. La que llora más que ríe. La del desaire de su propio aire.

Isabel Pantoja es todo menos remanso de paz. Todo menos esquirla de serenidad. Todo menos luz pacífica. Todo menos adarme de calma chicha. Todo menos guiño de unicidad. Su familia estalla por todos los flancos. Como un fuego de artificio que en puridad posee talmente  muchísimo de ello: de artificialidad.

Más Rivera que nunca

En la guerra materno-filial con su hijo Kiko –quien ahora es más Rivera que nunca- sigue bajando escalones y perdiendo escaños. ¡Tan lejos ya de su pequeño del alma! Se ha descorrido definitivamente la cortina de un desencuentro que sin duda ha llegado a mayores. Como una zapatiesta de padre y señor mío.

Y hablando precisamente del padre y señor mío (quien por desgracia -por desgracia taurina- ya no habita en este mundo de mundo de los vivos), es decir, del legendario torero Francisco Rivera ‘Paquirri’, estos días ha surgido otra pugna mediática entre la madre en cuestión y el hijo de marras…

La fecha señalada

Todo ha surgido a raíz de la fecha de este pasado 5 marzo. En tan señalada   jornada Paquirri hubiese cumplido 73 años de edad. Pero un toro demasiado avispado quiso sesgarle la vida en Pozoblanco hace ya demasiados años. Tantos que parecen una vida entera. Fue una tragedia nacional.

Isabel Pantoja tiene y mantiene la costumbre de colocar un ramo de flores, de enviarlo al cabo, cuando cada 5 de marzo el calendario llama a la puerta de la remembranza. Siempre “tu esposa y tú hijo” ha imperado en la lectura, en la cinta, en la dedicatoria de este ramo de flores que es hilo directo con la nostalgia.

Las formas han cambiado

En esta ocasión no ha sido así. En esta ocasión las tornas han cambiado. Las cosas no son como eran. Y la referencia al hijo ha desaparecido de sopetón. Quizá Isabel Pantoja no se haya sentido portavoz de su descendiente. O lo ha hecho con segundas intenciones. Era un gesto innecesario pero de otro lado también está en su derecho de enviarle a su esposo muerto un ramo de flores en único nombre propio.

Ni corto ni perezoso, estando al quite y esperando a puerta gayola este cambio de tercio de su madre, Kiko ha entrado a matar. Se las veía venir. Y no quiso permanecer en barrera. Kiko ha saltado al ruedo no en calidad de espontáneo sino de figura de cartel para enviar otro ramo de flores al mausoleo de Paquirri en el cementerio hispalense…

Hijo y nietos

Y en efecto Kiko Rivera ha enviado otro ramo en cuya cinta puede leerse “tu hijo y tus nietos” (en alusión a los pequeños Francisco, Ana y Carlota). Dijo que no iba a callarse nada y ahí anda firme en su férreo propósito. Más duro que un saco de martillos, Kiko saca pecho. Firme como el mástil de una bandera.

Además Kiko ha escrito la prueba del algodón de su enfado: “Felicidades, papá. Hoy mamá vuelve a equivocarse conmigo y por primera vez en la felicitación de todos los años mandó quitar mi nombre… Como yo lo sabía porque sé lo ruin y rastrera que es, ya estaba todo preparado para ello”. Un texto que no admite segundas lecturas.

Guerra entre Isabel Pantoja y su hijo Kiko en la tumba de Paquirri