sábado. 20.04.2024
Pablo Aguado
Pablo Aguado

Plaza de toros de Ubrique (Cádiz), 13 de marzo de 2021. Penúltima corrida de la Gira de la Reconstrucción correspondiente a 2020, auspiciada por la Fundación del Toro de Lidia y organizada por la empresa Puerta Grande Granada 2012. Cielo parcialmente nublado con algo de viento y temperatura agradable. Se cuelga el cartel de “No hay billetes” en atención al aforo limitado por la Administración en atención a la pandemia que vivimos. Preside el concejal de Cultura José Manuel Fernández.

Se lidian cuatro toros de Jandilla, nobles y sin fuerzas en general. En el arrastre se le dio la vuelta al tercero, de nombre Jaramago.

Pablo Aguado: entera desprendida; fuerte petición de oreja. Media y descabello; dos orejas.

Rafael Serna: entera arriba; una oreja. Tres pinchazos y entera; silencio.

Incidencias: la corrida es televisada en directo por Canal Toros de Movistar. Los alguacilillos salen bien presentados, en comparación con lo que se ve en otras plazas de tercera. En banderillas se desmonteran Antonio Chacón, de la cuadrilla de Serna, e Iván García, de la cuadrilla de Aguado. Pablo Aguado no sale a hombros por las restricciones sanitarias.


En 2020, por razones de la pandemia que nos asola, tuvieron que suspenderse hasta mejor momento las dos últimas corridas de toros que se habían programado por la Fundación del Toro de Lidia, con el apoyo de Movistar Plus, para mantener el hálito taurino en un año tan difícil para todo y para todos. Finalmente, se decidió que serían en Ubrique, la Ciudad del Cuero y de la Piel, y ese mejor momento parece que ya ha llegado. Quiera Dios que sea el principio del fin de la pesadilla coronavírica. La gente tiene ganas de ver toros; pese a las limitaciones de aforo impuestas, desde una hora antes del comienzo del espectáculo los aparcamientos estaban llenos, por la gente venida de aquí y de allí. Las entradas en taquilla no tardaron en agotarse. El tiempo parece que quiere acompañar, después de una temporadita de lluvias, bien caídas, por cierto.

Pablo Aguado, de marino y oro, en su primero, acapachado que sale trotón y enterándose, saluda con verónicas pausadas, avanzando con dominio y dejando el medio una media señorial. En el caballo el toro es bien cogido y mete los riñones pero al salir da una voltereta; en los medios hay un quite de sabor antiguo.

El animal flojea de remos. Diego Ramón Jiménez se luce en su primer par. Aguado brinda al ganadero e inicia faena con tanda de prueba doblándose toreramente; la siguiente es ya en los medios y bajando la mano pero es desarmado con los pitones en el pecho; el toreo sigue en redondo y el animal se va parando; con la izquierda hay una serie en redondo y un parón, que el torero aguanta sin aspavientos, para seguir con otra arrancándole los pases al animal; de nuevo a la diestra se va a terrenos de sol para serie gustosa que remata en desplante y es aplaudida; tras coger el estoque, la última tanda, para estrujar las últimas embestidas, se desarrolla en el tercio y el toro blandea ostensiblemente.

Tras la estocada el jandilla se mantiene muerto en pie como escultura viva. La fuerte petición  de oreja no conmueve al presidente, que es protestado, y el torero, en respuesta, se niega a dar la vuelta al ruedo. No me gusta ese gesto; será respuesta al presidente pero también es desprecio al público.

Pablo Aguado en su primero

A su segundo, acapachado y corretón de salida, lo recibe en tablas y bajando la mano, tanto que hace hocicar al animal y casi da una voltereta, pero recompone el saludo para llegar a la media torera.

Lo lleva al caballo por chicuelinas garbosas y revolera genuflexa, que arrancan los aplausos; empuja de frente pero sale trastabillado; el quite se compone de chicuelinas ajustadas.

