viernes. 26.04.2024

Menos mal que éramos irrelevantes...

"Bien haría la presidenta de Ciudadanos en buscar un candidato potente para pelear con las mejores armas en la batalla de Madrid que se antoja crucial para el devenir del proyecto naranja en el resto de España"

Inés Arrimadas - Javier Álvarez
Inés Arrimadas - Javier Álvarez

Quién nos iba a decir hace unos días que sería Ciudadanos el partido que nos sacaría de la diaria monotonía del coronavirus y las vacunas. El día 10 de marzo comenzaba la fiesta, se concretaba en Murcia la presentación de sendas mociones de censura, en el Parlamento regional y en Ayuntamiento, acordadas por el PSOE y Cs, para desalojar del poder al Partido Popular en esa región.

Lo que a priori podía parecer una respuesta calculada de Ciudadanos ante la OPA hostil lanzada por el PP contra la formación naranja, amenazando con fagocitarla y hacerla desaparecer, lo que en principio parecería un experimento con gaseosa…Murcia, una región pequeñita, autonomía uniprovincial al sureste de España, se convertía en el epicentro de un seísmo político de incalculables consecuencias que alcanzaba directamente a las Comunidades de Castilla y León y a la joya de la corona, la Comunidad de Madrid, al tiempo que obligaba a los señores Moreno y Marín a salir, con carácter de urgencia, ante los medios, para refrendar su buena sintonía e intentar transmitir calma en la comunidad andaluza. Casi nada en menos de veinticuatro horas en el, hasta entonces, aletargado panorama político patrio.

Intentar evaluar las consecuencias, cuando apenas han transcurrido horas de lo sucedido se me antoja una tarea harto complicada pero, a riesgo de equivocarme, intentaré aventurar algunas.

Del lado de Ciudadanos, mi partido, creo que no se han sabido medir suficientemente bien las consecuencias de la jugada. Que la salud del acuerdo de gobierno entre Cs y PP era muy frágil en Murcia es un hecho, que Ciudadanos ya se plantó en el mes de enero al descubrirse la vacunación indebida del consejero de sanidad murciano, obligándole a presentar la dimisión, era solo la punta del iceberg de una situación que se ha rebelado insostenible. No obstante pienso que algunas cosas se han hecho mal, por ejemplo,  si todo el esfuerzo que se está realizando en estos momentos para explicar el porqué de la moción de censura se hubiera realizado, antes de presentarla, para explicar cuál era la situación, creo que otro gallo nos cantaría. El precio a pagar por mantenerse en el poder en esta pequeña comunidad puede ser altísimo en el resto de España para mi partido y no digamos si finalmente la moción no prosperase por indisciplina de algunos diputados naranjas, mejor ni pensarlo.

Pero si la situación en Murcia es complicada en Madrid lo es aún más, tanto cuantitativa como cualitativamente. Que la relación entre Ignacio Aguado, el vicepresidente naranja, con la presidenta Ayuso del PP, era “manifiestamente mejorable” era un secreto a voces. La presidenta Ayuso lleva haciendo campaña desde que comenzó la pandemia, mostrándose ante las cámaras como una líder fuerte y sin complejos, aguantando las feroces embestidas y descalificaciones que la izquierda le ha lanzado día sí y día también llegando incluso a insinuar su falta de capacidad intelectual para desarrollar su cometido pero ella ha sabido, como en el judo, utilizar toda esa energía para volverla contra sus oponente. Ayuso, en el cénit de su popularidad, sólo necesitaba una excusa para adelantar las elecciones y Ciudadanos se la ha dado. Craso error.

Las elecciones en la comunidad de Madrid, si finalmente se celebran (la izquierda va a intentar por todos los medios que no) se presentan como un plebiscito, la gente va a votar a favor o en contra de Ayuso (“libertad o socialismo” lanzó ayer la presidenta a modo de eslogan), así de sencillo, y los resultados pueden suponer un tremendo descalabro para el partido naranja en cuyo caso, Inés Arrimadas, como responsable visible de la operación murciana, desencadenante o excusa, depende del prisma, de las elecciones madrileñas, vería seriamente debilitado su liderazgo, algo que los lobos que permanecen agazapados dentro del partido esperan como agua de mayo para lanzarse contra su presa.

Bien haría la presidenta de mi formación en buscar un candidato potente para pelear con las mejores armas en la batalla de Madrid que se antoja crucial para el devenir del proyecto naranja en el resto de España, un candidato que, al menos, consiga unos mínimos resultados y representatividad parlamentaria que garanticen la supervivencia del proyecto, un proyecto, que sigo pensando, es imprescindible para la viabilidad democrática de España y que, en caso de desaparecer, dejaría a muchas personas centradas, sanas y moderadas, completamente huérfanas de alternativa política.

Hace poco me comentaba un sabio y experto compañero que Ciudadanos tenía el “copyright” de la honradez y la decencia en política y que eso era algo muy valorado por formaciones tan atufadas de corrupción como PP y PSOE. Ese capital que hemos acumulado en los últimos años no lo podemos dilapidar por decisiones como la de Murcia.

Ahora se abre un panorama político apasionante lleno de interrogantes:

  • ¿Prosperará la moción en Murcia?
  • Tendremos finalmente elecciones en la comunidad de Madrid?
  • ¿Quién ganará las elecciones en Madrid si finalmente se celebran?, ¿con qué resultado?. Ayuso también corre un riesgo, las elecciones las carga el diablo. Quién nos garantiza que, en los casi dos meses que faltan, no aparezca un “cisne negro” que de la vuelta a la situación.
  • ¿Qué pasará en el resto de comunidades gobernadas por PP y Cs, especialmente Andalucía y Castilla y León?

Y mientras todo esto sucede la pandemia continúa y la crisis económica se ceba con los más débiles, trabajadores, autónomos y pymes. Cuanta energía malgastada en este juego de tronos que explica la cada vez mayor desafección de la sociedad con la política y que, sin darnos cuenta, va minando poco a poco pero de manera inexorable, nuestro imperfecto y mejorable sistema democrático.

Para terminar y ya, en mi caso personal, ¿Qué pasará con mi partido?, ¿seremos capaces de recuperarnos y aprender de este cúmulo de errores o será nuestro final?. Como cualquier situación complicada en la vida siempre se pueden entresacar conclusiones positivas, una desde luego es, que los arribistas, los que vinieron al partido como el que va a una agencia de colocación, terminarán por abandonar el barco ante la zozobra del mismo y tratarán desesperadamente de recolocarse en otras formaciones, quedando finalmente, los que siempre hemos estado convencidos de la necesidad del centro político para garantizar un futuro de paz y de progreso a los españoles y aquellos a los que no nos importa tener que volver a picar piedra para reconstruir un proyecto, desde sus cimientos, que es más necesario, que nunca.

Menos mal que éramos irrelevantes…

Menos mal que éramos irrelevantes...