jueves. 28.03.2024
Cristóbal Reyes
Cristóbal Reyes

En Jerez de la Frontera hay un nuevo matador de toros, Cristóbal Reyes, que se ha doctorado con toros de Miura, ni más ni menos. Fue en Sanlúcar de Barrameda, con motivo de la corrida magallánica de 2021. Eso es entrar presentando sus credenciales, sus intenciones. Hablamos con él para recordar la tarde del 21 de agosto.

Cristóbal, ¿Cómo te sientes después de la alternativa?

Me siento feliz por haber conseguido el gran sueño, como es la alternativa para cualquier chaval que quiere ser torero, pero también con la responsabilidad de que esto no se quede aquí sino que haya continuación y sea un torero importante.

Cuando te ofrecieron la alternativa nada menos que con miuras, ¿Qué sentiste?

El día de la novillada de la Fundación del Toro de Lidia en Sanlúcar, y después de no haberme clasificado en su certamen, Carmelo García me preguntó qué planteamiento tenía y cómo estaba, a lo que dije que, a pesar de no haber entrado en las novilladas, eso no era excusa para el desánimo.

Entonces me preguntó si me veía capacitado para tomar la alternativa con la corrida de Miura en Sanlúcar. Ante su sorpresa, le dije que sí y que contara conmigo porque yo lo veía claro. Ahí se fraguó ese compromiso y empezamos a hablar más a menudo hasta que todo se cerró y Carmelo me dio la gran oportunidad.

¿Fue una sorpresa? ¿Surgieron dudas?

Mi reacción fue sentir una gran responsabilidad porque no era la alternativa con una ganadería cualquiera ni en un sitio cualquiera. Se lo conté a mi novia y percibió que estaba nervioso. Luego se lo comenté a gente de mi entorno, a mi asesor artístico Diego Ramos y a mi amigo Christian Lamoulie, que me dijeron que era una osadía y que necesitaba estar seguro de mí mismo.

Como al final el que está solo en la plaza es uno, lo decidí yo y dije que adelante porque era una oportunidad trascendental en mi carrera y en mi vida, como creo que así ha sido.

Hay una lista muy corta de alternativas con los miuras y la última fue hace sesenta y cuatro años. ¿Eres consciente de estar en un club muy reducido?

Así es. Entendía que eran muy pocos lo que habían hecho eso y más me responsabilicé. También más miedo pasé. Ahora tengo que dormir y recuperar lo que no dormí todos esos días.

En tu fase de novillero con picadores no te habías enfrentado a miuras. ¿Qué ganaderías similares has toreado que te puedan servir como preparación?

Mi carrera se caracteriza por torear diferentes encastes: Raso del Portillo, Gamero Cívico, Marqués de Albaserrada, Adelaida Rodríguez, Saltillo, Dolores Aguirre, Monteviejo, La Quinta, Vega Texeira, Partido de Resina, Prieto de la Cal…, todo lo duro. Eso hacía que la asignatura viniera aprendida, lo que me ha dado tranquilidad y me ha servido para afrontar la tarde.

¿Cuántas novilladas tenías a tus espaldas?

Con caballos, veintiséis. Sin caballos, algo más de treinta.

Fuiste a Méjico en esta primavera. ¿Cómo fue aquella estancia?

Estuve en Méjico dos meses con la acogedora familia Castellón, empresarios reconocidos de Guadalajara. Me acogieron en su casa, donde pude estar tranquilo, y me llevaron al campo para hacer unos veinte tentaderos, en Los Encinos, Campo Hermoso, Pablo de Haro, Claudio Huerta... Maté algunos toros a puerta cerrada (en El Vergel, en Santo Toribio...) y toreé varios novillos.

Incluso me prepararon el debut mejicano con una novillada en Cortijo Los Fernández. Siempre les estaré agradecido. Volví contento de la experiencia y sigo en contacto con ellos. Tengo la ilusión de volver allí como matador de toros.

¿Cuántas novilladas habías tenido en 2020 y 2021?

La de Méjico y la de Roquefort, este año. En 2020 no hubo nada.

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¿Cómo ha sido la preparación inmediata para la alternativa?

Cuando me dicen lo de tomar la alternativa lo que hago es disminuir la preparación, porque de nada era volverme loco y aumentar una preparación que si no estaba hecha no tenía sentido. Desde hace año y medio estoy con Diego Ramos, que me transmite sus conocimientos, y decidimos prepararnos para cuajar como torero y coger un oficio sin un objetivo claro, entendiendo que cuando llegara la oportunidad me cogiera preparado.

Hemos ido al campo siempre que se ha podido; estamos agradecidos a ganaderos como Aurora Algarra, Benítez Cubero, Cebada Gago o Diego Curiel, que me han abierto su casa de corazón y con cariño. Gracias al trabajo de este año y medio habíamos llegado con la suficiente preparación para afrontar un corridón de Miura con presentación de plaza de primera.

Algunos consideraban como preocupación tu falta de experiencia y no sabían cómo reaccionaría la cuadrilla ante la posibilidad de que un toro saliera con problemas.

