martes. 23.04.2024

Galán, Ventura y Romero: salir a hombros o a pie no es cuestión de trofeos

Crónica del segundo festejo de la temporada de verano 2019 de El Puerto de Santa María

El Puerto de Santa María (Cádiz), 17 de agosto de 2019. Festejo de rejones organizado por la empresa Reyma. Noche serena con temperatura soportable. Algo menos de media entrada. Preside Rafael Comino. Ameniza la Banda de Música “Maestro Dueñas”, dirigida por Javier Alonso.

Se corrieron seis toros de la ganadería de Fermín Bohórquez (que pasta en Jerez), de entre 515 y 600 kilos, bien presentados pero con predominio de mansedumbre. En el arrastre, el primero fue ovacionado; el tercero fue pitado y el sexto tuvo palmitas.

Sergio Galán: gran rejonazo de efecto inmediato; dos orejas. En el que mató por Romero, rejón algo desprendido y eficaz; ovación tras petición. Rejón trasero y un golpe descabello; ovación tras petición.

Diego Ventura: pinchazo, rejón desprendido y un golpe de descabello; una oreja. Pinchazo y descabello; dos orejas. En el que correspondía como segundo de Romero, pinchazo sin soltar, pinchazo sin quebrar, rejón algo trasero y descabello desde el caballo; una oreja.

Andrés Romero: herido en su primero, ingresó en la enfermería sin volver a salir; continuó su labor Galán.

Incidencias: los caballeros hicieron el paseíllo a lomos de Capricho, Guadalquivir y Beirao. Andrés Romero resultó herido recién iniciada la faena de su primero, resultando fractura de clavícula y pequeña fractura de pelvis; fue derivado a la Clínica Jerez Puerta del Sur. Diego Ventura salió a hombros y Sergio Galán decidió salir a pie.

Estamos un poco lejos de aquellas temporadas taurinas de El Puerto en que la corrida de rejoneo significaba el único lleno seguro del ciclo veraniego. Ni siquiera poner el comienzo a una hora donde el calor no puede ser un achaque ayuda a que el aforo se complete. El rejoneo no está en sus mejores tiempos, a pesar de que hoy hay más rejoneadores que nunca. Se nota una falta de entusiasmo ambiental. Hay causas, seguro, y se pueden estudiar. Me atrevo a apuntar una: la gran desigualdad a la que se ha llegado a base de perfeccionar los caballos, que hay son más grandes y más ágiles que nunca. Ello provoca que el rejoneador goce de una superioridad frente a un animal que, aunque sea bravo, puede acabar dando la imagen de indefenso. Con ello la emoción decae y el público se retrae. Hay más causas, pero dejemos esto ahora.

Sergio Galán, en su primero, bien presentado y bravo, usó de salida a Amuleto, sobre el que recortó en la boca de riego y puso un rejón de castigo pero en los preparativos del segundo resultó herido el caballo y tuvo que retirarlo. Luego sacó a Capote, caballo habitual de banderillas, para poner el segundo rejón. Con Embroque, después de encelar a dos pistas y torear con la grupa, dejó tres farpas, una al cuarteo y dos citando de frente, practicando la hermosina, comunicando con el público y levantando grandes aplausos. Sobre Titán avanza de frente y, tras clavar, sale con doble pirueta, repitiendo lo mismo en la siguiente farpa, y acaba toreando a cuerpo limpio. Finalmente, con Óleo pone tres cortas en rueda antes del momento definitivo.

Con el primero de Romero, tras la cogida del compañero utilizó a Capricho para poner tres farpas en lo alto y, desde luego, no salió para cubrir el trámite. Con Óleo, especializado en el tercer tercio, colocó tres banderillas cortas en rueda (la última a rienda suelta).

Con su digamos tercero, manso poco despuntado que sale enterándose, recibió sobre el anglo-luso-árabe Alcotán, quieto en el centro, y clavó como si fuera a porta gayola; el toro se para y hay protestas del público pidiendo la devolución. Con Ojeda, luso-árabe, pone tres farpas, muy trabajadas, a un marmolillo. Sobre Bambino hace exhibición de balancín, ejercicio que ya ha cogido carta de naturaleza, en la cara, de espalda y de frene y deja dos en lo alto; el bicho se va de naja y también hay balancín para animar al público. Con Apolo cita una y otra vez y el bicho vuelve a irse para todos lados, aunque consigue poner dos pares a dos manos, con desigual acierto pero con el ánimo del público que palmea rítmicamente; el caballo se despide haciendo passage. Sobre Óleo deja una rosa de despedida y la preparación para el rejón es laboriosa.

