Jerónimo Cornejo Barrera ha estado actuando como presidente de la plaza de toros de Jerez de la Frontera durante una década. Su mandato ha llegado a su fin y aprovechamos este momento para intentar hacer un resumen de su presidencia, así como reflexionar sobre algunas cuestiones genéricas del ejercicio de este cargo.
Nos citamos junto a la plaza de toros para ambientar nuestra conversación, con un remate apropiado frente a una copa de fino en un bar de solera taurina.
Jerónimo, ¿cómo entraste en esto de la presidencia de una plaza de toros?
Mi mujer se enteró por la radio de que la Universidad Nacional a Distancia había convocado un máster de dirección de espectáculos taurinos de 625 horas y me apuntó. Era la primera promoción y constaba de tres módulos. Beatriz Badorrey dirigió el módulo sobre el Reglamento taurino y me encargó un trabajo referido a las enfermerías de las plazas de toros. El segundo módulo, sobre los encastes, lo dirigió Miguel Padilla y le entregué un trabajo sobre la ganadería de Cebada Gago. El tercero trató del arte del toreo y lo dirigió Rafael Cabrera; mi trabajo versó sobre el toreo a pie.
¿Qué pasó tras acabar el master?
El maestro Antonio Lozano me ofreció la posibilidad de presidir en la plaza de Chapín, sede de la Escuela de Tauromaquia de Jerez, ahora cerrada por motivos políticos. También di algunas charlas a los alumnos. Ello me sirvió de experiencia para cuando me llegara el momento de presidir en alguna plaza con festejo reglamentado. Así, en 2013 y tras la presidencia de Clara Montaño, un día tuve una llamada de don Juan Cabañas, jefe de Servicio de la delegación del Gobierno, que me propuso la presidencia en la plaza de Jerez y acepté.
¿Qué significó actuar de presidente?
Fue bonito encontrarme con gente del toro. El presidente Rafael Carrero me ayudó mucho. El equipo médico era espectacular. El doctor Mendoza, con el que trabajé muchos años en el Hospital, me decía “Has estado mucho tiempo a mis órdenes y ahora estoy yo a tus órdenes”. Hay muchos detalles que preparar, por lo que dos meses antes de las corridas iba a la plaza para tener contacto con el personal de la plaza.
¿Qué pasó con la enfermería?
Al morir el doctor Mendoza, hablé con Morante de la Puebla sobre la enfermería y luego la empresa me pidió que organizara el equipo médico para la enfermería de la plaza. Entonces me puse en contacto con el doctor Gómez Becerril, jefe de Servicio de la clínica Puertas del Sur, y aceptó.
Él formó un equipo con un cirujano torácico, un cirujano abdominal, un cirujano vascular, un anestesista y el equipo de enfermería. La clínica puso el material quirúrgico. Afortunadamente, en los diez años que he presidido nunca ha habido necesidad de que un torero o subalterno pasara por la enfermería.
Hoy, cuando es obligatoria una UVI móvil en la plaza, ¿siguen siendo fundamentales las enfermerías?
Las enfermerías siguen siendo fundamentales, porque los primeros auxilios deben hacerse en la enfermería, antes de meter al herido en la UVI móvil, que está para el traslado a un hospital. Las nuevas tecnologías son un avance pero la enfermería es importante.
¿Has tenido siempre el mismo equipo?
El asesor artístico ha sido siempre el mismo, Ventura Núñez. Los veterinarios han ido rotando. Díaz Barrera ha sido el que me ha acompañado más veces; también ha habido otros, como Mª Jesús Guerra o Cózar; Ruiz López ha estado sólo mi último año. Los delegados gubernativos varían más, porque un día está la Policía Nacional y otro la autonómica, aunque lo nombres se suelen repetir.
¿Qué anécdotas o cosas importantes recuerdas de estos años de presidencia?
