jueves. 28.03.2024
Pérez Mota
Pérez Mota

Vamos a la localidad serrana de El Bosque para encontrarnos con el matador de toros Manuel Jesús Pérez Mota. Queremos conocerlo y repasar con él su temporada de 2016.

Es un valor de la tauromaquia de nuestra provincia y creemos que tiene mucho que decir. Nos propone que compartamos con él una sesión de preparación allí donde habitualmente la hace. Es la coqueta plaza de la localidad, con su recientemente estrenada cubierta, situada en un marco incomparable que luce como fondo las montañas del Macizo de Grazalema.

 

Echamos un rato entre los jardines y la arena, tomamos algunas fotos y luego nos vamos al Hotel Las Truchas para charlar alrededor de un café, buscando el solecito en una tarde fría de invierno.

¿Cómo surgió tu afición al toro?

Mi padre era muy aficionado e intentó, de joven, ser torero pero desistió. El mayor atractivo para mí surgió acompañando a mi hermano Juan (Juan Contreras) cuando estaba en la Escuela de Tauromaquia de Jerez; jugando al toro empieza la pasión por la tauromaquia.

¿Qué es lo que te atraía del mundo del toro?

Con la edad de la escuela lo que atrae son los momentos que se viven con los compañeros, que tienen la misma ilusión, y cuando se va a los tentadero, con los miedos de no saber si serás capaz de ponerte delante de un animal para darle unos muletazos. Esos momentos son bonitos porque sólo te preocupas de ser feliz.

¿Se nace torero o se hace?

El torero nace. Se trata de condiciones innatas, aunque con el paso de los años y ejerciendo el oficio se van adquiriendo condiciones técnicas. Lo que logra entusiasmar al aficionado es mostrarte sin técnica ninguna, sólo desnudo con tus sentimientos, y eso se tiene o no se tiene.

¿Cómo fue tu estancia en la Escuela Taurina de Jerez?

En el año 94 o 95 empecé a acompañar a Juan. Debía tener algunas condiciones porque los profesores me ponían para alguna becerra. Después, durante algún tiempo, en las fiestas de los pueblos de por aquí, por la sierra, me anunciaban al final con alguna becerrita. Juan abandonó la escuela en el 95 y ya sólo iba con él a los tentaderos. Me vuelvo a inscribir en el 2001 y estuve tres años. Durante dos años participé en las novilladas televisadas de Andalucía y un año quedé en segundo lugar. Fue una etapa bonita en que coincidí con muchos compañeros, como Morilla, Sandra Moscoso, Copano, Caro Gil o Tirado Ponce, que luego unos han sido toreros y otros se han quedado por el camino. Guardo momentos de compañerismo y a la vez de competencia; el paso por la escuela fue muy positivo.

¿Cómo recuerdas tu presentación ante tus paisanos en el festival homenaje a Luis Parra, aquí en El Bosque?

Fue en el 2001 y significó el sueño que perseguía. Eran todos matadores y la única plaza de novillero con caballos estaba ocupada por Octavio Chacón, quien dos días antes tuvo un percance. Personalmente, y sin haber debutado con caballos, le pedí el favor al maestro Jerezano; él no tenía noticia de mí pero fíjate si sería gordo lo que le formé al novillo que al día siguiente se convirtió en mi primer apoderado. Fue de las cosas que más me han entusiasmado, y sobre todo por darse en aquellos comienzos de querer ser torero. Animó mucho a los aficionados del pueblo.

¿Cómo fue tu debut con caballos?

 

Me cogió cuajado, porque había matado novilladas muy fuertes por el Valle del Terror y por Madrid y Toledo. A finales de 2004 en Ronda corté las orejas a un novillo y allí un señor de Los Palacios decidió encargarse de mí e hicimos, junto al maestro Currillo, una buena preparación en el campo. Decidieron que debutara en febrero de 2005 en Cantillana (Sevilla), con novillos de Herederas de Bohórquez, junto a Antonio José Blanco y El Cartujano (de Fuengirola).

¿Puedes resumir tu etapa de caballos?

Fue una de la más importante de los últimos años. El 2005 terminé con treinta y seis novilladas y en el puesto número cinco del escalafón, alternando con novilleros como Talavante y otros de dinastía, como Cayetano o Julio Benítez; fue un rodaje a sangre y fuego.

El 2006 terminé como número uno y toreé sesenta y ocho novilladas pero sufrí dos cornadas, perdiendo doce o trece novilladas; si no, habría terminado con casi ochenta y cinco novilladas ese año. Me consideraron el novillero más destacado del año y me otorgaron la última Oreja de Plata de Radio Nacional y el premio Cossío; fue un año muy intenso y demostré aguante para llegar a ese número de actuaciones. El 2007 estuve de  novillero hasta julio y terminé con treinta y tres actuaciones, con oreja en Las Fallas, buena actuación en Sevilla, oreja en Madrid y salida a hombros en Pamplona; mi última novillada la celebré en Bayona.

