jueves. 25.04.2024
Luis Parra Jerezano
Luis Parra Jerezano

La trayectoria profesional del torero Luis Parra Jerezano, de la cual ya hemos contado algunos episodios en estas páginas de elMira.es, abarcó un periodo de quince temporadas como matador de toros, entre las cuales hay que contar su incursión en Méjico.

Es este país americano estuvo toreando dos temporadas, que vamos a referir muy escuetamente a continuación. “No te puedo contar con mucha exactitud, porque ya ha pasado tiempo y las fechas, los nombres y las cosas me bailan en la cabeza”. No se preocupe, maestro, porque lo importante es dejar referencia, siquiera sea somera, de ese apartado de su biografía.

Luis Parra y Marciano BreñaLuis Parra y Marciano Breña

Mesón El Jerezano

La aventura mejicana tuvo un preámbulo que más bien fue detonante y es preciso dejar reseñado. En 1969 decidió levantar un establecimiento de hostelería en El Puerto de Santa María, aprovechando unos terrenos próximos a Fuentebravía que eran propiedad de su esposa.

Se trataba de una idea por aquel entonces novedosa, que reunía las características de bar, restaurante, sala de fiestas y placita de tientas, de manera que Mesón El Jerezano se inauguró y lo hizo por todo lo alto, con asistencia de distintas personalidades sociales, incluyendo la figura del gobernador civil.

El negocio enseguida empezó a tener éxito de público pero, con tanto personal de plantilla y tanta actividad, pronto se vio que aquello era de difícil gestión, la cual, aunque encomendada a un familiar de confianza, no reportaba los beneficios esperados. Tras medio año de manejo, algunos acreedores empezaban a apretar y uno provocó, por una deuda nada relevante, un embargo, que dolió al torero.

La decisión fue rápida: hizo una sociedad con los acreedores a los que les ofreció parte de sus acciones y arrendó el local. El negocio continuaría, incluidas las fiestas taurinas, para lo cual los socios, entre los que había algunos ganaderos, buscaron a Rafael de Paula como director de lidia de las capeas en la placita de tientas.

Se va a Méjico

Así, determinó irse a América para ganar dinero toreando. A primeros de 1970 marcha para Méjico, con 4.000 pesetas. Llegó a un hotel de la capital y al día siguiente, por la mañana temprano, fue a la Plaza Monumental, donde se encontró con Jorge Zacatecas, propietario de la cuadra de caballos de picar. “¿El señor Zacatecas? Soy Luis Parra Jerezano, torero español; acabo de llegar y quiero que usted me apodere aquí en Méjico”. “Encantado. Mira, te va a arreglar esto mi hermano Manuel, que es el que verdaderamente se dedica a apoderar y que llevó a César Girón y a Joaquín Bernadó. Lo puedes encontrar en La Unión”.

2 Jerezano en Tijuana
Jerezano en Tijuana

Llegó a La Unión; era la sede de una especie de sindicato de los subalternos y funcionaba como un club, con amplias instalaciones para actividades sociales. Manuel Zacatecas estaba allí. Se presenta, lo recibe amablemente y, después de una conversación en un apartado, le da buenas esperanzas.

“Matador, problema no va a haber ninguno. Lo único que tienes que hacer es salir de Méjico y volver a entrar con un contrato de tres corridas, que es lo que te facilitará la obtención de la visa”. Se dan la mano y se cierra el apoderamiento rápidamente. Manuel, a continuación, habla por teléfono con el empresario conocido como El Zángano, buenísima persona, y le saca al instante un contrato con tres corridas, una en Autlán de la Grana. Luego le dio tres o cuatro más.

Lo llevan a Nuevo Laredo, cruzan el Río Bravo y entran en Laredo de Tejas. Estuvo concentrado en un hotel, con una comida al día porque había que controlar el gasto. A los doce o catorce días aparece Manuel, que ya se había pasado por el hotel de Méjico capital y había recogido la ropa. Llegó con los trebejos y la cuadrilla, más el contrato con las tres corridas firmadas. Cruzan de nuevo la frontera y entran ahora ya con la visa.

Impacto en Autlán de la Grana

Llegó el día de Autlán de la Grana, alternando con Pedro Luceiro y Raúl García ante toros de Corlomé; cortó una oreja a cada toro pero tuvo un impacto muy grande. Al acabar la corrida Manuel le propone quedarse para ver al día siguiente a Manolo Martínez, que actuaba allí, junto a Eloy Cavazos y Adolfo Ávila El Paquiro. Al día siguiente cuál sería su sorpresa cuando al entrar por el portón de cuadrillas y en el callejón la gente lo reconoció y empezaron a gritar “Jerezano, Jerezano”, a lo que respondía saludando con la mano. Matan el primer toro y seguían gritando su nombre. Matan el segundo toro y le seguían provocando para salir al ruedo a saludar. Manolo no tuvo suerte con el suyo y seguían los gritos de “Jerezano, Jerezano”.

