viernes. 19.04.2024
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Cuando Rafaeli toreaba hasta el viento se paraba

Semblanza de Rafael Lozano Medina, el torero de seda

¿Cómo se explica que un novillero que no llegó a tomar la alternativa haya dejado, después de pasar el tiempo, tan buen recuerdo en la memoria de los aficionados? Es un recuerdo más grande que el dejado por otros toreros que sí llegaron a tomar la alternativa. Eso no es lo normal.

Debut con caballos en Jerez

Rafael Lozano Medina nació el 9 de diciembre de 1940, hijo de Juan y Salvadora. Le gustaban los toros desde que nació y con pantalones cortos mostraba su afición jugando al toro en la calle. Su padre trabajaba con los Bohórquez y él desde chico anduvo con esta familia; allí le echaban vaquillas,  hasta que decidió que las noches con luna estaban para irse con otros amigos a torear por ahí. Luego se iban a los tentaderos y también frecuentaban el matadero, que estaba cerca de su calle, Ruy López.

Tenía sólo catorce o quince años cuando ya se iban a los pueblos de maletillas, pasando hambre. Una vez que El Litri toreaba en Jerez, Rafaeli saltó las tablas y se lanzó al ruedo de espontáneo; Litri dijo que lo dejaran que toreara, pero lo detuvieron y se lo llevaron, hasta que los Bohórquez hicieron por sacarlo y así no tuvo que pasar la noche en el calabozo. Cuando se generalizaron las novilladas nocturnas en la plaza de Jerez empezó a torear de luces; ahí Álvaro Domecq lo vio y le gustó. En esas noches toreó unas cuantas veces. Alternó frecuentemente con Espartaco padre y ambos formaban la pareja más joven del mundo sin caballos, según “El Ruedo”. En la Plaza Quemada se abrió una peña dedicada a él.

A su casa iban con asiduidad Morenito, Ventura, El Formidable, Juanito Sánchez y Luis Parra, el cual vivía en la misma calle; o Juan Antonio Romero, que vivía en la cercana calle Palomar. Se subían a la azotea para hablar de toros y torear de salón, en lo que solían utilizar el perro de Rafaeli, un perro al que llamaban “Chamaco” de lo feo que era.

El debut con caballos tuvo lugar el 25 de julio de 1961, alternando con Carlos Corbacho y Antonio Ruiz Espartaco, padre, máximos triunfadores de la temporada. Antonio Ordóñez estaba en el tendido. Aquella tarde, de tabaco y oro, toreó estupendamente de capote  y de muleta; hubo una tanda por naturales que es de lo mejor que ha visto nunca en Jerez por la izquierda. También con la espada estuvo acertado y, tras una vuelta en el primer novillo y las dos orejas en su segundo, lo llevaron a hombros hasta su casa. Los búcaros con vino caían desde la terraza al patio.

Lo dirigía Juanito Belmonte y toreó con caballos por Jerez, El Puerto, Espartinas, Motril, Granada, Alicante, Valencia; también lo vio Pamplona, y alguna ciudad francesa. Una vez toreó dos novilladas en diferentes ciudades en el mismo día.

3 de mayo de 1962

El 3 de mayo de 1962 llegó la novillada en que, con ganado de Osborne, alternó con El Cordobés y Carlos Corbacho. Aquella tarde hacía un viento que no permitía torear aunque, tras mucho sopesarlo, decidieron entre todos tirar para adelante. Poco se podía hacer pero cuando Rafaeli salió y empezó de muleta algo cambió y hasta el viento parecía que se paraba a contemplarlo torear. El público no daba crédito a lo que estaba viendo. Cortó dos orejas y rabo y salió por la puerta grande de la calle Circo. El brindis había sido para El Litri, en correspondencia a aquella vez que había saltado de espontáneo en un toro suyo. Rafael, frente a dos figuras de la novillería, fue el que se llevó el gato al agua y luego se generalizó en Jerez el dicho de que “cuando Rafaeli toreaba hasta el viento se paraba”. A partir de aquella fecha El Cordobés no quiso volver a torear con él; con quien sí compartió carteles fue con su amigo Luis Parra, en su ciudad y en Cádiz.