Sí, pero, por ejemplo, Antonio Miura habló con Carmelo y le animó a que me pusiera en el cartel. No me conocían, pero ahora me conocen, sobre todo porque la corrida fue televisada. Dadas mis circunstancias y los momentos que vivimos de coronavirus, pocas oportunidades tan rentables  iba a tener. Entendía que no iba a estar con el oficio de los maestros aunque sí con entrega y con la intención de torear bien esos toros.

Sé que son muy duros pero iba con mentalización y no quería sólo defenderme con ellos sino torear con mi concepto y maneras. Pepe Luis Vázquez decía que el miura es un toro muy especial que es capaz de captar si el torero está asentado; en ese momento el toro respeta al torero. Esa observación me ha servido y por eso iba concienciado en torear y ponerme en el sitio.

¿Cómo se diseñó el traje?                              

Lo normal habría sido alquilar. Los trajes venían de una sastrería de época, donde ajustaban la ropa al cliente, pero tratándose de una alternativa comenté al sastre Justo Algaba, en Las Rozas, que me gustaría que me hiciera un traje que recordara a la época de Magallanes.

Se prestó a hacerme un diseño que se ajustara a mi cuerpo y me trató cariñosamente. Le dije que no quería parecer un arlequín o un pirata. Hizo un gran trabajo, con mucho gusto, en tres semanas. Cuando un torero va bien vestido lleva mucho ganado. Luego, el toro me lo rompió por dos sitios y en la enfermería me lo rajaron entero. Si Carmelo me repitiese en la Magallánica del año que viene me encargaría otro traje.

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En cuanto al peso de los toros, ¿los compañeros tuvieron contigo el detalle de dejarte los de menos kilos?

No lo sé, aunque me dijeron que se hizo un sorteo normal. Yo estaba en el hotel pero sé que no querían que entrase el que fue el último, el que me tocó a mí; el pelo, colorado girón, no le gustaba a nadie. El toro más pacífico fue el primero de Octavio, aunque su segundo fue un barrabás. Mi lote fue el mediano.

¿A quién fue el brindis?

A mi abuelo Pepe y a mi tío Pepe Hormigo, fallecido también, que perteneció a la escuela taurina de Jerez y estaba siempre con una cámara en los toros.

¿Cómo fue el primer encuentro con el toro Itinerante?

No había parado ni siquiera una vaca de Miura. Empiezo con el capote y veo las reacciones tan complejas. Lo miraba en los capotes de los banderilleros y lo mismo. Cuando Octavio lo sacó del caballo y se tuvo que ir al callejón me pregunté qué iba a pasar. En el momento de la ceremonia no pude disfrutar porque estaba pendiente del comportamiento del toro.

Reyes torea a ItineranteReyes torea a Itinerante

¿Ese comportamiento del animal estaba relacionado con el tercio de varas? ¿No se le castigó demasiado?

El toro en el capote hacía cosas feas. El picador, con buen criterio, le dio. Tras el primer puyazo Octavio fue a sacarlo y se le vino encima. Luego hablé con Rafaelillo y Octavio y me dijeron que lo pusiera una tercera vez.

¿Qué te dijo Rafaelillo en la ceremonia?

Me auguró una trayectoria importante. Como torero, me mostró sus respetos por decidir tomar la alternativa en ese día con los miuras y me deseó suerte. Fue bonito pero era día de pocas emociones; había que estar pensando en el toro. Octavio me dio un abrazo no de compañero sino de amigo.

Con la muleta estuviste más seguro que con el capote. ¿De dónde sacaste esa confianza?

Con la muleta, en los doblones de inicio venía incierto, a oleadas, arrollando, pero hubo un momento en que se quedó a una distancia y de ese momento me siento orgulloso porque, sin saber si iba a coger la muleta, me quedé asentado y con la suerte cargada. Ese momento fue el más importante de la tarde, cuando decidí tirar la moneda y que sea lo que Dios quiera.

Confirmando lo de Pepe Luis Vázquez, el toro siguió la muleta probándome, pero fue agradecido y rompió por el lado derecho y saqué tres tandas. Por el izquierdo tenía tendencia a mirarme y poco a poco, buscando las distancias y las alturas, conseguí una tanda con los vuelos. Era el día de mi alternativa y había que tirar adelante. Luego se fue a tablas y allí seguí con él.

Si hubieras matado a la primera habrías cortado una oreja, porque el público estaba muy a tu favor.

Aquello estaba fuerte. Habría sido una oreja seria. Noté el cariño de la gente. Yo había estudiado los comportamientos de estos toros. Fui haciendo lo que venía entrenando. Según me pedía el toro así hacía.

Un detalle no comentado por nadie es que el pasodoble que sonó en tu alternativa fue estrenado ese día. Se titula “Miura” y su autor es el maestro José Albero.

