sábado. 20.04.2024
Ante la tumba de Paquiro
Ante la tumba de Paquiro

El 10 de abril, a convocatoria de la Fundación Cultura Taurina y con el apoyo del Museo Taurino Paquiro, se ha celebrado en Chiclana una jornada de recuerdo dedicada a Francisco Montes Paquiro, la figura más grande que la provincia de Cádiz ha dado a la Tauromaquia, porque en este mes de abril de 2021 se cumplen 190 años de su alternativa y 170 de su muerte.

La primera parte tuvo lugar en el Cementerio Viejo, donde está enterrado el torero y se levanta un monolito con su efigie. Hubo un sencillo acto de homenaje que estuvo presidido por el alcalde, José María Román Guerrero, acompañado de la Teniente de Alcalde delegada de Participación Ciudadana, Mª Ángeles Martínez, y de la delegada de Turismo, Pepa Vela. Asistió un grupo, reducido por causa de la situación sanitaria, formado por jerezanos y chiclaneros, entre los que destacaron Luis Parra Jerezano, decano de los toreros de Cádiz; el doctor Guillermo Boto; el novillero local Francisco Montero; Isaac Galvín, director de la escuela taurina; Rafael Valenzuela, presidente de la Fundación Cultura Taurina; Pedro Leal, director del Museo Taurino Paquiro; Jerónimo Cornejo, presidente de plaza de Jerez; Charles Crepin, anterior presidente del Club Taurino de Nimes, así como algunos aficionados más.

El alcalde y algunos participantesEl alcalde y algunos participantes

Minuto de silencio, ronda poética e intervenciones

Allí se comenzó guardando un minuto de silencio en memoria de Paquiro. A continuación, el señor alcalde, como máxima autoridad municipal, y Rafael Valenzuela, como representante de la fundación organizadora, depositaron sendos ramos de flores sobre la tumba.

Luego se procedió a realizar una ronda poética, a cargo de seis de los presentes, que dieron lectura a poemas de diversos poetas que en diferentes épocas han cantado a la figura chiclanera. Se eligieron los títulos “A la memoria de Paquiro”, de Rainer María Rilke; “Luzbel y Montes”, de Serafín Estébanez Calderón; “Copla popular”, anónima; “El Café de Chinitas”, de García Lorca; “De Los toros”, de Alfonso García Tejero y “Paquiro de mar y oro”, de Jesús Cuesta Arana.

Tras ello, tomó la palabra el maestro Jerezano, quien, dirigiéndose al medallón efigiado como en un brindis de torero a torero, declamó una improvisada pero muy sentida alocución para cantar la grandeza de la figura y de lo que el toreo le tiene que agradecer al gran chiclanero. Cerró el turno de intervenciones el alcalde José María Román, que agradeció la organización del acto con la presencia de personas de diferentes ciudades, manifestó el orgullo de su ciudad por la figura de Paquiro, que además está representado en el atrio del Ayuntamiento, reconoció que Chiclana es una ciudad taurina y declaró que ésta siempre está abierta a todos los que la quieran visitar y compartir en su cultura y su patrimonio. Se finalizó con vivas a Paquiro, a la Tauromaquia, a Chiclana y a España, rematados en una prolongada ovación final a Francisco Montes.

Paseo por los lugares de Paquiro

La segunda parte de la jornada consistió en un paseo por el centro de la ciudad, parando en los lugares directamente relacionados con la vida de Paquiro, en donde ilustraban las explicaciones oportunas del doctor Boto, autor de la biografía del torero. El itinerario comenzó frente a la casa de la calle de la Vega, número 33, donde el biógrafo habló de la familia, acomodada, del torero, nacido el 3 de enero de 1805, así como de la infancia del futuro torero, para el que su padre quiso que estudiara Medicina.

