
Son las 3:30 am cuando suena el despertador. Mis compañeros de guardia y yo tenemos vigilancia de alba. El barco no cesa trabajos en las 24 horas que tiene el día. Para mi esta es la vigilancia más dura por la hora en la que se realiza. Entre algún que otro bostezo tomamos café y relevamos con los compañeros que estuvieron en la vigilancia anterior, la media.
Yo pertenezco al servicio de Energía y Propulsión del barco en esta Armada Española cada vez más profesionalizada. Nuestra misión es velar por el buen funcionamiento de los motores, tanto el principal como los equipos auxiliares, la electricidad, las plantas de tratamiento, los sistemas de aire acondicionado y frigoríficos del barco y la seguridad interior. Dentro del servicio nos dividimos en estos destinos. Yo pertenezco a Seguridad interior cuya misión es la respuesta ante las diferentes situaciones de riesgo y diversas emergencias a bordo.

A menudo hacemos ejercicios de adiestramiento para estar preparados ante situaciones como incendios e inundaciones y tesituras como "hombre al agua". Nos vestimos con nuestros trajes innifugos y nos colocamos las máscaras con las botellas de oxígeno para actuar en diferentes partes del barco. También ejercemos como motoristas en las embarcaciones de salvamento que posee nuestro querido velero.
Hoy la vigilancia continúa con normalidad, ya estamos llegando a Cabo Verde donde mañana atracaremos después de dos semanas ininterrumpidas de navegación, en las que tuvimos un fugaz paso por nuestras Islas Canarias con honores por estribor hacia nuestros compañeros del Buque de Acción Marítima Rayo, en el cual tengo muy buenos amigos que hice en la escuela de especialidades Antonio de Escaño en Ferrol.
Hoy vamos con el motor arrancado y sin velas por la escasez de viento que tenemos. Nuestro tan amado buque hay días en los que necesita más de nuestra planta de propulsión que de sus majestuosas velas, y en esos días tenemos que estar muy atentos a nuestro gran motor principal de 2070 CV y su correcto funcionamiento.
Acaba nuestra vigilancia a las 8:00 de la mañana disfrutando de un precioso amanecer vislumbrando la Isla de Santiago a la cual nos vamos acercando. Este es uno de los mayores regalos de nuestro viaje: amaneceres que antes solo podíamos imaginar. Seguimos con buen rumbo.