sábado. 20.04.2024
Juan Ortega en El Puerto de Santa María |Foto:  Marciano Breña
Juan Ortega en El Puerto de Santa María | Foto: Marciano Breña

Plaza Real de toros de El Puerto de Santa María (Cádiz), 7 de agosto de 2022. Corrida de toros organizada por la empresa Circuitos Taurinos, correspondiente al sexto festejo de abono en la temporada de verano 2022. Tarde de temperatura agradable con viento poniente. Más de media entrada. Preside Raúl Capdevila. Ameniza la Banda “Maestro Dueñas”, dirigida por Javier Alonso.

Se lidian un toro para rejones de Murube (hierro que pasta en Utrera, Sevilla) y seis toros de Juan Pedro Domecq (hierro que pasta en El Castillo de las Guardas, Sevilla), con pesos de 590 kilos el primero y entre 520 y 565 kilos los otros seis; con buena presencia el primero y aceptable los otros seis; de juego variado. En el arrastre, el segundo de la tarde tiene algunos pitos; el tercero, palmas; el quinto, división de opiniones; el sexto, palmitas.

Juan Ortega a hombros en El Puerto de Santa María | Foto:  Marciano Breña
Juan Ortega a hombros en El Puerto de Santa María | Foto: Marciano Breña

Joao Ribeiro Telles, rejoneador, rejón en lo alto; una oreja.

José María Manzanares, entera arriba algo atravesada; ovación saludada. Entera en lo alto ligeramente trasera; una oreja.

Juan Ortega, pinchazo y entera arriba; ovación saludada. Entera en lo alto; dos orejas.

Pablo Aguado, entera en lo alto; una oreja. Tres pinchazos y honda con tres golpes de descabello tras aviso; palmas.

Incidencias: suena el Himno Nacional antes de iniciarse el paseíllo. Ribeiro Telles hace el paseíllo montado sobre el caballo Histórico. Entre los picadores, destaca la actuación de José García El Patilla (de la cuadrilla de Juan Ortega); entre los banderilleros, la de Abraham Neiro (de la cuadrilla de Juan Ortega), que se desmontera, así como las de Mambrú (de la cuadrilla de José María Manzanares) y de Iván García (de la cuadrilla de Pablo Aguado). Juan Ortega sale a hombros.

Comentario

Llegamos a la última de abono en la Plaza Real. Se nos ofrece un cartel de toreros de arte con toros artistas. Han sido seis festejos muy apretados en poco tiempo, como si fuera una feria de un pueblo por su santo patrón, pero la asistencia de público en conjunto ha superado el listón mínimo exigible.

Antes de arrancar el paseíllo se interpreta el Himno Nacional, un tanto por sorpresa pues se interpretó el primer día del abono y no volvió; ¿será porque éste es el último día? No sabemos pero aceptamos lo que decida el presidente de turno, aunque sería mejor que hubiera sobre este asunto una convención fija y no estar al albur del deseo cambiante del balcón presidencial. No disgusta el himno, al contrario, pues se suele rematar con vivas a España espontáneos; podemos aprender de Portugal, en cuya plaza de Campo Pequenho se interpreta el himno portugués siempre. ¿O es que hoy interviene un rejoneador portugués y eso ha influido? Lo que sí disgusta es el deambular de los fotógrafos en la cabecera del paseíllo que ni durante el himno dejan de estar moviéndose para acá y para allá, con el sombrero calado hasta las cejas, mientras todos los espectadores se ponen de pie en actitud respetuosa.

Joao Ribeiro Telles

Joao Ribeiro Telles, vestido a la federica con casaca de color burdeos, en su toro, hondo, brinda a Álvaro Domecq y al público montando de salida a Ilustre, angloárabe tordo rodado que lleva lazos rojos y amarillos. Se va a porta gayola y luego lleva al toro a la boca de riego, donde dibuja círculos animando con la voz hasta que el murube se va y en sol pone rejón de castigo sobre el tercio, jugando luego en el centro hasta que aquél amenaza con rajarse.