Recuerdo que presidí dos despedidas; una fue la del rejoneador Fermín Bohórquez y otras es la despedida de Padilla de Jerez. Con el equipo médico y con el personal de plaza he mantenido siempre una relación muy buena. El año pasado, cuando Rafael Carrero ya había cesado, presidí dos tardes y además la Delegación me pidió que subiera en la tarde del nuevo presidente; alguna prensa no se enteró y criticó mi presencia allí, ignorando que yo cumplía órdenes.
¿Ha habido alguna situación apurada?
Recuerdo que mi tercer año me tocó presidir a toreo admirado, que hizo una gran faena y entró a matar debajo del palco. La espada hizo guardia pero el público no lo vio porque rápidamente los subalternos sacaron el acero. La plaza entera empezó a pedir la oreja y la concedo pero sigue la gente pidiendo la segunda. El equipo presidencial, finalmente, decide de común acuerdo conceder las dos para evitar un desorden público. Así, saqué el segundo pañuelo a una estocada de guardia.
¿Otros recuerdos?
Tengo dos cosas que me gusta recordar. Una es que he conseguido que se toque el Himno Nacional al abrirse la puerta, antes del paseíllo. Otra es que ya no salen fotógrafos a la arena para deslucir el paseíllo, cuando ya hay máquinas fotográficas que captan con precisión desde el callejón. Esto es algo que se ha traspasado a Sevilla y que me gustaría que se mantuviera en Jerez. También he conseguido que los alguacilillos sepan hacer el paseíllo y que sean conscientes de que son agentes de la Autoridad en el callejón y en el ruedo.
¿Cómo fue que en el año de la pandemia los alguacilillos salieron vestidos de corto?
Hablé con la empresa y dije que yo era capaz de pagar el alquiler de los trajes por mi cuenta. Me contestaron que, como el aforo estaba reducido a la mitad, había que recortar gastos en todo (equipo médico, entradas de favor, veterinarios…) y no había dinero para alquilar trajes. Los alguacilillos debían venir vestidos de corto por su cuenta.
¿Cómo hacías los reconocimientos?
Los días previos a las corridas estaba pendiente de todo. El día de la llegada del camión estaba media hora antes de lo que me había dicho el Rabia. Cuando llegan los delegados gubernativos bajamos con ellos a las corraletas los dos presidentes, el asesor y los tres veterinarios; éstos se colocan en puntos distintos para juzgar con independencia. Intentamos que no hubiera por allí más personas de las necesarias, aunque siempre hay compromisos.
En otras plazas hay, en el reconocimiento y en el sorteo, representantes de los aficionados
Sí, lo recoge alguna normativa pero en Jerez eso no se da.
¿Cuántos toros has devuelto?
En el reconocimiento no he devuelto ningún toro. Una vez salidos a la plaza habré devuelto tres o cuatro, como mucho.
¿Por qué concediste la vuelta al ruedo a un toro de Juan Pedro sin petición del público?
Fue el año posterior a la pandemia. La corrida no había sido mala. Me precipité. Cuando el toro estaba dando la vuelta al ruedo había un runrún y ahí, por esa reacción, me di cuenta de que me había equivocado.
¿Qué personas debe haber en el callejón?
Es una pregunta complicada. En lo que dependía de mí, estaban las personas a las que la Junta de Andalucía daba pases de callejón, a través de la empresa; son para los veterinarios, para los delegados gubernativos, los que se queda la empresa y los que da a los presidentes. El día que yo presidía mi pase lo podría entregar a otro, pero normalmente la delegación del Gobierno me pedía alguno.
¿Cuántas veces has propuesto algún tiempo de expediente?
Solamente una vez y la cosa no llegó a ningún sitio. Hubo un indulto con el que yo mismo no estaba de acuerdo. Hice un escrito alegando que un torero faltó el respeto a la presidencia pero en la Administración me recomendaron que lo dejara pasar. Sí he llamada la atención varias veces, a través del delegado gubernativo, a algún banderillero y a los mulilleros. Con éstos la amenaza de propuesta de sanción surtía efecto rápido.