3 Jerezano y un santodomingoJerezano y un santodomingo

Se siente provocado de tal forma que salta al ruedo y va a los medios a saludar. Al regresar al callejón ve la cara de susto del apoderado. Manuel le dice: “Siento decirte una cosa. Tienes que preparar las maletas y marchar inmediatamente para España. Le has hecho un feo muy grande a Manolo Martínez saliendo a saludar de paisano. La solución es irte allí donde está él y pedirle disculpas por haber salido a saludar”. “No he querido molestar”. “Ya lo he visto pero Martínez lo ve como una falta de respeto. Ve a él y pídele perdón”. Le respondió: “No lo puedo consentir. No pediré perdón. No he hecho nada malo”. “Pues no creo que vayas a torear más en Méjico”.

Al día siguiente la sorpresa es que la empresa EMSA, que llevaba la plaza México, llama a Zacatecas para ir a la oficina y le firma tres corridas con Martínez, la primera en Mérida de Yucatán, con toros de Mariano Ramírez. Vamos a Mérida, las cosas salen bien y corto las orejas, pero Martínez no estuvo bien, los toros no le sirvieron. Después le dijeron a Zacatecas que las otras dos corridas que quedaban no las iba a torear con Manolo Martínez, que se rompía el contrato.

Hacerse oír en La Unión

Fue tan grande su indignación, ante el esfuerzo que había hecho al ir a Méjico, sin contrato y prácticamente sin dinero, y ya que tenía las puertas del país casi abiertas, que decide irse a La Unión. Entró en el salón y llamó la atención a todos los presentes, a los que se dirigió con toda su fuerza.

4 Jerezano en un cartel mejicanoJerezano en un cartel mejicano

“Más de la mitad de los que estáis aquí habéis toreado en España. No porque un torero haya estado bien, mejor que otro, le hacen un boicot. Manolo Martínez ha hecho una injusticia vetándome. Sé que estas palabras son casi prohibidas y pueden ser las últimas que diga pero mi satisfacción es que he informado a todo el toreo de Méjico de lo que ha pasado en Mérida de Yucatán. Sé que voy a tener un problema y es que cualquiera me puede pegar un tiro en cuanto yo vuelva la espalda, pero lo que quería decir dicho está. Buenas tardes”.

Bajó las escaleras y vio que estaba vivo. Llegó al hotel y vio que seguía vivo; así es que se acercó, para comer tranquilamente, al restaurante “Súper Leche”, el mismo que años más tarde sufrió los efectos del terremoto de Méjico muriendo en él unas trescientas personas. Lo que pasó a continuación fue que al día siguiente Zacatecas le avisa de una gran noticia, de que la empresa le había hecho varias corridas. “Ninguna vas a torearla con Manolo Martínez”.

“Manolo Martínez tuvo un gesto, fue un señor. Después de lo de La Unión le informaron rápidamente y, teniendo el poder de hacer y deshacer, nos dejó libertad para torear aunque yo no fuera con él. Le dijo a la empresa: ‘No va torear conmigo pero ponlo donde te dé la gana’. Los carteles en que participé a partir de entonces eran buenos, con Curro Rivera, Eloy Cavazos, Mario Sevilla, Jesús Solórzano, Fernando de la Peña...”.

Torear en Méjico

Trabó no sólo relación profesional sino también amistad con ganaderos, taurinos y toreros, entre ellos especialmente Fernando de la Peña, torero clásico y persona amable con quien había coincidido en España el 22 de agosto de 1965, con motivo de su confirmación, cuando se la dio Antoñete y Luis actuó de testigo, ante toros de Escudero Calvo. En Tijuana toreó tres tardes y otras tantas en Ciudad Juárez. En ambas ciudades había dos plazas de toros. Concretamente en Tijuana toreó en la vieja, la de El Toreo, no en la nueva (que es la segunda más grande de Méjico) recién construida entonces por cuenta del Mayor López Hurtado; Anthony Quinn, entre otros artistas de Hollywood, asistió más de una vez desde la barrera a las actuaciones de Jerezano.

En la ganadería Santo Domingo hizo amistad con la familia del doctor Labastida. “Yo paraba en el hotel My Love de la calle Independencia, de Méjico Distrito Federal. Los hermanos Labastida también paraban allí porque tenían mucha amistad con los dueños del hotel, que eran españoles. No eran muy amigos de los tentaderos y sólo los hacían de vez en cuando pero le invitan a uno”. Javier, hijo del doctor, le avisó un día: “La próxima semana vamos a tener tentaderos”. Chucho Solórzano lo recogió en el hotel y pasaron en la finca más de una semana. “Estábamos tentando sólo Curro Rivera, Chucho y yo. Echaron ciento y pico de vacas. Las vacas de Santo Domingo eran utreras con cruce de saltillo y miura. Es una ganadería de motor”.

En Tijuana toreó una corrida de este hierro de Santo Domingo y se le ocurrió coger una silla para torear de muleta sentado, la única vez que ha hecho eso. En Acapulco toreó dos o tres tardes. O sea, que ese año en total fueron doce o catorce las corridas toreadas por Jerezano en Méjico. Habrían sido más de no cruzarse la cornada, una cogida mal curada.