Iván García da una lección de banderillas, con un primer par grandioso (reunido, arriba, enhiesto) y un segundo enorme; lo hemos dicho otras veces y lo repetimos: perdimos un matador pero qué gran subalterno hemos ganado.

Iván García

Brinda al público, sin tirar la montera al suelo; no comprendemos esa falta de respeto al respetable que es brindar al público el segundo toro después de haber brindado el primero a un particular (para un torero es muy importante el ganadero pero más importante debe serle el público).

Inicia con doblones avanzando y luego, sin solución de continuidad, yergue la figura, arrancando los primeros aplausos de la faena; la siguiente tanda es de pases de trazo largo y mano baja con cites de frente; inicia con capeína una nueva tanda, en redondo, despaciosa; con la izquierda nos ofrece Aguado dos tandas de sumo gusto y categoría de las que sale siempre muy torero y en este punto la música que suelta la banda, allá en los tendidos de sol, es, más que nada, ruido que molesta a la verdadera música que emana de la arena en el concierto a dos que interpretan un hombre y un animal; tras coger el estoque, hay un kikirikí y toreo de frente, en recuerdo de Manolo Vázquez, cuyo hijo contempla la faena desde el tendido. El buen gusto tiene nombre en Ubrique.

Aguado y Jaramago

Rafael Serna, de marfil y oro, en su primero, que sale con patas directo al burladero de matadores, saluda en tablas con lanceo breve y media. El toro empuja en el caballo al despiste pero recibe un puyazo duro, que no hace falta más. Antonio Chacón banderillea bien y el público se lo reconoce.

Hay brindis al público e inicio de faena con probaturas; luego, con tanda en redondo, el toro también es probón pero a la siguiente, breve, humilla; con la izquierda las series, dos, son asimismo breves recalcando los finales de pecho, que sí son largos; a diestra, ante un gazapón, hay toreo movido, aliñado con martinetes violentos; de nuevo con la izquierda, sigue el toreo sin asiento aliñado con algún desplante de rodillas; tira la espada para irse a las luquinas, terminando con ayudados por bajo para la preparación de la suerte suprema.

La estocada la ejecuta volcándose. Tras una petición muy minoritaria se concede una oreja, algo protestada, en contraste con la negativa en el primer toro; a los presidentes deberían hacerle pruebas para ver si saben contar, antes de darle el carnet de subirse al balcón presidencial.

Rafael Serna

A su segundo, bien armado, algo tocado, y muy falto de fuerzas, lo saluda sin historia; en el caballo la pelea es superficial y la puya, cuidadosa. Hay sólo dos pares y, además, de trámite.

Brinda al ganadero mientras arrecian las protestas por el toro, que se tambalea a cada paso; tras inicio en tablas procede un toreo cuidadoso, a media altura; por la izquierda los pases van de uno en uno, con un toro remiso, que se lo piensa aunque acaba humillando algo y por fin ofrece algo de continuidad en la embestida; otra vez a la derecha, arranca con algo de ganas, por el buen fondo, pero enseguida reduce el viaje; volviendo a la izquierda y citando en corto, el animal se anima y hay unos pases muy ajustados; tras coger el estoque, Serna termina con serie de mano baja.

El triunfador de la tarde no sale a hombros pero, es igual, el revuelo en la puerta de salida se produce con fruición en rúbrica de una más que agradable tarde toros. Durante más de una hora los aledaños del coso siguen manteniendo las tertulias improvisadas, al arrimo del bar que está en los bajos del edificio.

Pablo Aguado

Se siguen viendo caras conocidas por allí. El único que se ha quedado sin trabajar hoy es el capitalista, o cargador; Primi se llama y nos cuenta los avatares de su ocupación, que la vive con la misma ilusión que los toreros. En el mundo del toro hay muchos mundos.

En Ubrique el buen gusto se llama Pablo Aguado