viernes. 29.03.2024
Muerte de José Cándido
Muerte de José Cándido

Hace 250 años y fue en El Puerto de Santa María. Estamos hablando de la cogida fatal del torero José Cándido Fue el primero en encontrar la muerte por cornada de toro en una plaza, exactamente el 23 de junio de 1771. Fue uno de los primeros lidiadores que figuran en la historia del toreo.

Había nacido el año 1734 en Chiclana, según unos tratadistas, o en Cádiz, según otros porque fue entregado en la inclusa gaditana de Santa María Magdalena (aunque esto en verdad no es razón definitiva pues la entrega pudo haber ocurrido días después de su nacimiento en cualquier otra ciudad próxima, el doctor Boto lo da por cierto).

Parece que fue hijo de una alta dama y de un su criado negro. Ahijado, se trasladó a San Roque, donde empezó a torear y se incorporó a la cuadrilla de Lorenzo Martínez “Lorencillo”, y luego a Chiclana, donde contrajo matrimonio en 1759.

José CándidoJosé Cándido

Una vez aprendido todo lo que le enseñó Lorencillo, su toreo fue valiente, voluntarioso y hábil. Su modo de cuartear, recortar y quebrar, dicen, era especialísimo. José Daza escribió que sólo él merecía la corona del toreo a pie después de Melchor Calderón; incluso añadió que si Pedro Romero lo hubiera conocido habría aprendido de él cosas que al rondeño le faltaban saber, aunque esta suposición fue escrita cuando Romero era aún joven.

Solía utilizar su sombrero de ala ancha para torear, lo cual fue aprendido por Pepe-Hillo, que actuó de banderillero en las filas de Cándido, (“su primer gran maestro”, en expresión de Toro Buiza). Otro que fue en la cuadrilla del gaditano fue Costillares y, aunque se le atribuye a éste la invención del volapié, la paternidad de esta suerte corresponde a Cándido, de quien aquél la aprendió (como se aclara en el opúsculo “Tauromachia Hispalensis”, de 1793).

Según el Cossío tomó la alternativa en 1758, cuando se presentó en Madrid de la mano de Diego del Álamo, que le cedió el toro Capitán, al que no mató por resultar cogido. Sin embargo, Boto cree que la presentación tuvo lugar un año antes, cuando realizó una suerte de “picar a pie” con una débil púa.

Según Neira, inventó el salto de testuz, aunque otros lo atribuyen a su maestro, logrando con esto captarse la atención y el entusiasmo de todos los públicos; lo practicó muchas veces. Además, divulgó “la suerte del puñal”, con que daba muerte a los toros esperándolos a pie firme y dándoles, mediante quiebro, salida con la izquierda para golpear con la derecha en el sitio del descabello.

Cándido con la suerte del puñalCándido con la suerte del puñal

Él la perfeccionó porque muchas veces en lugar de capote usaba sólo su ancho sombrero como defensa. La valoración de Cándido en su tiempo fue superior a la de cualquier otro y se reflejaba en los honorarios a cobrar por corrida. Participó en numerosas Fiestas Reales. Pepe-Hillo, en su “Tauromaquia” escribió: “Vino Joseph Cándido para abrir la puerta a la finura y seguridad de las suertes”.

El día 23 de Junio de 1771, como vísperas del día de San Juan, se celebraba en El Puerto de Santa María una gran corrida de toros (de una ganadería de Bornos), y José Cándido estaba anunciado. En aquella triste y memorable tarde el ganado fue bravísimo. Ya el segundo toro había derribado a un picador. Cándido había matado los cuatro primeros admirablemente.

El quinto había embestido contra un carro adornado de flores que llevaba a un hombre y a una mujer para clavar rejoncillos, acompañados de pajes, lacayos y otros escoltas, como Goya reflejó en un grabado de su Tauromaquia. Hirió a la mujer y a un paje; limpió el ruedo de aquella desventurada comparsa en un momento. Cándido intentó inútilmente varias veces parar el toro pero el animal no se detenía en nada, saltando varias veces a la barrera y llegando en una a los andamiajes de la plaza de madera fija en el Ejido de San Francisco.

Grabado de GoyaGrabado de Goya

Bajo la impresión que se dejó en el ánimo de todos, salió el sexto, cárdeno, grande, cariavacado, y de gran cornamenta. Fue duro y de gran poder entre los picadores. Una de las veces derribó a Coriano y en éstas acometió al subalterno Juan Barranco. Cándido fue al quite, con el capote se llevó tras de sí al toro y en la carrera cayó al suelo, no se sabe si porque resbaló en un charco de sangre o por propósito para evitar el golpe del animal.

Éste pasó por encima pero inmediatamente, se revolvió y lo enganchó por los riñones, lo atravesó, le levantó en alto, se le pasó de una a otra asta y le tuvo colgado de un muslo, hasta que lo despidió lejos y sin sentido. La escena quedó reproducida en una litografía de la famosa revista “La Lidia”.

Cándido cogido en El PuertoCándido cogido en El Puerto

Nadie pudo evitar este percance funestísimo. Las localidades quedaron vacías; los toreros, llenos de pavor, se apresuraron a recoger del suelo aquel hombre, que casi era un cadáver. Lo llevaron a su casa de El Puerto pero no encontraron médico que lo atendiera. Un amigo del diestro, Melchor Conde, marchó en un bote a Cádiz para buscar los doctores de más fama. Cuando éstos rodearon el lecho Cándido estaba espirando.

Sería la una de la noche del día 24, siete horas después de su desgraciada cogida. Tal fue la mala suerte, y así terminó sus días el notable diestro. Fue enterrado en la iglesia prioral de El Puerto de Santa María.

Muerte de José CándidoMuerte de José Cándido

Su testamento contenía en resumen las siguientes cláusulas: “Que se repartiese a los pobres la ropa, alhajas y dinero que llevaba en aquel día sobre sí. Que por su alma se dijesen mil misas. A cada una de sus hermanas se le diese una dote de 3.300 reales. Para su mujer o hijo, sus casas, viñas, posesiones, ganado vacuno, yeguas y cabras, cinco mil y pico doblones en dinero, alhajas y cuanto le pertenecía”.

Tal fue la última voluntad del malogrado José Cándido Expósito, el primero torero profesional moderno muerto en una plaza de toros cuando ocupaba el escalón más alto entre los toreros.

A los 250 años de la muerte de José Cándido