¿Qué novillada recuerdas mejor?

La que más me llenó fue una de Bernardino Píriz en Barcelona. Cerré con una oreja y una vuelta pero la pena es que me falló la espada, pinchando cinco o seis veces a cada novillo, porque podría haber cortado el rabo a los dos novillos. Al salir del hotel para cenar, por la acera un grupo de aficionados se levantó para aplaudirme y me dijeron que desde la primera época de José Tomás nadie les había emocionado tanto toreando. Los momentos de aquella tarde me dejaron huella.

¿Cómo fue tu alternativa, con Ponce y Jesulín en Santander?

Fue un día de mucha responsabilidad. Es el momento más bonito de la carrera de un torero y ahí estaba ya no con dos jóvenes en el paseíllo sino con dos máximas figuras que no iban a tener piedad. Estaba tan preparado que sabía que, a poco que ayudaran los animales, de Valdefresno, podría sorprender. El primer toro dio juego y lo toreé a placer; el segundo, complicado y exigente, me puso a prueba y me permitió demostrar que estaba dispuesto a dar guerra en el escalafón. Salí por la puerta grande, con dos orejas, y fue una tarde soñada donde conseguí mi objetivo.

¿Cómo fue tu periodo de matador hasta llegar a la temporada de 2016?

La temporada de 2007 estuve apoderado por una empresa de Sevilla y, tras la alternativa, no noté el paso del novillo al toro porque estaba acostumbrado a novilladas muy duras. Lo que noté fue el cambio del sistema, sin el respaldo de una casa grande que sacara fruto a ser novedad y a haber sido el novillero número uno; toreé siete corridas, duras como Murteira o Guillermo Acosta. El 2008 tuve ocho corridas aunque volví, con Ponce y Castella, a Santander, donde corté una oreja y di una vuelta; importante también estuve en Sanlúcar y luego en Valverde (con toros de Adolfo), pero veía que el respaldo no llegaba.

El 2009 sólo toreé una corrida, en El Puerto de Santa María por mayo; demostré una gran fe en mí mismo porque seguía entrenando y preparándome todo el año como si tuviera setenta u ochenta. El 2010 tuve seis corridas, en El Bosque y por pueblos de Castilla-La Mancha. No tenía apoderado y gestionaba yo mismo los contratos; así que, sin dejar de entrenar, el 2011 volví a tener sólo una corrida, en Los Navalmorales (Toledo), con toros de Valdeolivas, que habían estado en Las Ventas. Estaba recién casado y decidido a tomar una decisión definitiva. Estrené un vestido regalado pensando que era el último de oro que vestía, pero no fue el último. Corté cuatro orejas y un rabo y me demostré que había que seguir con ilusión.

Una familia que me ha ayudado mucho, la de don Álvaro Domecq, me invitó a su casa un día y ahí hubo un cambio en mi vida. Me regalaron un toro y estuve a tal nivel que acabamos matando tres. Allí estaba el empresario Sebastián Rodríguez y me prometió ponerme en 2012 El Puerto, cosa que cumplió, y luego me llevó a la Feria del Pilar; cerré con once festejos y el esfuerzo me permitió ver la luz. En 2013 cerré con trece tardes pero el objetivo era la confirmación y fue con toros descomunales de Samuel Flores en una tarde de viento desapacible; toreé tres tarde en El Puerto, donde, mi segunda tarde, cuajé uno de los toros de mi vida aunque no lo rematé con la espada. El Puerto es la plaza que más me ha dado y más me ha permitido.

El 2014 me apoderó José Luis Seseña y nos marcamos el objetivo de entrar en Francia, logrando que contaran con nosotros a partir de cortar dos orejas en Vic a un cebadagago; también tuve dos tardes en Madrid, logré en La Brède la faena de mi vida, en Tafalla corté tres orejas y cerramos con ocho corridas de peso. El 2015 toreé once corridas, de las cuales seis fueron en Francia (Dax, Mont de Marsan, Ceret, Vic…) y triunfé en El Puerto; en Azpeitia corté una oreja y tuve una cogida al entrar a matar; volví a Madrid en septiembre.

Comenzaste el año con los reconocimientos por tus éxitos de 2015, con el trofeo de Sotillo de La Adrada.