Sobre Gaiato, lusitano muy expresivo, lo encela a lo largo de las tablas con mucho control del caballo antes de quebrar y poner una farpa arriba; el toro se va a tablas y la segunda tiene que ser al hilo de éstas y en la tercera va de frente arrancando desde tablas pero queda algo baja, mostrando, no obstante, gran doma. Con el negro Ilusionista el toro está en tablas y allí va, lo lleva templando, cita desde el otro lado, avanza de frente y realiza un quiebro grande para poner farpa arriba; es Portugal puro; sigue otra gran clavada y el toro se va a tablas a donde acude el cavaleiro para quebrar en ese terreno, con gran reacción del público.

Saca a Nespresso para las cortas, que pone en círculo pero el toro no tiene ya ganas de colaborar. El rejón no necesita complemento de descabello, aunque el rejoneador había ido por él. La oreja van a recogerla al desolladero, gesto que se ha producido demasiadas veces en esta plaza este año, lo que debería evitarse con una reacción más oportuna del presidente al sacar el pañuelo.

Ribeiro Telles | Foto:  Marciano Breña
Ribeiro Telles | Foto: Marciano Breña

José María Manzanares

José María Manzanares, de grana y oro, en su primero, sardo corniapretado, aplica en tablas verónicas a uno que mete la cara pero le cambia el sentido del lanceo y en los medios vuelve a meter la cara en la última y en la media. En el caballo empuja con un cuerno pero de manera insistente para una puya fuerte. En rehiletes el animal espera a los banderilleros.

La faena empieza en el tercio por alto; ya en los medios, el juampedro empieza remiso pero va poco a poco entrando conforme le baja la mano y después hay otra tanda con más continuidad; por el pitón izquierdo salen los pases de uno en uno; de nuevo a diestra, ante la insistencia el animal pierde las manos pero sigue y aguanta algunos parones. Se acabó el que era más bello que bueno.

En su segundo, engatillado que sale partiendo plaza, ve cómo echa las manos por delante, se refrena y sale de huida hasta que lo coge en la boca de riego y le aplica unas pocas verónicas atemperadoras y media. Empuja al caballo abajo y le ponen puya trasera, pitada. Mambrú se ha convertido en un gran rehiletero, como demuestra ahora.

La labor muleteril tarda en coger rumbo pero le arranca dos pases que se contestan con aplausos; por el pitón izquierdo sólo quiere alcanzar la tela y da medio viaje; con la derecha otra vez, saca dos tandas vibrantes y el bicho se defiende continuamente pero se aplaude la voluntad, para continuar al hilo del pitón con un desarme aunque sigue y hay palmas al esfuerzo. No es frecuente ver que un toro en su arrastre tiene división de opiniones pero ahora lo vemos.

José María Manzanares | Foto:  Marciano Breña
José María Manzanares | Foto: Marciano Breña

Juan Ortega

Juan Ortega, de tabaco y oro, a su primero, ofrece un hermoso recibo de verónicas bien movidas, con graciosa media achicuelinada, todo en el tercio, con los olés de público. En el caballo le tapan la salida para puya fuerte antes de un quite por tres delantales y media no excesivamente limpios.

Aparte del desmontere de Neiro, señalemos que en el segundo par el toro espera y Muñoz, arriesgando, aguanta. Brinda al público y arranca por alto en el tercio para cambiar rápido a la izquierda en los medios y bajar la mano rematando con trincherazo y espaldina; con la derecha hay toreo en redondo y el toro no se entusiasma, rematando otra vez con espaldina, para seguir con tres molinetes y andarle por la cara toreramente antes de un desplante final.

En su segundo, colorado, el saludo es un pasar la tela por la cara. Lo lleva con chicuelinas armoniosas y media aplaudidas al caballo, con el que choca y al que derriba, pero se va; de nuevo, lo deja con un delantal y acude decidido para puya bien cogida, pero protestada por larga aunque hay algunas palmas al piquero. Los garapullos se ponen con altibajos.