Pues fue un detalle. Ese hombre tiene gusto. Yo había pedido el pasodoble “Dávila Miura” y luego me quedé sorprendido de que sonara otra música. No me dio tiempo a escuchar pero la melodía era bonita.

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Hablemos de la espada. ¿Qué es lo que provocó los pinchazos?

En el primer encuentro con el toro le pincho en toda la yema pero doy en hueso aunque entré bien a matar. El toro percibió que le había dado un pinchazo y, como estos toros son tan listos, me tapaba la salida y decidí irme a los blandos para quitármelo de en medio, con la fortuna de que con el descabello acerté a la primera.

Saludaste una ovación ¿consideraste que la papeleta la habías resuelto bien?

Quitando la espada, es cierto que hay que tener una autoexigencia pero yo entendía que había dado la lidia que necesitaba el toro. Me decía a mí mismo que en el siguiente toro tenía que ponerme más en el sitio. No estaba conforme pero estaba contento con el esfuerzo hecho.

En el segundo toro ¿cómo resolviste su comportamiento?

Al salir se refrenaba y movía la cabeza de forma rara pero ya en los corrales tenía ese comportamiento. El reto fue ver a lo largo de la corrida la dificultad de todos los toros y saber que tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano si me salía uno de las dificultades de los que le tocaron a Rafaelillo y a Octavio. El hombre que cuenta con que puede morir sigue libre.

Nadie me aconsejó nada porque no dio tiempo. Salgo a parar el toro, me pegó dos o tres regates al principio y yo perdiéndole pasos, hasta que veo su cabeza dentro de la esclavina; cogí el capote de nuevo y en los medios, echándole los vuelos, lo iba dominando, siempre viendo lo complicado que era, andando por la cara hasta la media.

En las banderillas Neiro se desmonteró. No llevabas una cuadrilla tan incompetente.

Es importante llevar una buena cuadrilla. Neiro estuvo como lo que es, una figura de los banderilleros. Vicente Varela tiene muy buen concepto. Valcárcel va también con Emilio de Justo y Pepe Moral. Sabía las dificultades que tenía ese toro y le dije a Abraham que pusiera una si era preciso. El tío expuso con mucho compromiso y tiró para adelante. Se mereció saludar.

En la faena de este segundo toro, ¿ya estabas más convencido?

Yo necesitaba tener un halo de superioridad, incluso por encima de lo que yo era. No sabía cómo el toro iba a responder pero quería que percibiese que quien mandaba era yo. Después del pase de pecho parecía que el toro se enfadaba por haberle dado la tanda y se revolvía como yo no había visto en otros toros.

En el tanteo le calculé la distancia y la fuerza con que me respondía a la muleta. Entonces decidí rápidamente formarle el lío. Al final, después de un pase de pecho se revolvió como loco y le hice un remate y lo abaniqué. Le hice un desplante no chulesco sino un desplante después de haberlo dominado, que es más torero.

Pediste la espada rápido pero dejaste pasar un tiempo

El toro estaba en el medio pero escarbó. Si no hubiese escarbado me habría lanzado viendo a la gente tan encendida, pero decidí cambiarlo de terreno. Me pasaron por la cabeza mil cosas. ¿Por qué en Badajoz tuve el valor de tirarme sin muleta con un toro arreglado y en el día más importante de mi vida no era capaz de hacerlo con un toro en puntas? Si no lo hubiese hecho habría estado con la pena de no haberme atrevido. Hasta ahí va a llegar.

No quiero utilizar esa suerte en concreto. Quiero destacar con el capote, la muleta y la espada, o sea, cuajarme como torero. No voy a utilizar esa suerte como un recurso día a día. Lo hice en ese momento como en su día lo hizo mi admirado Iván Fandiño. Lo hice y se acabó.

La verdad es que, hasta ese momento, con este toro también tenías ganada la oreja.

Si cae rodado le corto las dos. Digo “para adelante”, con la mala suerte de que entro a matar y le di en la divisa. La espada resbala y caigo en la cara, no en el lomo.

¿Qué daños te dejó la cogida?

Tengo desgarro del ligamento interno de la rodilla y rotura del labrum, en la articulación del hombro. Tengo que pasar por quirófano. No me hizo más, no hubo heridas. Quedé inconsciente en el primer toque. No recuerdo nada. Entré a matar y se apagó todo. En la enfermería me desperté.

Terminamos con algo no estrictamente de la faena. ¿La sal en el suelo dificulta el movimiento de las zapatillas?

No resbala, pero un poco dificultosa es, sobre todo cuando hay un montículo y pisas; ahí notas que las zapatillas se hunden. Andas un poco inseguro aunque te vas acostumbrando.

Cristóbal Reyes y Marciano BreñaCristóbal Reyes y Marciano Breña

No abusamos más del tiempo del nuevo matador y le agradecemos que haya analizado con nosotros la tarde más importante de su vida, que la compartimos con los lectores de elMira.es. Deseamos a Cristóbal una carrera de éxito como matador de toros.

Cristóbal Reyes: “Me siento feliz por haber conseguido el sueño de ser matador de toros”