Esos reconocimientos te dan muchos ánimos pero luego hay comportamientos que no veo lógicos porque, aunque en el premio estaba el compromiso de repetir, la siguiente temporada no se pusieron en contacto con nosotros. Ahora, el reconocimiento público te llena de ilusión.

¿Cómo, por qué fue el cambio de apoderado?

La ruptura con Seseña tuvo lugar a finales de septiembre. Fueron dos años de gestión muy buena del maestro pero sentía la necesidad de seguir creciendo artísticamente como torero, pero no para torear más fácil. Tenía asegurada la temporada en Francia y Madrid y, tras varias ofertas, surgió la oportunidad de Rafael Corbelle, máxima figura de los toreros de plata que, por su concepto del toreo, era la persona para dirigir mi carrera.

¿Qué pasó en Saint Martin de Crau (Francia)?

 

Fue de las actuaciones más importantes del año. Es un pueblo pequeño pero muy exigente, como aquí Cenicientos, y cuajé un toro de Pages Maillan al que corté dos orejas, lo que en Francia es muy complicado. Fue una bomba de oxígeno.

¿Cómo fue la tarde de Vic Fesenzac?

Fue la tarde más dura de la temporada, junto con la de los miuras. Era mi plaza favorita de Francia y mi primera vez con los victorinos, compartiendo cartel con Escribano y Ureña. Algunos toros habían estado en los corrales de Bilbao y la pena es que la corrida no sirvió. Anímicamente, me afectó.

¿Cómo recuerdas la miurada de San Isidro?

Fui con ilusión. Algún animal ofreció algunas opciones para triunfar pero con la dureza que entraña este hierro. Era también la primera corrida de Miura que mataba y lo hacía directamente en Madrid, que no es como hacerlo en un pueblo. Me salió a contraestilo y no me permitió mostrar mi toreo.

¿Cómo discurrió la corrida de Ceret, con Curro Díaz y Fandiño?

Fue muy importante. Era una corrida de Aurelio Hernando, de encaste Veragua, que se paró y se defendió; mi segundo fue un sobrero exigente y encastado de Zaballos, que, con una actuación a sangre y fuego, me permitió cortar una oreja, aun dando un pinchazo.

 Luego vino Mont de Marsan con Curro Díaz y Rafaelillo.

Volví con toros de Cebada Gago. Mi primero fue bueno, con unas tandas iniciales de transmisión y mucho impacto, aunque con la izquierda no mostró la misma condición; lo pinché dos veces y no logré la oreja aunque hubo petición. Ese animal me permitió por momentos expresar mi toreo. El otro no ayudó.

¿Qué pasó en Azpeitia?

Volví con una corrida de Cuadri, muy fuerte y exigente. Necesitaba el triunfo para traspasar la línea de la seguridad en donde había caído herido. La pena es que la espada fue un desastre porque podría haber cortado dos orejas a un toro y una al otro. Personalmente, y en seguridad, la corrida me marcó un antes y un después para la temporada.

¿Qué tal Cenicientos?

La corrida de Escolar se dejó, aunque con las complicaciones que tiene ese encaste. No tuvo el fuelle para triunfar y es de las tardes en que no recuerdas muchas cosas. La plaza no es fácil pero la satisfacción fue matar los dos toros a la primera y me dio seguridad para abordar Madrid.

¿Cómo recuerdas la segunda tarde de Madrid?

 

Es la tarde más importante de la temporada. No era fácil. La corrida de San Martín (encaste santacoloma) fue muy seria, con matices positivos y negativos por exigencia y complicaciones. Necesitaba tener un pensamiento arrollador y puntuar, exponiendo hasta el límite. El mejor resumen es la forma en que maté y el cortar una oreja.

Vamos finalizando. ¿Cuál es tu concepto del toreo?

Lo que busco es la pureza, la verdad, el compromiso. Les exijo a los animales toda su dimensión, al torear por debajo. Quiero convencer, con valor y entrega, al aficionado más purista. Después busco la faceta más artística.

Por último, ¿cómo se presenta la temporada 2017?

Va a ser una temporada dura y complicada, como todas las que se presentan a toreros en nuestra situación. Lo estimulante es saber que voy a torear y que voy a estar presente en ferias de Francia y por justicia voy a estar en Madrid. Me ilusiona la incertidumbre porque el toreo es imprevisible. Tengo ilusión y responsabilidad de estar entregado a mi profesión. Si Dios quiere, con la madurez que he cogido el año recién terminado, 2017 va a ser una temporada importantísima. Ojalá la suerte se ponga de cara y pueda cuajar un toro en un sitio que me abra paso.

Le deseamos la mayor suerte y que pueda superar los números de los festejos de este año pasado.

Pérez Mota: “Quiero convencer al aficionado más purista”