Empieza con doblones muy toreros avanzando, pases de mano baja y molinete; sigue con tanda en redondo de pies asentados aunque cambia de muleta por desgarro; hay un ayudado por alto antes de cambiar a izquierda para pases con giro completo de cadera, muy despaciosos; a diestra de nuevo, vemos tanda a media altura con la cadencia propia de este torero; por el pitón izquierdo hay serie de uno en uno y el toro está dejándose sacar pases aunque no quiera y por el otro lado se llega hasta la humillación, siguiendo con toreo muy pensado y bajando la mano, con toreo clásico y llegando a los tendidos; Ortega saca del toro lo que no tiene, con firmeza (y decían que este torero ha sido miedoso).

Lo ha bordado. A la estocada el toro cae rodado; es lo que faltaba para una faena de recuerdo. Se piden las dos orejas con una contundencia poco vista y a su concesión suenan palmas por bulerías en todo el espacio, echando afuera la alegría de los concurrentes que han visto una grandísima faena.

Pablo Aguado

Pablo Aguado, de turquesa y oro, a su primero, colorado que sale hacia la izquierda, lo saluda de tablas a medios con lances a pies juntos de mano baja y media en la boca de riego. Lo lleva al caballo con dos chicuelinas y media de lucimiento, muy aplaudidas, para puya correcta, siguiendo un quite en la boca de riego por verónicas y media muy delicadas y gustosas.

Iván García, en los palos, está muy bien pero se niega a desmonterarse cuando su maestro se lo pide porque el segundo par quedó, a su parecer, una pizca retrasado; eso es torería y hombría. Tras brindar al público, ofrece un saludo muy sevillano con molinete incluido para seguir con tanda en redondo muy aplaudida y otra, más larga, tras la que el bicho tira a tablas; con la izquierda, dos ayudados preceden a unos naturales de uno en uno que terminan también con ayudados y un kikirikí; de nuevo a diestra, continúa insistente con un toro que no comunica nada y que se marcha a las tablas con una coz a la muleta.

En su segundo, en el tipo del toro de El Puerto, que se emplaza, con unos capotazos iniciales ve cómo sale de naja; por fin lo coge y le atiza unas verónicas rematadas con una chicuelina. Hay puya trasera y recargando; tras el clarín de cambio de tercio el toro se va otra vez al caballo y recibe otro puyacito.

Los rehileteros cumplen. Inicia por doblones avanzando y luego torea a media altura para ir metiéndolo; sale una tanda ligada y con molinete final que arranca los aplausos, a la que sigue otra donde el bicho ya recorta el viaje, lo que se resuelve con un trincherazo y una espaldina; intenta por el pitón izquierdo pero no hay nada y vuelve con la derecha a la distancia corta, donde se ven las malas intenciones del burel; otra vez a izquierda, los pases pueden salir de uno en uno, escarba y se termina con un desplante; insiste Aguado con la derecha sacando algo acompañado de zapatillazos y acaba.

La reparación para la muerte es larga y algún espectador graciosillo suelta una de la suyas distrayendo a un hombre que se está jugando la vida. El acero hace perder lo que podría tener ganado.

Pablo Aguado | Foto:  Marciano Breña
Pablo Aguado | Foto: Marciano Breña

Juan Ortega sale a hombros tras cortar dos orejas después de lidiar dos toros. El rejoneador no sale a hombros a pesar de haber cortado una oreja en el único toro que ha lidiado. La proporción de orejas y toros en ambos es la misma. ¿Por qué no sale? Es la costumbre pero es un tanto injusta, tan injusta como cuando sale a hombros un torero que en una encerrona de seis toros corta sólo dos orejas. Habrá que volver sobre este tema y pedir que se cambie el reglamento o al  menos la costumbre. Ahora lo que importa es quedarse con el recuerdo de la faena de Ortega, que no vamos a calificar de histórica para que no nos tachen de exagerados, pero que está ahí y estará mucho tiempo en la mente de los aficionados.

En El Puerto Juan Ortega deja una faena para el recuerdo