En el actual número 17 de la calle Hormaza, donde estaba el mando francés durante el asedio a Cádiz en la Guerra de la Independencia, Boto habló de la fascinación sentida por el niño ante los uniformes de los soldados franceses, que luego le sirvieron como inspiración para diseñar, hacia 1832, el traje de torear que se fijó definitivamente, cuando quita la redecilla y la coleta e impone la montera y la moña, utiliza la chaquetilla corta, con enormes hombreras y hendidura subaxilar, con chaleco bordado y faja (en lugar de correón) además de pantalón ajustado y terminado bajo la rodilla, consolidando el uso de alamares, machos y galones, así como los bordados en oro y plata y lentejuelas que devuelven el brillo del sol (lo que hizo que los espectadores empezaran a conocerlo como traje de luces). De esta manera quedaron superados el traje goyesco, o de majo, y el traje pregoyesco.

Juventud y madurez de Paquiro

En la calle Bodega la visita se paró ante la que pudo ser la casa a la que la familia se mudó cuando perdió situación económica y donde se desarrolló la juventud de Montes, el cual se puso a trabajar de albañil y empezó con la afición, impulsado por la presencia del cercano matadero; en éste aprende el recorte y los saltos ante los animales, lo que le permitiría luego, de torero, desenvolverse sin nunca saltar las tablas. Es la época en que se marchó a hacer la mili en Cuba durante cinco años y en la que, después, fue banderillero de Juan Hidalgo, con quien actuó en Madrid.

En 1830 torea en El Puerto, como sobresaliente, y en Sevilla. Entra en la escuela de Tauromaquia de Sevilla, por sugerencia de su paisano Jerónimo José Cándido, y allí se destaca como el mejor discípulo de Pedro Romero para luego, el 18 de abril de 1831, tomar en la capital de España la alternativa de manos de El Morenillo.

Casa de la calle HormazaCasa de la calle Hormaza

Llegados al solar de la calle Santo Cristo, junto a la iglesia en que Francisco se bautizó y donde estuvo la casa que construyó para su propia familia, la explicación versó sobre la plenitud de la carrera torera. Aparte de esta casa, tenía vivienda en Madrid y allí, en la capital, era muy admirado por las mujeres, incluidas las aristócratas y hasta la propia reina Isabel II.

En 1837 se casa con Ramona de Alba y tienen un hijo en 1849. Como profesional impuso su poder; así, buscaba siempre abrir plaza y ser director de lidia. Además, regula el paseíllo y, desde entonces, los picadores dejan de ir en cabeza. En 1841 firmó cuatro corridas en Málaga por 73.000 reales, cantidad impensable hasta entonces. Impulsó la construcción de ciento cincuenta plazas, inaugurando algunas, como la de Jerez en 1840. En 1845 torea en Pamplona dos corridas reales por 80.000 reales más los gastos, haciendo un total de 113.500 reales.

En 1845 compra bodega (cerca de su casa) y diversas viñas. En 1846 dio en Cádiz el primer pase de rodillas de la historia. Con Paquiro, a su vuelta en Madrid, se empezó a llamar maestro al diestro jefe de cuadrilla. El 4 de abril de 1851 muere no se sabe bien si por un herida reabierta, tras la cogida de Madrid en el agosto anterior, o por unas fiebres.

La montera y la influencia posterior

Se pudo apreciar el lugar, cercano a la vivienda, donde estuvo situada la bodega del torero, cuyo solar hoy está ocupado por un edificio de nueva construcción que alberga un bazar chino y una tienda de óptica. La siguiente etapa del paseo consistió en entrar en el Museo de Chiclana, situado también próximo, para ver la montera de Paquiro que allí se conserva.

Como se puede comprobar, su diseño está inspirado en el colbac o gorro de los húsares del ejército francés, al que reproduce en escala reducida, siendo destacables las morillas y el remate superior o manga en caída. No parece que el nombre de la prenda venga del apellido Montes del torero, ya que, más bien, era usada de antiguo; se empleaba como gorra cuando, en el medievo, los nobles monteaban, es decir, cazaban toros salvajes en las sierras, en los montes.