El viento se paraba en Jerez

En 1963, toreando en Alicante, después de que en su primero estuvo firme y dejó la impresión de un novel que busca un sitio singular, con el último novillo se clavó en el pie izquierdo una banderilla que se le tuvo que extraer con anestesia general. Luego le tocó servir en la Marina, en San Fernando; iba y venía todos los días.

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Tras la mili ya se fue enfriando la cosa y toreó poco; Álvaro Domecq lo recogía y se lo llevaba al campo para tentar. ¿Por qué dejó de torear? Una vez Belmonte le buscó una actuación y le ofreció pagarle una determinada cantidad. A Rafaeli le pareció menor de lo que merecía y rechazó la oferta; en ese momento decidió retirarse del toreo activo.

Después de retirarse seguía yendo al campo, participaba en tentaderos y toreó en los festivales a que con frecuencia lo llamaban. Se puso a trabajó como ferrallista y paraba mucho por el bar de Joselón, en la barriada de La Plata, donde se juntaba con otra gente del toro. Luego se casó y empezó a ayudar a Pepe Padilla en la tarea de repartir pan.

Un rabo, en Jerez

Cuando se creó la escuela taurina de la Diputación de Cádiz pensaron en él pero no llegó a entrar. Sí entró luego como profesor en la escuela de Jerez, desde el principio; en ella estuvo unos ochos años.

En su honor, y con ocasión de caer su mujer enferma, se celebró un festival benéfico el 5 de noviembre de 1989. Siete reses de diferentes ganaderías salieron para Antonio Ruiz Espartaco, Galloso, Currillo, Antonio Lozano, Pedro Castillo, Emilio Oliva y López Peregrino. En los tendidos había toreros, subalternos y apoderados. La tarde estuvo llena de momentos emotivos, como la entrega de una placa por los alumnos, los brindis de los actuantes o el abrazo en que se fundió con Espartaco padre, recordando aquellos años pasados en que actuaron juntos. Al final Rafaeli fue sacado a hombros.

Cádiz, octubre de 1962

Su mujer murió joven y se quedó con tres niñas pequeñas; le coincidió con la salida de la escuela y entonces pasó una racha realmente mala. Sin embargo, pudo disfrutar de los brindis que sus antiguos alumnos le hicieron, en muestra de agradecimiento a quien había sido su profesor. Una vez un familiar, queriendo indagar un misterio en su toreo elegante, le preguntó: “¿Por qué eras tan bueno con la izquierda?” Él le respondió: “Yo no era bueno con la izquierda; simplemente me llevaba cinco minutos pasando el toro por el pecho”. No era partidario de recibir a periodistas ni de contar su vida pero solía ir a la plaza de Jerez cada vez que toreaba Juan José Padilla, y se hacía acompañar por alguna de sus hijas.

El Puerto de Santa María

Siempre ha estado haciendo ejercicio y toreando de salón con los trastos, que conservaba. Aunque mantenía una cierta decepción por no haber triunfado definitivamente, en su cabeza no cabía otra cosa que no fuera pensar en haber sido torero y ha vivido su afición hasta el final; así, salía a la calle con su gorrita y veía en casa los toros por la televisión de pago. Ya mayor, en su casa era visitado con frecuencia por antiguos alumnos. Los aficionados con una cierta edad siguen diciendo lo de “el viento se paraba”.

A cada uno de los sobrinos le solía comprar de regalo un capotito y una muletita, pero él tuvo tres hijas que le dieron cinco nietas, ningún varón. Cuando estuvo malo no quería que lo vieran; mantenía su sentido de la torería. A su hermana nunca le decía que estaba malo, pero llegó a estar malo durante tres años. Ahora, desde el 15 de enero de 2017, ella es la única que vive de siete hermanos que fueron.

Cuando Rafaeli toreaba hasta el viento se paraba