¿Qué reciclaje tiene un presidente?
Cuando el hice el master, al final de cada módulo nos ofrecían charlas o conferencias a cargo de especialistas. Luego, durante el ejercicio, suele haber reuniones de presidentes cada año o cada dos años. Personalmente, he asistido a las que se celebraron en Madrid, Ronda, Antequera, Mérida…
¿El trabajo de presidente está remunerado?
No. Aparte del pase de callejón, la empresa me gratifica con dos abonos. Creo que en Sevilla también ocurre eso. Sin embargo, el veterinario cobra sus honorarios del Colegio de Veterinarios y al asesor la empresa le paga la décima parte de lo que cobra el veterinario. Al asesor, además, la empresa le regalaba un pase de favor en el tendido.
¿Es mejor que sea presidente un aficionado o un funcionario del Cuerpo Superior de la Policía?
Yo prefiero que sea un aficionado. Es verdad que los policías hacen cursos de actualización pero un funcionario es un jefe con poder institucional y a la hora de dar órdenes es más rígido; a la hora de recibir críticas está más protegido. Doy más valor a un aficionado y reconozco que el personal de policía de la plaza siempre me ha respetado como si yo fuera un jefe. El aficionado presidente no sufre la presión de que los policías tengan que obedecerle los delegados gubernativos. Es mi criterio; igual no tiene sentido.
¿Existe una coordinación entre los presidentes de una misma plaza?
En Jerez teníamos relación directa entre Rafael Carrero y yo. Hablábamos sobre los detalles como cuándo tocar el Himno Nacional o cuándo poner la bandera a media asta. También estábamos de acuerdo sobre si poner tres o dos pares de banderillas en función de la situación de los banderilleros. Además nos poníamos en el palco y el que no presidía llevaba el control del tiempo.
¿Estás asociado?
Pertenecía a la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España (ANPTE). Tras la muerte de Marcelino Moronta hubo un vacío de poder. Luego, en la asamblea celebrada el mes de noviembre de 2022 resultó elegido como presidente Víctor Manuel Ferra, que se imponía a la candidatura encabezada por Luque Teruel. Entonces, se produjo una ruptura y se creó la Unión de Presidentes de Plazas de Toros (UPTE), dirigida por el mismo Luque Teruel y Fernández Rey; yo estoy con ellos.
¿Por qué has puesto fin a tu etapa de presidente?
El año pasado, después de muchas alegrías y de sufrimientos, llegó el momento de pensar. Acepto las críticas y los periodistas tienen derecho a opinar, pero no acepto faltas de respeto y descalificaciones personales. En mi actuación he seguido el Reglamento y si he aceptado un toro que a alguien no ha gustado es porque ha sido aprobado por los veterinarios y porque he visto que es el apropiado para la plaza de Jerez. Muchas veces hemos tenido que luchar para presentar a una corrida lo más digna posible.
Generalmente la gente no conoce el Reglamento. Vienen de la feria, con la copa en la mano, y lo que quieren es divertirse. El público paga y no debe salir disgustado por el hecho de que el presidente aplique el Reglamento; esto produce tensión. El año pasado un toro recién salido doblaba las manos y la gente protestó enseguida; había que darle tiempo y simplemente esperé antes de tomar una decisión. Estaba un poco cansado y decidí que me tenía que retirar.
¿Has presidido fuera de Jerez?
He presidido una vez en Campofrío (Huelva). Me han vuelto a llamar para volver este año allí. Tengo amistad con el empresario y, si Dios quiere, iré en julio.
¿En estos años de presidencia has tenido más críticas o más elogios?
Es complicado decirlo, porque ha sido mucho tiempo. En general, la gente no ha salido disgustada con mi actuación.
¿Quieres decir algo más?
Nada, salvo que te agradezco la atención y el tiempo que me dedicas, lo que es un honor.