La cogida

“En Ciudad Juárez la corrida fue del Mayor López Hurtado, militar que tenía un hijo matador de toros, Pepe. Yo había matado el primer toro. El segundo toro se lo brindo al maestro aún activo Luis Procuna, que estaba en el tendido; me pega una cornada en la ingle al dar un pase de pecho y sigo en el ruedo. Mato al toro y le corto las dos orejas”.

Lo meten en la enfermería pero no estaba el médico de la plaza, que acababa de tener un accidente de tráfico. Lo llevan a la inmediata clínica de maternidad, donde los médicos, sin experiencia en cornadas, le hacen una cura de emergencia y le cierran la herida. A continuación lo trasladan en avión a Méjico, al hospital de la Central Quirúrgica, donde iban todos los toreros. Allí operaban los médicos de la misma Monumental. Le meten penicilina durante un mes y al quitar los puntos la herida se abre entera. Los bordes de la misma estaban quemados por el cuerno al entrar y no se podían unir. Había que dejar la herida abierta y esperar a que cerrara de dentro para fuera. Cuando le dan el alta médica, cansado de hospital y añorando a la familia, le dice a Zacatecas que se quiere ir a España. “Hombre tenemos varias corridas firmadas”. No le sentó bien al apoderado.

Vuelta a España

Volvió a España. Cuando llega la empresa de Jerez le propone un mano a mano entre Jerezano y Rafael de Paula en Jerez pero no se lleva a cabo por falta de entendimiento económico. Acto seguido le llamó la empresa de El Puerto de Santa María, donde toreó una corrida con toros de Marqués de Ruchena y cortó tres orejas y un rabo. Le firman una segunda para quince días después.

5 Jerezano hoy en JerezJerezano hoy en Jerez

Se prepara con un tentadero en la finca de José Domecq de la Riva y cuando, al terminar, se quita los zahones aparece un manchón de sangre en las calzonas, que asusta a Cayetano Ordóñez, presente aquel día. Lo tranquiliza diciéndole que es la herida de Méjico; “chiquillo, ¿y así toreaste la semana pasada?”. La segunda tarde de El Puerto tuvo toros de García Fernández-Palacios y cortó dos orejas. Tras ésta lo llaman para Las Ventas y llega la corrida en que corta dos orejas a un toro de Victorino Martín (no fue su única victorinada, pues al año siguiente, 1971, se habría de enfrentar a otra corrida de la A coronada en Vistalegre, junto a Dámaso Gómez y a Joaquín Bernadó).

Nuevamente a Méjico

El siguiente invierno se quedó aquí por razón del apoderamiento de Canorea y Barrilaro, ya que veía con ellos un futuro a corto plazo ilusionante, un aliciente grande aunque luego, en julio, tuvo que cortar la relación. En otoño de 1971 le llama Manuel Zacatecas y le dice que el Zángano le ofrece dos corridas en Autlán, una de ellas junto a Antonio Lomelín. Se va y ya en noviembre actúa en Jiquilpan. En ese viaje torea cinco o seis corridas más, incluyendo la vuelta a Acapulco en enero de 1972. Aparte de esos compromisos, la empresa de la plaza México no le contrató nada, por haberse ido de Méjico en su estancia anterior teniendo varias corridas firmadas. Ya no volvió a Méjico como torero.

6 Jerezano en Tijuana
Jerezano en Tijuana

Sí volvió como apoderado. A Juan Pedro Galán lo llevó cuando aquí no podía torear por la edad. También llevó a Marcos Pareja Obregón y a su propio hijo Luis. Retornó a Méjico en 2008 apoderando al almeriense Ruiz Manuel. Por sus contactos con Diego Carmona logró que toreara cuatro veces en la México, ya con Rafael Herrerías de empresario, aparte de anunciarse en otras plazas, como Texcoco o Chilpancingo.

7 Jerezano triunfa en Méjico
Jerezano triunfa en Méjico

También volvió a ir al país hermano como apoderado de Salvador Barberán, quien se presentó en Chimpancingo y cortó tres orejas. Cuando iban a torear una novillada en Texcoco, de mano de la empresa de Méjico, se presentó el padre del algecireño. A partir de ahí empezaron a surgir interferencias y tras torear una novillada en Tapachula, el último pueblo antes de Guatemala, cortaron la relación, aunque tenían ya ofrecida la presentación en la Monumental y catorce o quince festejos firmados.

8 Jerezano volviendo de MéjicoJerezano volviendo de Méjico

Así terminaron sus deseos de seguir con el trabajo de apoderamiento. Sin embargo, sigue su cariño por la tierra mejicana y su convicción de que los novilleros españoles tienen que ir a Méjico para consolidar, con los toros de allí, el toreo de temple. Aparte de su visión profesional, Luis Parra Jerezano siempre habla de Méjico y de los mejicanos con devoción, porque aquella tierra y sus gentes se le quedaron metidas en el alma

Jerezano en Méjico: “No pediré perdón”