Ante la estatua erigida en honor de Paquiro, se disertó sobre la gloria que disfrutó en vida y la influencia que tuvo en el toreo posterior. Se le llamó el Napoleón de los toreros, sobre todo porque sacó al toreo de la anarquía y lo reguló, ordenando la lidia. Creó la figura del apoderado y además impuso a los empresarios los nombres de la cuadrilla.

Redujo el número de toros a ocho (antes se lidiaban diez, quince y hasta dieciocho) y generalizó el reconocimiento de los animales previo a la corrida, poniendo el límite de edad de las reses en los siete años. Con su capeo siempre al quite, crea el tercio de capote y consolida el galleo. El picador deja de salir al centro del ruedo y empieza a picar a caballo parado. Impone el concepto del toreo con la mano derecha, con lo que nace la faena de muleta. Censura la cesión del toro a los banderilleros o sobresalientes (llamados medio espadas). Pone fin al uso de la media luna.

Es el primer torero total, puesto que domina al toro (lo que era propio del toreo rondeño) y a la vez se luce en la lidia (lo que era propio del toreo sevillano); así desaparece la polémica de las “escuelas”, surgiendo si acaso la escuela andaluza, que luego se diferenciaría de la escuela castellana. Finalmente, su obra “La Tauromaquia”, publicada en 1836, acabó siendo origen del posterior reglamento taurino.

La casa de los azulejos

Cruzado el río Iro, está la casa que hace esquina entre la calle Picazo y la calle Montes. Fue un regalo que el torero hizo a su madre y a sus tres hermanas. No tuvo hermanos varones, por lo que el verso “dijo Paquiro a su hermano” de la canción “El Café de Chinitas” es inexacto y se debe sólo a una mala interpretación de García Lorca.

Fue un hombre muy cariñoso con su familia y con sus amigos, pues además protegió a su paisano Chiclanero incluso después de un enfrentamiento verbal pasajero que tuvo lugar en Madrid. Boto refirió las ganancias que tuvo en vida, como ningún torero había tenido, y, según él, la herencia que dejó se valoró en más de un millón de reales.

Su viuda se casó con Francisco Puerto, picador de Paquiro. La casa que referimos es conocida en Chiclana como “la casa de los azulejos” por unas cerámicas trianeras, de la firma Mensaque, que, referidas al torero, tenían un valor artístico y adornaban el patio; parece ser que los actuales dueños las han arrancado y puesto en venta mediante un anticuario, incluidos, se dice, unos daños producidos por la manipulación.

En el Museo de ChiclanaEn el Museo de Chiclana

El Museo Taurino Paquiro

El final del recorrido fue el Museo Taurino Paquiro, lugar adecuado para comprobar la fama que el torero tuvo desde muy pronto, a través de la amplia iconografía que protagonizó de manos de los pintores más destacados de la época romántica y de la etapa costumbrista. Citaremos, como ejemplo sólo los nombres de Antonio Cavana, Ángel Cortellini, Eugenio Lucas, José Elbo, Vicente Palmaroli, José Domínguez Bécquer, José Gutiérrez de la Vega, Antonio Cabral Bejarano, Manuel Castellano, Pharamond Blanchard o Ángel Lizcano. De muchos de ellos, y de otros posteriores, se ofrece en el Museo una representación, bien en original bien en copia.

Ante la estatua de PaquiroAnte la estatua de Paquiro

Como tercera parte de la jornada, el patio del Museo fue el sitio adecuado para disfrutar de un vino de honor, con unas copas de fino de Chiclana y de amontillado de Jerez, después de brindar por la memoria de Paquiro, naturalmente.

Finalmente, los participantes compartieron una comida de convivencia. La Fundación Cultura Taurina quiere agradecer vivamente la presencia de los representantes municipales encabezados por el alcalde así como la colaboración de Pedro Leal; ayudaron a dar prestancia a una jornada que se vivió por los aficionados a mayor gloria del gran chiclanero Francisco Montes.

Recordando a Paquiro en Chiclana