Diego Ventura, en su primero, usó a Joselito para realizar unos preciosos recortes aunque el bicho sale naja; toreó con las ancas y dejó en corto un rejón algo contrario; el caballo demuestra tener un gran aguante. Sobre Fino toreó metiéndose en tablas y puso tres farpas al quiebro en corto, templando a dos pistas y haciendo el cambio a la grupa en tablas. Con Frascuelo, caballo alazán debutante esta temporada, puso dos entrando de frente y cuarteando, para luego jugar cara a cara. Sacó a Bronce para dos cortas y luego para matar, en una nueva función para este caballo, previa exhibición de doma con rodillazos y flexiones delante de la cara del toro.

A su segundo, que sale distraído y resulta manso, recibe sobre Campina pero el bicho no quiere saber nada y se refrena ante el capot del peón; dos rejones hacen que siga huyendo hasta provocar palmas de tango. Con Guadalquivir, que ya no trabaja como caballo de salida, pone tres farpas al cuarteo aunque la primera cae. Con Lío llegó el alboroto al tendido tras los tres palos puestos al quiebro, realizados en corto y gran batida, uno incluso con paradiña. Sacó al albino Remate para exhibir piafé, levada en la cara del toro y patas en el estribo como complemento a tres cortas puestas en rueda. El premio de dos orejas, no obstante, resulta excesivo y creemos que el presidente se apresuró al sacar el primer pañuelo, lo que estimuló para pedir una segunda.

Con su tercero, toro de muchos kilos, sacó de nuevo a Campina y, esperando en el centro, perdió el palo del rejón aunque luego colocó un segundo. Con Sueño templa a dos pistas levantando aplausos; tras clavar lleva al toro templado a todo lo largo de la plaza, lo que provoca una gran ovación; la segunda farpa se clava al quiebro andando para atrás (como hacía su hermano Pegaso); la siguiente es a cite parado en el centro y andando para atrás antes de quebrar; intenta una más pero el público le grita para advertirle que el caballo cojea de la pata derecha, por lo que se retira. Sobre Nazarí (que sale con las crines sueltas) pone dos y templa pero sin limpieza. El tordo casi blanco Dólar se adorna con passage antes de poner una y luego es despojado de la cabezada para dos pares a dos manos, seguidos de exhibición de doma, con paso atrás, passage y parón a la raya. Finalmente, Remate se luce con doma, incluidas levadas, y ayuda a poner dos cortas en rueda antes del fallo a aceros. Doce palos sobre el toro y el presidente no exigió permiso para seguir poniéndolos a partir de las cuatro farpas (el Reglamento está para algo, ¿no?). Ventura puso el descabello desde el caballo y esto es la primera vez que lo vemos pero consideramos que encierra una ventaja para el rejoneador (al estar más defendido de una embestida), aunque es opinable.

Andrés Romero, en su primero, suelto de salida, paró con Monte realizando una preparación laboriosa para dejar un rejón fácil arriba y, ante el segundo rejón, el toro rehúye la pelea y salta al callejón; da la vuelta completa al anillo porque no hay nadie que abra una puerta a mitad de recorrido; al volver a la arena sigue huidizo y el rejoneador renuncia a ese segundo hierro. Sobre Caimán pone una al cuarteo y, a la segunda, el caballo tropieza en la arena y el jinete es lanzado hacia adelante para luego recibir encima a la cabalgadura en una vuelta de campana; quedó tendido inmóvil y es llevado a la enfermería en un ambiente que casi entrevió la tragedia.

Sergio Galán renunció a salir a hombros pese a haber cortado dos orejas y lo hizo a pie, en respeto a su compañero onubense, herido, como se suele hacer en estos casos. Por el contrario, Diego Ventura no desaprovechó la ocasión para tener una nueva foto saliendo a hombros de la Plaza Real, sin importarle el contraste con su compañero que salía a pie y sin importarle las protestas de un sector del público; al día siguiente toreaba en un pueblo de seiscientos habitantes. Son dos gestos que representan diferentes maneras de entender la profesión de la tauromaquia.

Unos buscan lo esencial, la pureza, lo clásico y el respeto. Otros, las marcas, las cifras, los récords. Sin embargo, el toreo (incluido el toreo a caballo) no es un deporte, donde prima el número, sino una actividad artística, donde prima el modo de hacer las cosas independientemente del resultado. ¿Será ello una de esas otras causas que dejábamos sin definir en el comienzo del comentario? Bueno, así hemos llegado al fin del comentario, por ahora.

Galán, Ventura y Romero: salir a hombros o a pie no es cuestión de trofeos